Todo cambió

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Miguel se lo quitó de encima.

-...no vuelvas a besarme, ni ahora, ¡ni nunca!-

Miguel al apartarlo de sí, estaba hecho una fiera, y como en el mundo de los muertos abundan las flores de cempasúchil, no le fue difícil ir a buscar pétalos mientras Marco sólo trataba de procesar el tener el corazón desgarrado, el hechizo en los huesos no sólo había llegado hasta su clavícula si no parte de su cara aunque no amaneciera todavía.

-!Héctor, levántate, dame tu bendición!-

-¿Qué cosa?-

El esqueleto despertó de su embolia.

-¡Que me des tu bendición!-

-Claro que sí, Miguelin-

Se levantó emocionado aunque su tataranieto echaba fuego por los ojos, mientras tanto Imela no podía creer lo que estaba viendo.

-¡A-a-aver a ver! ¿Qué acaba de pasar?-

Imelda también tenía que procesarlo.

-¡Pasa que no quiero salir del mundo de los muertos junto a esta rata traidora!-

Marco se sentía apenado, y destrozado mientras lloraba.

-¡Pero no lo podemos tener aquí, Miguel!-

Al final de cuentas Imelda había vuelto a Marco su responsabilidad al tratar de ayudar a Miguel.

-¡Ese ya no es mi problema ya no quiero saber nada de él!-

Miguel abrazó a Héctor pues es el único que no sólo sucumbe a sus berrinches si no que siempre lo justifica por todo.

-Siento mucho tener que despedirme de ti ante esas circunstancias, pero ni modo-

Héctor tomó uno de tantos pétalos de la flor que Miguel había arrancado.

-Miguel, te otorgo mi bendición...-

El pétalo entonces se iluminó, el joven Rivera se volvió para ver a Marco una última vez.

-¡Miguel!-

Marco tenía miedo, no se imaginaba su vida sin él e Imelda no podía interferir pues tampoco podía dejar que su tataranieto se quedara.

Miguel conservando la distancia lo vio con mucha tristeza mientras metía la mano en su bolsillo para sacar una de las monedas que su abuelita le había regalado.

-Que de algo te sirva-

Procedió a lanzársela a Marco, quien la atrapó con algo de dificultad.















-Terminamos-






































Para que no digan que me gusta verlos tristes pues...les dejo esta madre v:

Listo, continuamos
















Dijo Miguel para volver a darle la espalda y tomar el pétalo, haciendo que este se desmoronara en miles de ellos pasando de esa dimensión a otra en un parpadeo.

Ya había anochecido, pero no era tarde, despertó en el hoyo de la tumba dónde se había metido, sólo que el pasadizo secreto ya no estaba.

Miguel trepó para salir de allí como pudo, miraba hacia en frente y el cuidador del panteón junto con una linterna se había acercado.

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora