Búsqueda

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Cuando se acercaron al panteón, no había más que buscar aquel puente de flores, el cual obviamente no se encontraba puesto que sólo aparecía en día de muertos.

-¿Qué vamos a hacer, Dante?-

Miguel no sabía a dónde ir, ese era entonces trabajo de su guía espiritual, quien olfateaba el piso en busca de un camino, descubriendo miles de ellos por todas partes, ahora sólo era menester seguir uno de estos.

-¿Encontraste algo?

Dante ladró y corrió mientras aullaba. Miguel al seguirlo no se fijaba por dónde se metían, sólo que fue hasta lo más profundo del campo santo hasta llegar a un agujero.

Al detenerse no comprendía.

-¿Aquí? ¿Dónde van a enterrar a alguien?-

Dante saltó al agujero mientras continuaba haciendo ruido, Miguel confiaba en él, así que no dudó en seguirlo, saltó también, no estaba tan alto, pero se dio cuenta que no era una tumba, si no un túnel.

-No puedo ver nada...-

Miguel continuaba caminando mientras ponía su mano sobre el lomo de Dante para no perderse, todo era confuso, la oscuridad era tanta que ya no sabía lo que era arriba o abajo, totalmente desorientado.

Pasaron alrededor de veinte minutos y podía divisar un delgado hilo de luz, en realidad se trataba de una salida en forma circular.

-¿Ya llegamos?-

El joven Rivera al llegar quiso asomarse, pero no podía ver nada todavía.

-¡Abramos está puerta, Dante! ¡Vamos a encontrar a Marco!-

Al decir eso, Miguel empujó la portezuela con un poco de fuerza, haciéndola a un lado para después sostener a Dante y ayudarlo a cruzar del otro lado, mientras tanto, al hacer lo mismo se dio cuenta de que el cambio de dimensiones fue tan drástica que salieron del piso.

Miguel ante eso se quedó pensativo.

-¿Acabamos de...salir de una coladera?-

En ese momento Dante soltó un chillido de preocupación ya que estaban en medio de un camino empedrado dónde pasaba la gente en sus automóviles de los años 30.

-AAAAAAHHHHH-

Miguel cargó a Dante y corrió de allí esquivando esas mortales máquinas que podrían atropellarlos.

Cuando se pusieron a salvo, Miguel tenía que orientarse de nuevo, miraba a su alrededor, todo estaba lleno de esqueletos caminando.

-¡Lo logramos Dante!-

Pero había otro problema, necesitaba camuflarse entre todos los esqueletos y no tenía su chamarra para cubrirse la cabeza, sólo contaba con su traje de mariachi, ni siquiera con su sombrero, por lo cual era preciso encontrar a su familia pronto.

Pero era inútil, ya lo habían visto muchos en la carretera así que se corría la voz mientras él y su fiel mascota iban entre las sombras para encontrar a la familia Rivera.

Pasaban por callejones oscuros y peligrosos, pero una cara viva da más miedo que una muerta entre tantos difuntos malandrines que corrían despavoridos de Miguel, quien ya miraba las yemas de sus dedos transparentes asomando solamente sus huesos.

-Tenemos que apresurarnos, necesito pasar desapercibido...-

Decía Miguel mientras divisaba un pequeño local ambulante de boleo de zapatos mientras solamente pensaba en cómo robarse la grasa que utilizaba el bolero.

Miguel le hizo la señal a Dante de que distrajera al bolero, este corrió hacia él y le quitó su cepillo casi tragándoselo.

-¡Mi cepillo! ¡Nooooo!-

El esqueleto persiguió a Dante, pues era una herramienta de trabajo sin la cual no puede trabajar, Miguel aprovechó para buscar esos pequeños refractarios redondos metálicos.

-¡Aquí están!-

Miguel sonrió, por fin otra alegría que le daba la vida, se aseguraba de que nadie lo haya visto y regresó a las sombras.

-Como me gustaría tener un espejo en este momento...-

Así que al tanteo tomó la grasa de zapato de color blanco y comenzó a pintarse, para ese entonces Dante había regresado.

-Lo hiciste bien Dante, eres el mejor-

Continuaba en lo suyo mientras miraba a su mascota, cuando de repente hizo unos gestos de muerte para darse cuenta que efectivamente, se había tragado el cepillo del bolero, pero en ese momento lo devolvió su estómago escupiéndolo lleno de saliva.

-Aghh...bueno-

Miguel hizo una expresión de desagrado incluso sacando la lengua, pero aún así felicitó al perro, después de colocar el color negro siguiendo el relieve de las cuencas de sus ojos, de su nariz y al final la boca, sólo necesitaba remover la pintura en forma de una serie de puntos sobre sus pómulos, la única desventaja fue el cuello, del cual ya no se preocupó pues tenía algo más importante en qué ocuparse, seguir buscando a su familia pues el tiempo avanzaba y sus manos lo expresaban pues ya estaban completamente en los huesos.

-Sigamos-

Continuaban con su búsqueda.

Y regresando a otros temas, cabe la rareza de que en la gran torre de Ernesto de la Cruz, siempre es de noche, pues una gran nube negra acechaba la zona. Eso hacía que todos le tuvieran miedo y que nadie se acercara.

Por ser el primer día del tormento eterno, Ernesto dejó que Marco se quedara en el comedor, aunque claro, no había comida, al menos lo tenía bien vigilado, ambos se miraban con mucha molestia.

Aunque Marco estaba enojado, también se le notaba mucha tristeza en su mirar.

-¿Qué pasa Marquito? ¿Extrañarás a todos?-

Preguntaba Ernesto fingiendo lástima, a lo cual su tataranieto respondía con miradas agresivas.

-Descuida, no podría irte peor que a Miguel, a él, lo lancé a un cenote y luego a un acantilado, a ti sólo te retendré aquí, no es tan malo-

Sonreía el mayor, en ese momento Marco miró sus manos y observaba que estaban en los huesos, eso lo asustaba y lo atormentaba, por alguna extraña razón, el hechizo aceleraba su proceso de muerte, pero eso no quería decir que moriría más pronto de lo normal.

De un  momento a otro, no aguantó tantas emociones tristes y comenzó a llorar, el hecho de jamás volver a ver a su madre, al amor de su vida y a su carrera hecha pedazos por algo que él mismo había causado.

Pensaba en la última vez que habría abrazado a su madre, diciéndole lo mucho que la quería, sin poder agradecerle todo lo que hizo por él, pensaba en todo lo que tenía, que le fue arrebatado para obtener algo mucho más valioso.

Puso sus brazos cruzados sobre la mesa, recargó su cabeza, escondiendo el rostro y continuaba sollozando pues no solamente estaba arrepentido desde un principio, si no que él mismo ya se había dado por muerto.

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Lloren >:'u💔

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora