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Una pequeña e insistente voz me despierta del sueño que tenía, pero aún no abro los ojos esperando a que Chloe se canse y me deje dormir unos minutos más.

— Papi, despierta. — Me sacude y no tengo más remedio que abrir los ojos encontrándome, efectivamente, con Chloe.

— ¿que pasa, Monita? — Me mira con los ojos caídos y sé desde ese momento que no está bien.

— Me siento mal. — Me siento en la cama y le toco la cara como hacia mamá cuando tenía fiebre.

Está demasiado caliente y está un poco pálida.

— ¿tienes ganas de vomitar? — Ella asiente.

— No puedo caminar bien, papi. — Hace un pequeño mohin — Tengo miedo.

— Tranquila, voy a llamar a la doctora, ¿bien? — La siento en mi cama y llamo a la doctora desde mi celular.

Me contesta casi en seguida.

— ¿hola?

— Doctora, soy Mathew Sanger.

— Oh, señor Sanger, ¿como está?

— Bien, gracias. Chloe tiene la temperatura muy alta y tiene ganas de vomitar. — La línea se queda en silencio un rato.

— ¿se siente débil, con signos de no sostenerse? 

— Sí.

— ¿vomitó? — La miro.

— ¿Vomitaste algo, Chloe? — Ella niega sin decir una palabra.

— No, doctora.

— Le pediría que viniera al hospital, pero por ahora no hay necesidad. Póngale un trapo mojado en la frente y dejela descansar. Si vomita, tiene que hidratarla para que no se sienta tan débil. Le aconsejo que le de comidas suaves; sopas, cremas y cosas así líquidas que tengan proteína y carbohidratos. Si se pone peor o no presenta una leve mejoría, traigala al hospital.

— Gracias, doctora. — Le toco las mejillas que siguen calientes.

— De nada, para eso estoy. — Con eso cuelgo y voy a mi baño a coger el cepillo dental. Cargo a Chloe llevándola a su cuarto.

— Bueno, Monita, tenemos que cepillarnos los dientes antes de todo.
— Ella asiente sin fuerza y la dejo en el suelo. Le pongo su banquillo y ella sube sin ganas.

Le pongo crema dental a su cepillo y al mío para empezar a cepillarnos. Siempre nos sonreímos cuando nos vemos en el espejo, pero esta vez solo refleja la cara del malestar.

Odio verla tan mal y no poder hacer casi nada.

Cuando terminamos la dejo en su cama.

— ¿tienes hambre? — Ella asiente molestandose el ojo.

— ¿tengo que ir al hospital? — Le quito la ropa para darle un rápido baño.

— Esperemos que no, Monita. — La cargo dejándola en la ducha.

— ¿tampoco iré a la escuela? — Ajusto el agua para que no esté tan caliente ni tan fría.

— No, si te sientes bien mañana, si puedes ir. — Ella asiente y empiezo a bañarla. Sin demorarme tanto, la termino de bañar y la dejo en su cama de nuevo, para ponerle la ropa.

— Papi, tengo hambre. — Asiento poniéndole su pijama.

— Ya ahora comemos. — Le toco el cuello y las mejillas comprobando que todavía tiene la temperatura alta.

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora