¡Soluciones de un lindo corazón!

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Unas horas después

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Unas horas después...

Decidí salir a caminar por el campus, a pesar de que la mañana estaba preciosa, ahora el cielo nublado y frío helaba mis manos y la roja punta de mi nariz, con algunas gotas amenazando a salir de las espesas nubes que flotaban sin gracia alguna sobre mí. La melancolía rondaba por el aire, ahogándome y comprimiendo mi pecho, ¿el mayor de mis pecados? Lastimar a una de las personas más maravillosas que he conocido. No tengo ni idea que hora es ni mucho menos hacia donde me dirijo, mis pies se mueven solos, pero para ser honesto, tampoco me importa el rumbo de esta caminata. Sólo puedo pensar en la expresión de Viktor...

Me sentía como un condenado por mi apático comportamiento. ¿Cómo pude estar tan ciego? Viktor era honesto con sus sentimientos, yo lo rechacé, lo negué y no fui lo suficientemente sensible como para pensar en alguien que no fuera yo. Me senté en una banca colocando mi rostro en mis manos.

¿Qué es esto? Mis manos se sentían húmedas al igual que mi rosto ¿Estaba llorando? ¿alguien que no fuera Yuko, ni parte de mi familia me hizo llorar? No pude seguir haciéndome el fuerte, la cagué, terminé por derrumbarme, sentí muchas emociones reprimidas en mi pecho. Gimoteé desconsoladamente sin descubrir mi avergonzado rostro por mis egoístas elecciones. Todo lo que había en mi cabeza era el ruso, la angustia de no poder volver nunca y mi audición, para la que trabajé hasta que lo pies no me dieron más.

— Perdóname Viktor, fui un imbécil... Perdóname, perdóname... — lamenté con la voz entrecortada con lágrimas bajando por mi rostro. Sabía que llorar en estos momentos no solucionaría nada, pero era lo único que me quedaba por hacer.

— No llores Yuuri — la voz que realmente no esperé escuchar en estos momentos resonó en mis oídos. Miré sorprendido para confirmar si mis sospechas eran ciertas. Vi mi silueta con la cabeza ladeada, una ligera sonrisa de consuelo y las manos atrás de la espalda. Sus mejillas estaban adornadas con lágrimas secas, sus ojos hinchados y rojos indicaban lo peor. Soy un miserable, lo hice llorar.

— V-Viktor... — no podía articular, la sorpresa me consumió y mis cuerdas vocales me traicionaron.

— Está bien Yuuri... Creo que te presioné demasiado — tomó aire y comenzó a jugar con la punta de su pie mirando los dibujos que hacía con este en la tierra— Yuko, me explicó todo, lo siento. No sabía que fueras tan... sensible... — ¿Por qué se disculpa? ¿Por qué le ofrece perdón a alguien que le importó mierda todo por lo que estaba pasando?

—¡Viktor! — levantó la mirada de golpe —¡Deja de disculparte! ¡Yo te traté como todo un imbécil! ¡Lo siento Viktor! ¡Todo es mi culpa! ¡Sólo me preocupé de mí mismo sin pensar en cómo te sentías! ¡Soy un miserable! ¡No entiendo cómo te pudiste enamorar de este gran imbécil! —confesé con una mano en el pecho arrugando mi suéter. El ruso quedó desconcertado, boquiabierto por mis disculpas, sus ojos se aguaron violentamente, amenazando con llorar a cantaros, no pienso permitirlo. Me levanté antes de lo peor y lo envolví en mis brazos como nunca lo había hecho.

Cambio de CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora