30

3.4K 234 27
                                    


DOMINIC

Me quedo bajo un árbol y veo todo lo que están haciendo las pocas personas a unos metros de distancia. Nadie me ha visto hasta ahora, y prefiero que sea así; no quiero que esto se vuelva una batalla campal. Parezco un acosador parado aquí y viéndolos detenidamente. He pensado seriamente en no venir, pero mi cerebro no dejaba de oprimir la idea de venir, así que tomé mi auto y conduje hasta aquí para...

En realidad no sé que hago aquí, todo es tan confuso. Pensé que habría más gente, pero cuento unos cinco en total, y no sé si sentirme feliz o triste por no tener personas que te quisieron en tu vida. Es tan malditamente irónico que tengo ganas de reírme y no parar hasta el próximo mes.

Tal vez el funeral de mi padre no es como lo esperaba. Empezando en que no me imaginaba aquí, ni siquiera esperaba que él se muriera. Veo a mi mamá llorar en el hombros de un señor que nunca había visto, y no me importa en realidad. Mi hermana está mirando el cajón sin pestañear. Creo que por ella estoy aquí, o tal vez sea porque no quiero ser un mal hijo después de todo.

Quisiera irme, en realidad eso es lo que quiero, pero mis piernas parecen de plomo, y no alejo mi mirada del funeral. Tal vez es mi lado masoquista haciendo presencia de nuevo.

La padre bendice el cajón diciendo algunas palabras que no me importan, y en unos segundos lo empiezan a bajar, y ahí es donde mi hermana se rompe. Se deja caer al suelo, y empieza a sollozar, apretando fuertemente el cesped. No me muevo ni un milímetro, pero no hago nada para tratar de consolarme o salir de aquí, solo me quedo y observo.

Maldición, no debí haber venido. Debí quedarme en el apartamento de Matt a robarle comida, y molestarle la existencia en vez de estar aquí como un imbécil. Creo que debo hablar con la psicóloga sobre esto, no creo que sea temporal.

Me recuestro sobre el árbol y cierro los ojos como me dijo la psicóloga. Trata de buscar tu paz, Dom.

— ¿Dom? — Abro los ojos de golpe, encontrándome con mi hermana a unos centímetros. Observo sus ojos inyectados en sangre, las bolsas debajo de sus ojos, y sus labios demacrados.

Esta no es la Alice que conozco, Esta es una versión más triste y desconsolada de ella.

— Hola, Alice. — Me observa unos segundos al igual que yo. Tal vez buscando algo, ¿arrepentiemiento? ¿tristeza? ¿enfado?, sea lo que sea, parece no haberlo encontrado.

— ¿por qué estás por acá? — Miro de reojo hacia el funeral, y veo que muchos ya se han ido, solo queda mamá y el hombre que la estaba abrazando.

— No quiero que mamá me vea. — Asiente casi imperceptible.

— Me hubieras llamado. — Alargo mi brazo, y con el pulgar le limpio una solitaria lágrima que va por su mejilla.

— No puedo ofrecerte el consuelo que te mereces, Al. — Se muerde el  labio y aparta la mirada de mi.

— ¿que te hizo venir aquí, Dom? Se nota que desearías estar en cualquier lugar que no sea este. — Tardo un poco en contestarle.

¿que le puedo decir? Ni yo mismo sé que hago aquí.

— No dejo de pensar en lo último que me dijo. — Entonces mi mente se va a eso directamente a eso.

Lo veo en la camilla del hospital blanco como el papel, con su mirada ida, y sus ojos aguados. Supongo que no esperaba que viviera, yo tampoco esperaba venir, así que somos dos sorprendidos.

Su mirada de disgusto al verme nunca se me va a olvidar. Me mira como si fuera el peor ser humano que ha pisado la tierra, y eso de alguna forma me afecta de gran manera.

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora