Las abuelitas siendo cómplices de sus nietos. Ya casi anochecía, Marco tenía que regresar a casa, obviamente su buen amigo Miguel lo tenía que acompañar.
-¿Nos vamos en bici?-
Preguntó Rivera.
-Vete tu, yo no me voy a subir a esa cosa-
-¿Pero entonces cuando vas a aprender a andar?-
-¡No quiero aprender ¿okay?!-
Miguel dio un suspiro de resignación, pues no podía obligarlo. Así que se subió a su bicicleta y fue a paso de Marco.
No hablaron durante todo el camino hasta llegar a casa.
-¡Nos vemos mañana, Marco!-
Miguel se fue rápido en su bicicleta, su amigo nisiquiera le regresó la despedida.
Y en casa.
-¡Mamá mamá! ¡Marco y yo ya somos amigos!-
-¿Ah si? Con razón me faltaba cambio de las tortillas, seguramente se lo gastaron todo en dulces-
Bromeaba su mamá.
-No pero, aceptó ser mi amigo y, me siento bien por eso-
-Que bueno, hijo, puedes invitarlo las veces que quieras-
-Si, después del trancazo que se acomodó en el pozo ¿Qué más le queda?-
Respondió la abuelita sarcasticamente.
-¡Abue!-
Miguel pensó que su comentario era inapropiado.
Y así, durante las siguientes semanas, Miguel se dio cuenta que Marco no era como cualquier otro niño, que en lo único que pensaba era en la música. Ni siquiera sabía cómo subirse a una bicicleta, o jugar fútbol, trepar un árbol, etc. Y la madre de Marco lo sabía, así que pensó que reducir las clases de música lo ayuden un poco a reintegrarse como un niño y no un esclavo de su carrera, algo que no le pareció a él muy buena idea, pero era necesario.
-¡Pero mamá! Suficiente tengo con aguantar a Miguel en la escuela-
-Por favor hijo, ¿No qué muy amigos? Además, su familia ha sido muy servicial a pesar de todo, y todavía no recuerdo la última vez que trajiste un amigo a la casa...que no hablara hebreo, así que no está a discusión-
-¡Osh me chocas mamá!-
Marco se enojó y se fue a su habitación. Y así fue casi todos los días, peleando con su mamá por el mismo tema.
De vez en vez Miguel invitaba a su amigo a su casa,donde sentía un ambiente distinto, un ambiente familiar que lo iba cambiando poco a poco, ya que al no poder ser grosero con Miguel en frente de los demás, tenía que fingir estar de buenas, hasta que en verdad lo puso de buenas por primera vez en la vida.
-Si Miguel te sigue trayendo aquí a este paso serás parte de la decoración de la casa Marco-
Dijo Luisa tratando de ser graciosa, a lo que los niños solo reían entre dientes.
-No es cierto Marco, puedes venir cuando quieras, estás en tu casa-
La familia Rivera es muy espléndida, algo que le agradó al pequeño de la Cruz, percibió que no se lo dijeron por compromiso o por ser un niño semi reconocimiento nacionalmente, si no porque en verdad era de corazón.
Miguel le tomó estimación muy rápido. Pues con nadie hablaba tan cómodamente de asuntos musicales, ni siquiera con sus primos. De hecho desde hace tiempo lo consideró como su mejor amigo. Aunque ambos siguieran asistiendo a clases de música, ya no era todos los días.
Si, seguían jugando en las maquinitas, y con el paso de los días Marco comenzaba a ablandarse, ya no le gritaba tanto a Miguel, su amabilidad salía a flote poco a poco, aunque conservaba su mal humor de vez en cuando, se le notaba realmente felíz con más frecuencia.
Pero eso le hacía saber que algo se le estaba olvidando, ya que al dormir, despertaba sorpresivamente en el mundo de los muertos. Y al parecer Ernesto ya le estaba cobrando cuentas.
-¡Ya lo tienes! ¿Qué esperas?-
Insistía el esqueleto.
-Osh, aún no, necesito ganarme su confianza antes-
-Pero si ya lo conseguiste, lo tienes como tu perrito faldero, sólo truena los dedos y hará todo lo que tu le pidas-
-Pero él no es tan tonto como parece, aún podría desconfiar de mi, después de todo lo que causé-
-Más bien, lo que él causó, ¿Que ya se te olvidó por qué queremos vengarnos?-
-Si si si, ya lo sé, pero no me gusta que me apresuren, lo tengo todo planeado-
Mentía, sólo quería retrasar ese asunto, pues en verdad disfrutaba la convivencia con Miguel, niño el cual ya se había ganado su simpatía. Quería que durara un poco más.
-¡Está bien! De todos modos ya sabes las consecuencias-
Ernesto lo presionaba para continuar con su plan maquiavelico cuando percibía que el corazón de Marco se ablandaba.
En el momento en el que él despertaba, se preocupaba un poco, pues recordaba que no tenía elección, su destino estaba sellado y su amistad no podía continuar mucho tiempo, pero eso no le quitaba las ganas de divertirse como lo que es, un niño como cualquier otro.
Ese día y al terminar de clases debía ir a la escuela de música.
-¡Hey! ¿Ya nos vamos?-
Gritó Miguel desde lejos, acercándose con su bicicleta.
-Ni creas que me voy a subir a eso-
-Vamos, será divertido, además algún día debes aprender-
Marco no quería en realidad, pero tenía que darle gusto a Miguel. Así que, desde la cima más alta de la calle (pues algunas zonas son monte y algunas calles no son del todo planas o regulares) se las ingeniaron para subirse los dos, obviamente Miguel pedalear, Marco estaba detrás de él, tenía miedo.
-¿Estás seguro de que no nos pasará nada?-
Marco estaba nervioso, estaban en un punto muy alto.
-Confía en mí, no nos pasará nada, además ¿Cuándo te he fallado?-
Esa pregunta le pegó en la moral al pobre de la Cruz, su sonrisa se borró, ahora parecía estar en un estado de tristeza más que de pánico.
-¡Aquí vamos!-
Miguel avanzó un poco y dejó que las leyes de la física hicieran que bajaran por esa pendiente demasiado rápido, Marco sentía ahora como si sus órganos se comrpimieran, eso junto con el pánico a las alturas lo hizo gritar un poco mientras se aferró a Miguel rodeando su cuello con un brazo y con el otro rodeando su torso, abrazandolo muy asustado hasta llegar al punto de privarlo de aire.
-¡AY NOOOOOOO!-
-¡Me estás ahorcando! ¡Me ahogo!-
Miguel notó que tal vez eso fue demasiado así que decidió frenar de golpe, lo que hizo que ambos bruscamente se cayeran de la bicicleta, quedando entonces, Miguel encima de Marco sobre el suelo.
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Griten :v
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Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel Rivera
FanficDel odio al amor sólo hay un paso. Después de darle crédito al verdadero mejor músico de todo México, Héctor Rivera, la reputación de Ernesto de la Cruz en el mundo de los muertos se fue en picada, incluyendo la de su lejana familia en el mundo de...