Con todo y tus defectos

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En la madrugada

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En la madrugada...

La puerta de la habitación comenzó a abrirse con la luz del pasillo dejándome encandilado. Una figura apareció detrás de la madera cerrándola con sigilo. Intenté integrarme, pero sigo asquerosamente ebrio, no sé quién podría entrar a esta hora a la habitación. Aquella misteriosa figura comenzó a aproximarse al costado de la cama, acostándose deliberadamente en la colcha, acurrucándose en mi pecho. La fragancia de Yuuri inundó mis fosas nasales.

— ¿Yuuri? — musité como pude.

— Shhhh... —subió por mi pecho dejando un beso en mis labios, siento todo tan distante y distorsionado.

— ¿Qué hora es?

— Las cuatro de la mañana —susurró, cosa que no entendí, estábamos nada más que nosotros en el cuarto.

— ¿Y por qué viniste a mi habitación?

— Mmmm, se podría decir que no hallaba como complacerme — soltó una traviesa risilla — así que decidí venir a verte — pasó su dedo índice por mi pecho, bajándolo como un pincel.

— No me siento bien ahora Yuuri— solté desvaneciéndome por mi estado de ebriedad. No entiendo qué está pasando, así que dejé de esforzar mi distorsionada mente y se me calló la cabeza sobre la esponjosa almohada. Respiré hondo e hice un gran esfuerzo para no ir a vomitar en este segundo. No debí beber tanto...

Perdí nuevamente la conciencia.

El terrible malestar me obligó a salir del sueño, son como las nueve de la mañana, una hora insólita para despertar después de una borrachera

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El terrible malestar me obligó a salir del sueño, son como las nueve de la mañana, una hora insólita para despertar después de una borrachera. Un icónico dolor me retumbaba en el lado derecho de la cabeza, enloqueciéndome con cada palpada, mi estómago se saldría en cualquier momento de mi cuerpo, y sin contar, las ganas que tenía por ir a orinar.

Abrí los ojos y me encontré con una cabellera negra en los ojos ¿Yuuri? El pequeño nipón abrazaba mi torso como una enorme almohada, estaba babeando incluso... Qué tierno... Pero ¿en qué momento entró ayer? No me digan que tuvimos sexo y no lo recuerdo. Miré de reojo intentando hacer el mínimo movimiento posible y ambos estábamos vestidos, no ocurrió nada al parecer. Demonios, realmente me hubiese gustado estar conectado en el momento en el mi retoño llegó aquí.

Cambio de CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora