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Veo a mi hermano observandome desde la esquina de la habitación. Dom está al frente de mi, tratando de que mi cabello no esté tan desordenado. No sé porque lo está haciendo, se va a volver a su estado anterior.

— Creo que estás bien así. — Me da un repaso con la mirada.

— Siento que la corbata me está ahogando. — Me la aflojo un poco, y Dom me pega un manotazo.

— ¿puedes dejar tus manos quietas un segundo? Se me están pegando tus nervios. — Respiro hondo.

— ¿dónde está papá? — Pregunto y ellos se encogen de hombros.

— Dijo que tu mamá lo necesitaba, luego se fue. — Contesta Dom.

— Debemos irnos. — Dice Johan separándose de la pared en donde estaba apoyado. Mira su celular unos segundos y luego sonríe.

— El esposo de mi hermana dice que los invitados ya empiezan a llegar.

— ¿qué hace Simon en la iglesia? — Johan guarda su celular.

— Él dijo que nos iba a informar de todo lo que pase allá mientras no estamos. — Asiento.

— Dom, ¿tú conduces? — Le pregunta Johan, pero no le da tiempo de responder porque mi hermano le lanza la llave y sale de la habitación.

Miro a Dom con una sonrisa y él rueda los ojos.

— Camine, señor. — Salimos de la habitación del hotel, en donde también están las chicas, pero tenemos prohibido ir a su habitación.

Espero que ni tarden tanto como otras veces.

MELODY

— ¿de quién es este brasier? — Pregunta Elise sujetando un brasier negro.

— ¡mío! — Exclama Cristina y se lo quita.

Lo bueno es que ya mi cabello y maquillaje está listo. Mis damas de honor siguen tratando de encontrar sus cosas entre todo el desorden en la habitación, y Chloe está jugando con Molly en un sofá, ya lista para salir.

— ¿dónde están los tacones de Mel? — Pregunta la señora Sanger, abriendo todas las cajas que hay en su al rededor.

— ¿Ya te pusiste tu ropa interior sexi?
— Me pregunta Elise y asiento con una sonrisa.

— Lo único que me falta es ponerme el vestido, y ustedes ni siquiera están listas.

— Se hace lo que se puede, querida. — Entonces mi mamá entra a la habitación con una bolsa de donas.

— ¿tienen hambre, mujeres? — Todas se abalanzan hacia mi mamá y le quitan la bolsa de donas en un segundo.

— La proclamo nuestra salvadora. — Dice Cristina comiendose la dona. Mi mamá sonríe y me mira.

— Pensaba que ya estabas lista. — Sonrío con pesar.

— Se hace lo que se puede.

— ¡me entró el vestido sin problema!
— Festeja Cristina al subirse el cierre con la ayuda de Elise.

— Pareces un pelota con piernas. — Le dice Elise y Cristina la mira mal.

— Cállate si no vas a decir lo linda que me veo. — Todas nos reímos.

— Ya los hombres se fueron a la iglesia. Faltamos nosotras. — Avisa mamá y mi corazón late aún más rápido.

Falta poco para que todo suceda.

Me apuro en ponerme el vestido y todas en la habitación me ayudan a arreglarlo para que se me vea bien.

— ¡encontré los zapatos! — Exclama la señora Sanger y me los pongo con una sonrisa entusiasta.

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora