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- Gracias por todo, estaremos en contacto. - Mi hermana cuelga y nos mira con preocupación.

- Todavía nada. - Tomo otro trago de Whisky y cierro los ojos por unos segundos.

- Debemos mantenernos positivos, ¿bien? Necesitamos que vuelvan sin ningún daño. - Anuncia Mel con decisión.

Miro a todos los presentes en mi apartamento. Mi hermana con su esposo están en el sofá; Simon la abraza fuerte, mientras ella llora en silencio. Johan está abrazando a Cristina, la cual también está llorando. Dom se pasea por todo el salón buscando algo que hacer para que sus nervios no exploten.

Dinah está haciendo té para las mujeres y Chloe está dormida.

Acaricio a Mike mientras mi vista se va al piso.

- Tengo miedo, chicos, mucho miedo. - Dice mi hermana controlando sus sollozos.

Nadie comenta nada, nadie se mueve, solo nos quedamos en nuestros asientos ¿esperando qué? ¿una señal divina? ¿una llamada? ¿a nuestros padres apareciendo por esa puerta a decirnos lo bueno que les fue en el vuelo y que no fue nada grave?

No sé, ya no sé ni que pensar. Todas las llamadas que les he hecho a los dos se van al buzón de voz. Tengo tanta impotencia que estoy que exploto.

Mel me abraza y hace círculos en mi espalda con su dedo.

Lo único que ha hecho esto es hacerme recordar cosas de mis padres, y odio eso, porque lo único que hace es deprimirme más, y no puedo darme el lujo de pensar cosas malas en este momento.

Pero es como si mi mente estuviera desconectada de mi. No puedo controlar todo lo que pasa. El recuerdo más claro que tengo ahora, es cuando nos fuimos de excursión.

Ninguno de los tres quería ir, comenzando por el hecho de que Elise estaba en plena etapa adolescente y decía que esas cosas eran para niños (apenas tenía 16 años), yo tenía 10, y la idea tampoco me parecía buena (estaba en esa etapa de los video juegos y la televisión), y Johan tenía 8. Él solo copiaba lo que hacíamos Elise y yo, así que él tampoco quería ir. También está el hecho de que nuestros padres nos habían prometido un viaje a Francia, pero a a última hora, ellos cambiaron los planes y obligados nos subieron al auto.

Fueron tres horas en un auto. Tres horas en los que ellos nunca perdieron su sonrisa, y mamá no dejó de decirnos lo bueno que era estar así en familia. Ninguno de los tres lo creyó así, pensábamos que era la peor broma que nos habían hecho. No queríamos estar así tan juntos. No dijimos nada en ese viaje, pero papá y mamá hablaban como si estuviéramos del mejor animo.

Por fin llegamos, y nuestro deseo de salir corriendo de ahí no había cambiado. Papá decía que eramos muy malcriados, Elise le respondía que ellos fueron quienes nos criaron. No creo que papá tuviera una respuesta adecuada para ese comentario. Tampoco es que papá estuviera errado, era completamente cierto. Eramos unos completos malcriados, pero nosotros creíamos que era normal.

Nuestros papás hacían lo indispensable para que cambiaramos nuestra forma de pensar, y de cierta forma lo lograron. No creo haber tenido otro viaje más divertido que ese. Hasta Elise se divirtió a lo grande. La música, las caminatas en las mañanas, y los cuentos cuando nos íbamos a dormir. Ellos lograron lo que se propusieron, y eso nos llevó hasta donde estamos ahora.

Mi razón de vivir [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora