Competencia.

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Miguel no es rencoroso, sólo pierde los estribos muy rápido, y no le gustaba llevarse mal con nadie, así que trató de arreglar las cosas de nuevo y con el método del diálogo.

-¿Por qué? ¿Por qué me odias, Marco?-

Dijo Miguel en un tono triste y con algo de resignación al sufrimiento.

-Porque por tu culpa tengo que estar aquí, podría estar en Viena ahora mismo cumpliendo mi sueño, pero gracias a tu mentira...-

-Yo no estoy diciendo mentiras, te traería las cartas de mi bisabuela si pudiera pero...-

-Nada, no es suficiente, indague en tu caso y no hay congruencia en nada, aún así, volveré a poner en alto el nombre de Ernesto de la Cruz, te lo prometo-

-¡Él no es quien tu crees! Él es malo-

-¿Cómo lo sabes? ¿Lo conociste?-

Marco soltó una risa sarcástica.

-No me creerías si te lo dijera-

Y era cierto, ¿Cómo creerle a alguien que dice que viajó al mundo de los muertos y sin embargo vivió para contarlo?

-Por favor, ¡deja de inventar tonterías!-

-Mañana te traeré esas cartas, a ver si así me dejas en paz-

-Lo haré hasta que admitas que es mentira-

Dijo Marco en un tono amenazante.

Regresando el profesor, tenían que practicar para más eventos, bailes, canto y guitarra,Marco, para dejar a Miguel con el ojo cuadrado, hizo una interpretación a piano.

Por alguna extraña razón, Miguel quería pensar que Marco pretendía impresionarlo para llamar su atención, cuando su verdadera intención era dejarle en claro que tenía mucho más talento que él y que por ende era mucho mejor que él.

Terminaron las clases, Miguel fue a su casa, llegó y se sentó en el comedor, sin ánimos.

-¿Qué sucede, Miguel?-

Preguntó la madre quién le estaba sirviendo de comer.

-Es que...-

Dudó en decirle lo que pasaba.

-Alguien te está molestando?-

-Ammmmm...a decir verdad, si-

-¿Es ese niño con el que compartirse la guitarra esa noche? Dime, ¿Qué te hace?-

-Nada mamá, me enteré de que es el tataranieto de Ernesto de la Cruz y pues, tu sabes-

-Oh si, supongo a que a esa familia no le ha de estar yendo bien-

-No lo sé, él dice que por mi culpa...por mi culpa arruine su vida, y no podrá estudiar en Viena, ya sabes, porque descubrí que tenemos un familiar que resultó ser el verdadero músico-

-Bueno, hijo, siempre he dicho que la violencia no es necesaria, (en ciertos casos), así que deberías ignorarlo, y tratar de comprender, todo lo que debió pasar, descubrir que un familiar hizo cosas horribles, no es algo que se digiere de la noche a la mañana-

-O tal vez es un niño mimado que sólo me tiene envidia-

-No lo descubrirás si no le das la oportunidad, Miguel-

-Puede ser...está bien, intentaré ver cual es su problema-

Aunque ya lo sabe, no tiene las herramientas ni los argumentos para probar que lo que dice es verdad.

A la mañana siguiente, Miguel fue a la habitación que antes era de su mamá Coco, todavía guardaba unas cosas ahí entre los cajones de los muebles.

-Tiene que estar por aquí...-

Buscaba el libro que contenía las cartas más importantes, las más valiosas, las que no salieron a la luz pública porque significaban muchísimo para ella.

Entre algunas otras cosas, lo consiguió, lo trataba como una reliquia muy importante, sólo sería un momento, esperando que a sus ancestros no les importe si lo llevaba a la escuela. Lo metió a su mochila y se fue.

Al llegar a la escuela, veía que Marco ya se estaba volviendo mucho más popular, tenía toda una fila de niñas esperando que él tan siquiera regalara una sonrisa falsa hacia ellas, todo era superficial y eso lo aburría, por alguna razón, el no poder cautivar a alguien por sus encantos le resulta un reto muy entretenido para seducir, pero Miguel iba a ser la excepción, a él lo iba a destruir.

Las clases transcurrían con normalidad, Marco participaba mucho más que Miguel, hacía todo más rápido, lo estaba haciendo quedar en las sombras poco a poco.

A la salida, el pequeño Rivera tomó del brazo a su contrincante para que no se le fuera a escapar.

-Tu y yo tenemos que hablar-

Dijo Miguel en tono serio.

-No me digas, ay, espera ya se, al fin me vas a decir que todo es mentira-

Respondió aquel altanero, a lo que Miguel para no hacer una tormenta en un vaso con agua, sacó ese viejo y pequeño libro de su mochila, lo sostuvo en sus manos un momento y se lo acercó a su compañero lentamente.

-¿Qué es esto?-

Dijo más calmado, abrió el libro, en sí, era el diaro de Socorro Rivera junto con sus recetas de cocina, pero además de eso, lo que abundaban eran sobres de papel que sobresalían de este, sacó una y sólo la vio de reojo.

-¡Pfff esto no prueba nada!-

Marco no quiso ver la realidad, a pesar de tener pruebas, de que todo era cierto, no le devolvería su vida de riqueza en la opulencia. Así que sacudió el libro y todas las cartas cayeron al suelo.

Miguel en desesperación las iba recuperando y emparejando como si fueran las santas escrituras y las guardó en su mochila, ahora sólo faltaba otra cosa.

-¡Eres un tonto! ¡Dame el libro¡-

Marco lo alzó para que Miguel no lo alcanzara, brincaba pero este lo alejaba con su pie. Cuando lo atrapó volvieron al forcejeo, el pequeño Rivera tenía miedo de que un objeto tan antiguo y delicado se fuera a romper.

Al quitarselo y guardarlo no se quedaron con las ganas esta, vez, Miguel se le lanzó a Marco, pero como ninguno de los dos había peleado antes, (uno por sus buenos principios y otro porque siempre guardaba la calma) sus maneras de golpear eran bastante torpes, lo único que hicieron fue tomarse del cabello mutuamente, era doloroso, y no llegaban a nada, sólo se lastimaban.

"¡Pelea, pelea, pelea, pelea!"

Gritaban todos los que estaban ahí. Pero entonces, al ser un pueblo muy pequeño, las noticias llegan en un segundo, para entonces la abuelita llegó y al verlos estaba hecha una fiera.

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Ya se armarnos putazos :v

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora