Día de muertos

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La noche era cálida y perfecta, lista para festejar a los que ya no están. Miguel desde hace tiempo volvió a utilizar esa guitarra que Marco le había regalado, sólo era cuestión de acomodarle unas cosas, pues no estaba rota del todo.

Después, Marco estaba ayudando a acomodar la ofrenda, colocando cada elemento de acuerdo a como es la tradición.

-¿En tu casa ponían ofrenda?-

Preguntó Miguel dando los últimos detalles.

-Si pero, era una ofrenda sencilla...-

Marco hizo una pausa cuando se dio cuenta que había un espacio faltante en el altar.

-¿Qué pasa, Marco?-

-¿Falta una foto?-

-Eh...-

-Pero no puede ser, aquí están todos, tu tío Oscar y Felipe, tus tías Rosa y Victoria, la señora Coco e Imelda, Héctor...tu papá Julio, tus otros abuelos, los papás de tu tía Carmen, los primos lejanos de tu mamá, la hermana de tu abuelito Franco, si si si, ¿Quién nos falta?-

Marco ya conocía a toda la familia, así que no pudo haber sido un mal cálculo de espacio.

La señora Elena aclaró la garganta, haciendo que ambos niños voltearon a verla, y enterarse de que llevaba la foto del papá de Marco, quien por un momento se sintió tan dichoso.

-No creerás que tu papá se va a quedar fuera de la ofrenda de la familia, ¿O si?, si no, no podría cruzar hasta aquí-

Elena alzó una ceja.

-¡Para nada! Es todo un honor, y sé que mi padre dónde quita que esté se ha de sentir muy felíz por tan noble gesto, señora-

Dijo Marco muy agradecido mientras tomaba la foto de su padre.

-Ay, bueno andale mijito, que la noche en día de muertos es corta-

Salió la señora Elena muy contenta, Marco colocó la foto en el espacio faltante, mientras tanto, su madre llegó con algunas cosas que a su difunto marido le gustaban en vida.

Y así fue como Marco y su madre comprendieron que la familia no es sólo la que lleva tu misma sangre, si no la gente que está contigo en los mejores y peores momentos sin importar las sircunstancias.

-¡Apurense niños que ya va a empezar la fiesta en la plaza!-

Habló el tío Berto para que todos se fueran enlistando.

-¡Vamos!-

Exclamó Miguel mientras conducía a los demás a la salida, incluyendo a Dante y a los cuatro perritos chihauhua que Marco había adoptado.

Mientras tanto, en el mundo de los muertos.

-¡Su hijo puso su foto en la ofrenda de la familia de su novio! ¡Disfrute su visita!-

-Muchas...¡¿Qué?!-

Valente se sorprendió demasiado, pero antes de poder decir algo más, Héctor lo jaló del brazo para que no se quedara atrás.

-¡Vámonos mi buen amigo que nos esperan allá!-

Y él, quien ya estaba bastante integrado en la familia Rivera, se sentía como en casa estando con ellos, todos caminaron por el puente de flores brillantes y luminosas hasta llegar al mundo de los vivos, lugar donde en la plaza ya estaba de ambiente.

Siguieron el camino de pétalos hasta llegar a la casa de zapateros y un músico, al llegar a la ofrenda se sirvieron tamaño festín, para después dirigirse hacia la plaza junto con los demás difuntos.

El año pasado no estuvo nada mal, pero este día sería mucho más especial.

-No puedo creer que fue hace un año que te conocí, mi tamalito-

Decía Marco arriba del kiosco viendo a Miguel quien estaba abajo. Si, les tomó un año el poder decirse apodos no tan cursis pero con mucho estilo. Y bien podía asimilarlo con un esponjoso, suave y cálido tamal, pues nadie se resiste a su glorioso sabor.

-Intentaste tomar mi guitarra, sin saber que habías tomado mi corazón desde el primer momento en que te vi, pancito-

Miguel lo veía muy enamorado, tan enamorado como lo está del pan de anís en forma de marranito, ese pan tan dulce que tanto le gusta.

-Apuesto que tu hojaldra de mole no pensó lo mismo-

Marco soltó una leve carcajada.

-¡Ay no que pena! No quiero recordar eso, ¡hey ya nos toca cantar!-

Y al momento Marco comenzó a tocar.

En el poblado de Santa Cecilia
Nació la leyenda que aquí contaré
Cruzaron por el umbral de la muerte
Un perro y un niño de nombre Miguel
Fue con la magia de una guitarra
Con sólo tocarla viajó al más allá
Se fue buscando el amor de su abuelo

Su voz se escuchaba desde incluso las afueras del lugar, mientras bajaba las escaleras, le regalaba al destinatario de la pieza, sonrisas atrevidas.

Y no tuvo miedo de cruzar el portal

Y entre los muertos empezó a buscar

¿Dónde estás?, que te he venido a buscar
¿Dónde estás?, que nos debemos la despedida
Te necesito abrazar
Aquí estoy, y vas a verme bailar
Aquí estoy, en cada vela encendida
Porque la muerte es la vida, enciendes luces en otro lugar

Llévanos contigo, Miguel

Como quisiera que aquellas historias que son fantasía se hicieran verdad
Poder hablar con los que se nos fueron
Qué allá nos esperan en otro lugar
Enséñanos, Miguel, a no olvidar

Aquí estás, y te he venido a encontrar
Aquí estás, sé que no existen las despedidas
Voy a volverte a abrazar
Aquí estoy, y vas a verme brillar
Aquí estoy, en cada vela encendida
Porque la muerte es vida

Llévanos, Miguel, a esa dimensión
En donde la muerte es sólo una ilusión

Aquí estás, y te he venido a encontrar
Aquí estás, se que no existen las despedidas

Miguel volvió
Y descubrió
Que sólo muere
Lo que se olvida.

Al terminar el corrido, no quedó nada más que vítores y aplausos, bueno, no faltó una que otra morbosa que les gritara ''beso, beso'' que provocó que toda la gente a su alrededor le siguiera, Miguel ahora estaba tan ruborizado como el partido comunista, retrocedió un poquito, pues con tanta gente mirándolos no estaba seguro.

Y a decir verdad, Marco tenía un pequeño ataque de nervios, pero eso no borraba esa sonrisa en su rosto, a pesar de eso, la guitarra que tenía en brazos la pasó con cuidado atrás de él sin descolgarla.

Por primera vez, Miguel se armó de valor y corrió hacia Marco para tomarlo de las mejillas y darle un beso de piquito, lo suficiente para que muchas morbosas fujoshis gritaran como pinches locas al momento en en que Marco cargó por unos segundos a Miguel abrazándolo.

Ambos estaban ruborizados, pero no sólo por ellos mismos, si no por la gente que los miraba y reaccionaba ya sea tanto positivamente como negativamente, eso poco les importaba. Nunca hubo motivos para esconderse de nadie.

Entre Notas Musicales || Coco || Marco de la Cruz x Miguel RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora