¿Sólo las paces?

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Miguel volvió a dormir, cuando despertó ahora aparecieron ese par de oficiales en la puerta junto con toda la familia.

-¿En verdad es necesario? Es sólo un niño y apenas está despertado-

Dijo muy molesta Elena, pues ellos venían con intención de interrogarlo.

No les tardó mucho en realidad, aunque Miguel ya se visualizaba en el MP y luego en el tutelar de menores, afortunadamente no habían cargos en su contra.

Al contrario, vinieron a informar que un grupo de peritaje analizó el área y en el MP por deducción lógica, la escuela no era lugar para almacenar tanques, pero gracias al accidente que tuvieron Marco y Miguel en ese lugar, pudieron darse cuenta que no sólo era un almacén clandestino de tanques de gas natural si no también de combustible robado por huachicoleros.

Por lo tanto, no había nada de qué acusarlos, les agradecieron ambos su cooperación y desearon su pronta recuperación.

Después de eso, Miguel aún estaba inundado de preguntas.

-¿Cómo está Marco?-

-No nos han querido dar detalles, sólo sabemos que ya despertó-

Dijo Luisa un poco seria, algo que su hijo notó claramente.

-Mamá, yo tuve la culpa, yo lo empujé, no quisiera que te molestaras con él, aunque...no dudo que no quieras que le vuelva a hablar...-

Miguel tenía un semblante triste.

-Al contrario, jamás voy a terminar de agradecerle lo que hizo por ti-

Al escuchar eso, Miguel se confundió de nuevo, pues pensó que hablaba de la ocasión reciente de Marco cayendo al vacío, pero ella no estaba allí.

-¿Cómo?-

Miguel hizo la cabeza de lado pues no comprendía.

-Verás, cuando te desmayaste, él arriesgó su vida para salvar la tuya, consiguió salir de ahí y te arrastró para que no inhalaras más gas, aunque estuviera a punto de caer rendido, por suerte un profesor junto con un ingeniero lograron dar con ustedes, pero la explosión...al menos están a salvo, no recordemos eso-

Volvió a sonreír, Miguel ahora sabía que Marco le demostró con hechos lo que era capaz de hacer por amor, inclusive pisotear su dignidad si era necesario, pero lo que en verdad valía la pena, eran las cosas que se hacían por otras personas sin esperar nada a cambio, cuando sale dentro de uno su verdadero ser.

-¡Pero! Ellos se irán a Viena, él y su mamá...-

Dijo Miguel deprimido.

-Ya sabremos cómo contactarlos, no estés triste-

Luisa acarició el rostro de su hijo dándole la esperanza de que no reprimiría la decisión de volver a ver a ese malcriado que tanto quiere.







Días después.





Durante un día nublado, Marco estaba en el parque de afuera de la escuela, sentado en la banqueta mirando a los demás jugar.

De repente Miguel apareció con un elote preparado en mano y en la otra unos esquites, los cuales se los ofreció a Marco, este sin decir nada, los tomó.

-¿Cómo sabes que sólo como esquites?-

Preguntó Marco.

-Alguien como tu, sólo puede comer granos de elote en un vasito y con cubiertos-

Dijo Miguel con una sonrisa y sentándose a un lado de él.

-Pues, gracias-

Marco le devolvió la sonrisa, pues desde que salieron del hospital no se habían vuelto a hablar.

Mientras comían en silencio, ahora Marco interrumpió.

-Por cierto, yo también tengo algo para ti-

Sacó de su bolsillo otro dulce de leche envuelto en papel celofán rojo brillante.

-¿Cómo supiste que...?-

-El dulce de leche es tu favorito, y más si tiene pedacitos de nuez-

-Pues...¡gracias!-

Respondió Miguel con una gran sonrisa, esa sonrisa que tanto le encantaba a Marco.

-Así que...hm, supongo que al final, después de todo, lograste lo que querías-

El joven Rivera habló.

-¿Qué cosa?-

Preguntó Marco.

-Ya sé que te tengo harto del tema pero, cuando te conocí estabas tan emocionado por eso que...-

Decía con una sonrisa nerviosa.

-Ah...te refieres a Viena, pues, siempre había sido mi sueño poder estudiar allá, donde los mejores artistas de todos los ámbitos egresan-

A Miguel le sorprendió que Marco por fin hablara de eso sin sentirse incómodo, debe ser porque ya no son nada, no había razón de evitar el querer viajar.

-Si...supongo que debe ser genial, entonces, ¿Allá hablan inglés o cómo está la cosa?-

-Alemán austriaco, aunque tal vez alguien tenga que hablarles en español, no lo sé, ni me interesa-

Dijo Marco.

-¿Entonces qué vas a hacer para poder comunicarme cuando estés allá?-

Preguntó Miguel muy curioso.

-No voy a ir-

Dijo Marco en seco.

-¡¿Qué?! Pero, acabas de decir que...-

Miguel se sorprendió tanto que casi tira su elote.

-Si pero, me di cuenta de que quiero quedarme aquí en México, mi lugar es aquí, en Santa Cecilia-

Decía Marco hablando con tanta tranquilidad.

-¿Y qué te hizo cambiar de opinión?-

-Pues, la vida da muchas vueltas, un día estás esperando una oportunidad en el extranjero, y otro día estás con gente que te hace pensar diferente-

Lo que quiso decir "tu eres la razón".

-¡Pero...! ¡¿Y qué pasará con Viena?!-

-Le di mi lugar a alguien que lo aprovechará-

-Entonces...¿No te irás?-

-Hm, claro que no, tonto-

Dijo Marco riendo entre dientes.

-Es que...¡eso es excelente! Porque...bueno, yo, supe lo que hiciste por mi ese trágico día y...no sé cómo agradecertelo-

Miguel se ruborizó un poco.

-No hay nada con lo que puedas agradecer, que no sea solo sonreír-

Y esa respuesta fue suficiente para que el joven Rivera consiguiera mirar hacia otro lado tratando de esconder más ese notable sonrojo.

-Es que, me sentía un poco mal porque, pensé que en unos días ya no te volvería a ver, pero quiero decirte, desde que desperté en el hospital...quería preguntarte si...-

Miguel hizo una pausa.

-¿Si?-

Marco lo miró a los ojos, podía notar como sus pupilas estaban un poco dilatadas.

-Si...nos damos...otra oportunidad-

Dijo Miguel con un poco de inseguridad y nerviosismo.

-¿Y Catalina?-

Preguntó Marco en seco.

-Terminé lo que ni siquiera empecé, te mentí cundo dije que ella y yo...¿Tu entiendes verdad?-

Miguel estaba un poco apenado. Marco sólo respondió con una dulce sonrisa tan plena, que había tanto que decir pero a la vez nada, se limitó a rodear a Miguel con su brazo, apegándolo a él para que se recargara en su hombro.

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora