¡Te amo Yuuri Katsuki!

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Corrí, corrí cómo hace tiempo no lo hacía, los pulmones me estallarían en cualquier momento igual que el corazón, esta hermosa sensación sólo me hace sonreír como idiota, eso es lo que soy al fin y al cabo, un idiota enamorado. Abrí la puerta de la facultad de golpe, muchas miradas se posaron en mí, sorprendidas por tan abrupta interrupción al pacifico ambiente que estaba presente, pero no le di importancia, miré la escalera y no dudé en correr por ella hacia arriba. Los escalones parecían nunca acabarse, ya dando saltos por la escala desesperado por encontrarme con Yuuri.

Llegué al tercer piso jadeando, con el corazón en la boca y ahí estaba, abriendo la puerta de su habitación, con un abrigo negro y una bufanda del mismo color. Escondiendo su tierno y rechoncho rostro en la esponjosa tela, con sus mejillas rojas al igual que la punta de su nariz, su cabello desordenado y sus lentes estaban un poco más abajo de lo habitual. Su mirada estaba perdida en el cerrojo, con sus manos temblando ligeramente por el frío del exterior.

Sentía cada latido retumbarme en la cabeza, como si todo se hubiese congelado por un segundo, siento como si fuera la primera vez que lo veo. Parecía que pensaba en todo, pero a la vez en nada, un millón de palabras me venían a la cabeza, pero ninguna se deslizaba por mis labios, todas se quedaban atrapadas en mi boca. Quise salir corriendo, tal vez Yuuri jamás me perdonaría, y tal vez ni siquiera me quiera escuchar, todas estas largas semanas me han infectado el corazón con inseguridad y dolor, pero no. Todo fue un malentendido, debo arreglarlo.

— ¡Yuuri! —grité para llamar su atención, él levantó la cabeza, confundido por el alboroto y apenas sus ojos se posaron en mí, sentí el impulso de correr a él, cosa que hice, corí y salte hacia mi amado, abrazándolo con el corazón. Ambos caímos al suelo, no medí mi fuerza. Su cuerpo quedó tieso, completamente helado y desconcertado, aún no me apartaba, así que creo que tengo una oportunidad. El cuerpo de Yuuri jamás se había sentido tan bien de abrazar.

— ¿Viktor? —masculló con voz quebrada debajo de mí, con su cara estrechada a mi pecho. Lo apreté más para que no pudiera huir, no lo voy a dejar irse.

— Te amo Yuuri— gimoteé atolondradamente apretando los ojos temiendo que me empujara lejos de él, lo único que he querido estas semanas ha sido tenerlo así en mis brazos — Volvamos a hablar por favor, lo necesito, te necesito Yuuri.

— ¿Qué? — sus ojos se abrieron de par en par.

— Te amo con locura, tienes mi pecho enfermo de amor, y si alguien te dijo que no es así, es una cruel mentira, te juro, Yuuri, te juro que jamás te engañaría, te amo, te amo — Solté casi en lágrimas, estrellando palabra contra palabra, no dejando casi espacio entre ellas — Necesito que me escuches por favor.

— Eres un...— logró articular antes de quebrar en llanto sentándose y estableciendo cierta distancia con su brazo. Se quitó los anteojos y sus lágrimas corrían a cantaros.

Cambio de CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora