Apenas era de noche, y en el mundo de los muertos Marco tenía poco tiempo para regresar.
-Escucha, Marco, siempre supe que este mundo y el de los vivos estaban totalmente distorsionados, así que esas cosas ya no me sorprenden-
Si Imelda no sentía empatía por aparatos electrónicos, mucho menos por alguien que tuviera preferencias sexualidad distintas. Si, triste pero cierto.
-¿Me está usted diciendo que cree que yo estoy "dañado"?-
Preguntó Marco.
-Es que, no entiendo, ¿Por qué mi tataranieto Miguel y no otra persona?-
De todos modos ella hacía su esfuerzo.
-Escuche, yo no quería que eso sucediera, Miguel tuvo la culpa, por ser como es-
-¿Y cómo es él?-
Imelda se cruzó de brazos.
-Es...totalmente lo opuesto a lo que yo era al principio, siempre justo, transparente, alegre, su manera de tocar la guitarra era algo taaan melifluo...y esa forma de ser tan ¡él! Me gusta mucho-
-Ay no, mejor me voy-
Al parecer a Héctor también le incomodaba la idea de pensar que a Miguel le gustaba comer camote, así que se levantó del sofá y se fue a ver la televisión con su hija Coco.
Así que Imelda y Marcó fueron a sentarse a la cocina.
-Tu...¿En verdad lo quieres?-
Imelda lo incitaba a beber del té que había preparado.
-Lo amo, señora, creo que es lo único que le dio sentido a mi vida después de perderlo todo en la ciudad de México-
-¿Y qué conseguiste?-
-Descubrí lo que en verdad era tener una familia, y no sólo cosas materiales, el fue mi único amigo, los demás sólo me querían por mi fama, pero él no-
Al joven de la Cruz le brillaban los ojos cuando hablaba de Miguel, Imelda al ver eso se acordó de tantas cosas, se sintió identificada por él, sabe lo que se siente que el amor que se tiene por alguien sea mal visto por prejuicios sociales.
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Retrospectiva
-¡Pero yo así lo quiero, mamá!-
-¡Ay Imelda! Caes mal, siempre de respondona, ¡entiende que ser la mujer de un músico no te traerá nada bueno!-
-Eso no me importa, yo quiero casarme con Héctor-
-Si no me haces caso, vas a terminar pidiendo limosna, ¡porque de la música no se vive!-
-¡Pues haré lo que haga falta, pero yo lo amo y no me importa lo que tu digas!-
-¡Imelda! ¡Si cruzas esa puerta, te olvidas de que tienes una familia!-
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Recordó cuando cruzó aquella puerta, desde ese día, Imelda había hecho su propia familia, una mirada de tristeza la invadió, pero volvió a sonreír.
-Todos hemos hecho sacrificios por alguien, la vida nos quita lo que nos hacía felices, pero nos pone en camino cosas mucho mejores, tal vez perdiste todo tu patrimonio, pero mejoraste como persona gracias a ello-
-Ahora me doy cuenta que nunca quise ser como Ernesto...-
Marco, ya casi como un esqueleto, miró hacia abajo.
-Yo no creo que seas como él, y debes demostrarlo, si es que quieres recuperar a Miguel-
-¡¿En serio?!-
El joven se sorprendió, pues al ver que Imelda era una mujer de carácter ultra conservadora, se le hizo extraño.
-Si, y aunque no es algo que me agrade, parece que en verdad estás arrepentido, además, jamás había visto a Miguel actuar así, tan molesto...ni siquiera cuando me reclamaba por no dejarlo tocar música, se había puesto así, y, bueno, yo sólo quiero que sea un niño felíz, y si tu eres parte de esa felicidad...entonces ¿Qué estamos esperando?-
-¿Usted cree que sí me perdone?-
-Claro, conozco muy bien a mi familia-
-Pe-pero, ni siquiera sé si regresaré-
Marco estaba un poco asustado, ya se veía como todo un esqueleto, pero el hechizo surtía efecto al amanecer.
-Yo sé que regresarás al mundo de los vivos, Miguel ahora no la debe estar pasando nada bien, por ende, la condición que ciegamente aceptaste, tal vez haga que vuelvas-
-Ay...-
Expresó Marco con pesadez.
-Pero piensa, debes volver a ganarte la confianza de Miguel de alguna forma-
Decía Imelda, mientras recordaba todo lo que tuvo que hacer Héctor durante un año para que ella lo perdonara. Pero en eso volteó a ver a toda la familia viendo el sertamen de belleza en la televisión mientras comían palomitas de maíz con mantequilla.
-¡¿Qué les he dicho de la mantequilla?!-
Ella se levantó y comenzaron los regaños.
Marco miraba su triste reflejo calavérico en su taza de té, incluso los relieves coloridos se formaban en su carita, miró el reloj, eran las 11:30 pm.
Después miró esa moneda de plata que Miguel le había lanzado, pensó que tal vez tenía algún significado, sea bueno o malo, ahora se convertiría en su posesión material más valiosa, por el simple hecho de que voluntaria o involuntariamente, era un regalo de Miguel para él.
Narra Marco
¿Será que todavía me quiere? Si no, ¿Por qué me regaló esto?
Narrador
El corazón de Marco comenzó a latir con un poco más de fuerza, se estaba haciendo ilusiones.
Imelda regresó con Héctor.
-Hiciste que me perdiera la mejor parte el sertamen, ¿Por qué?-
-Puedes ver la repetición el próximo domingo, y esto es más importante, necesitamos que recuerdes, ¿Qué hiciste para reconquistarme cuando nos volvimos a encontrar?-
-Hmmm...-
Entonces Héctor le comentó con muchos aires de grandeza, todo lo que tuvo que hacer, lo que tuvo que padecer y sufrir para volver a tener el amor de Imelda.
Dieron las 3:00 am, y Marco ya había tomado muchas tazas de té, pero continuaba escuchando al pie de la palabra cada cosa que dijera Héctor.
-Pero lo más sentimental para mi fue cuando volviste a cantar después de tantos años-
-Ah era mi canción favorita, bueno todavía lo sigue siendo, significa tanto para mi-
Imelda recordaba con alegría aquella ocasión.
-¿Cuál?-
Preguntó Marco. Y en menos de lo que esperaba, Imelda ya estaba cantando. A ninguno se le hizo extraño, toda la familia canta, baila y toca instrumentos.
Ay de mi, llorona
Llorona de azul celeste
Y aunque la vida me cueste, llorona
No dejaré de quererte.Marco se sentía totalmente identificado con cada verso, como si esa canción hubiera sido escrita únicamente para él y para Miguel, pero bueno, cada quien su perspectiva.
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No tenemos escapatoria señores :'v ha sido un honor escribir y leer con todos ustedes :'v -se larga a su bunker a suicidarse-
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Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel Rivera
FanficDel odio al amor sólo hay un paso. Después de darle crédito al verdadero mejor músico de todo México, Héctor Rivera, la reputación de Ernesto de la Cruz en el mundo de los muertos se fue en picada, incluyendo la de su lejana familia en el mundo de...