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— Puede dejar eso ahí. — Le digo al señor de la mudanza. Él deja la caja que estaba cargando en el piso de la sala.

— Eso es todo, señor Sanger. — Me avisa y yo asiento.

— Gracias por todo. — Me sonríe y se va de nuevo al camión de mudanzas. Suspiro y le doy una mirada al montón de cajas que hay en la sala.

— ¿esto es todo lo que había en tu apartamento? — Me pregunta Mel sosteniendo una caja.

— Sí, por eso no tenía mucho apuro en empacar. — Me siento en el sofá empapelado y Mel deja la caja sobre otra caja para sentarse a mi lado.

— Cuando Chloe venga va a encontrar este desorden. — Sonrío.

— Le encanta el desorden.

Como estábamos ocupados con lo de la mudanza y todo esto, mi mamá tuvo que llevar a Chloe a las terapias. Como en una hora debe estar llegando.

Encuentro el ambiente tan silencioso, que no puedo evitar pensar en lo que me dijo Dom el otro día. Sonrío, porque pareciera que hubieran pasado años.

— Mel, creo que debemos hablar. — Me giro hacia ella, y ella también se pone de lado.

— ¿Que cosa?

— Son te contó algo sobre mi vida juvenil, ¿verdad? — Ella asiente despacio, como si temiera mi reacción. — Si tienes alguna pregunta, puedo contestarla.

— ¿porque nunca me hablaste de eso?
— Bueno, sabía que iba a empezar por eso.

— No lo sé, nunca parecía adecuado contarte eso.

— ¡pero nos vamos a casar! — Asiento.

— Lo siento. Debí decírtelo hace mucho tiempo, y dejé que el tiempo me pasara por encima. — Me mira en silencio y cierra los ojos unos segundos.

— ¿Después de ella conociste a Kathy?

— Como cuatro años después. Traté de hacerlo mejor esa vez, pero ya sabes como terminó de todas formas.

— ¿eras un adolescente problemático? — Sonrío un poco.

— Más de lo que debía. Papá estaba que me matriculaba en una escuela militar. Mamá nunca se lo hubiera permitido.

— ¿cambiaste después de eso? — Asiento.

— Después de que me llegaron a la estación de policía a testificar, ya empecé a comprender que todo había pasado por mi actitud de estúpido. Después que salí de ahí, le di un abrazo muy grande a mi mamá, y creo que ella sabía que había tocado fondo, y empezaba a cambiar.

— ¿Mataste a alguien en ese tiempo?— Niego.

— Tenía mucha rabia, pero nunca hice algo tan estúpido.

— ¿Qué pasó con el chico que mató a tu amigo?

— Que yo sepa, sigue en la cárcel. Como te dije, después que me vine a Nueva York perdí todo contacto con las personas que tuvieran que ver con eso.

Se acerca hacia mí, quedando a unos pocos centímetros. Con su mano, empieza a acariciarme la mejilla.

— Te amo mucho, ¿Lo sabes, verdad?— Asiento.

— También te amo. — Sonríe de pronto.

— ¿por eso eres tan cuidadoso cuando te gusta alguien? — Sonrío también.

— En realidad, siempre he sido así de nervioso.

La beso, porque he querido hacerlo desde que se sentó en el sofá.

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora