Mi razón de vivir [EDITANDO]

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— Buenos días, señor. — Le sonrío a Susan al pasar.

— Buenos días, Susan. — Entro a la oficina con mi asistente seguiéndome. Me siento en mi silla y miro a Susan expectante. — ¿que tienes para mi?

— Su nueva economista llegó, señor. — Alzo las cejas.

— Creía que venía mañana. — Miro mi celular para ver la hora. — No, no vengo tarde.

— Está abajo; pensaba que quería hablarle ahora. — Asiento.

— ¿Dominic ya llegó? — Antes de que Susan pudiera hablar, él entra sin ser llamado.

— ¡buenos días a mi gente linda! — Alzo una ceja en su dirección — Es bonito estar de vuelta.

— ¿extrañaste el trabajo? — Resopla como si fuera una tontería.

— Claro que no, lo que extrañé fue ver tu cara de amargado todas las mañanas. — Le da un beso en la mejilla a Susan — A ti también te extrañé, guapa.

Un color rojo se apodera de las mejillas de Susan.

— Uh... también lo extrañamos, señor Deer. — Dom le guiña un ojo y me mira.

— ¿que tenemos para hoy?

— Ahora, tú y yo estaremos en una reunión. — Hace una mueca de desagrado.

— En serio no extrañé esas reuniones que te absorben la vida.  — Sonrío a medio lado.

— Esta reunión será interesante, te lo aseguro. — Miro de nuevo a Susan — ¿algo más?

— Debe firmar algunos papeles, y revisar la construcción del restaurante. Por cierto, el arquitecto llamó y dijo que tenía que hablar algunas cosas con usted. — Asiento.
— Hasta ahora es lo único que tiene.

— Lleva a la mujer a la sala de reuniones; nos encontraremos en unos minutos. — Susan asiente y se retira.

— ¿que mujer?

— La nueva economista. — Frunce el ceño.

— Pensaba que no necesitabas más empleados. — Me encojo de hombros.

— Algunos necesitan ayuda, y tengo que facilitar algunas cosas.

— ¿es linda? — Ruedo los ojos.

— ¿quieres que te diga la verdad o te mienta? — Chasquea la lengua.

— ¿sabes qué? Mejor me decepciono solo. — Sonrío y me levanto.

— Revisarás su contrato y ella lo firmará, ¿bien? — Él asiente.

— Es lo que siempre hago, Matt. — Le doy dos golpecitos a su mejilla.

— Entonces vamos. — Le entrego el contrato y bajamos hacia la sala de reuniones.

En todo el camino Dom no paró de hablarme de su nueva vecina y de los grandes pechos que tiene. Algo como: "es que parecieran que alcanzaran el suelo, amigo". Lo único que quería era llegar a la sala de una vez y que se callara.

— ¿crees que tenga alguna oportunidad con ella? Digo, mirame, no sería tan difícil. — Abro la puerta para que entre — Y cuando camina, ¡joder, Matt! Tienen vida propi...

Se detiene al ver a la persona sentada en una de las sillas. Le doy gracias al señor por este milagro.

— Dominic, te presento a la señorita Sara Rodríguez. — La chica también se queda viendo a Dom como si no pudiera creerlo.

Dom voltea a verme.

— ¿esto es una broma, verdad? — Frunzo el ceño como si no supiera de que está hablando.