<< Nunca pensé que pasaría mis días de juventud en un almacén abandonado y rodeada de yonquis. >> Pienso mientras echo otro vistazo al exterior de la nave industrial que me sirve de punto de reunión temporal. Son las seis de la tarde y mi contacto se retrasa.
Con impaciencia me paso las manos por el largo y fino cabello oscuro que me llega hasta más allá de los omóplatos y me ajusto las gafas de sol.
Estos encuentros me ponen cada vez más nerviosa. Las cosas se están poniendo difíciles y sé que alguien me pisa los talones, aunque no esté segura de quién es la mano que mueve las marionetas desde las sombras.
Mis sentidos aumentados me permiten detectar la forma cálida que se acerca, casi puedo oler el suculento regalo que me trae. Un presente que, junto a su silencio, me cuesta varios cientos de dólares al mes. Si no tuviera un trabajo bien pagado, hace tiempo que habría acabado desmayada en algún callejón.
<< Llegas tarde, Jack. >> Le susurro directamente a su mente. Ni siquiera sé si Jack es su nombre real pero tampoco me importa.
El hombre delgado y pálido, aunque no tanto como yo, no dice nada y se limita a extraer un recipiente metálico de la bolsa que lleva al hombro. Me he acostumbrado a inspeccionar la mercancía antes de pagar; no sería el primero que intenta jugármela tras todos estos años. Su olor es puro y delicioso. Ya casi puedo sentir los primeros síntomas de la anemia que consume mi cuerpo, así que le tiendo el fajo de billetes pequeños con un gruñido y cada uno se aleja en direcciones opuestas.
Me refugio otra vez en el almacén para alimentarme.
El sabor de un 0 negativo es más dulce que el de cualquier chuchería prefabricada de las que se consumen hoy. Una dosis me mantendrá viva unas semanas más.
Podría decir que parece que he dado con un buen aliado. Este Jack ha sabido proveerme durante siete meses sin tratar de extorsionarme ni hacer preguntas. Demasiado bueno para ser cierto, supongo, pero aprovecharé mientras me dure la suerte.
Es hora de volver al trabajo.
Abandono la zona del puerto con discreción en dirección a la parada del autobús y las entrañas de la ciudad. El restaurante, el Blue Smoke, está situado en plena Isla de Manhattan, en el mismísimo East Village; y hasta una mera camarera recibe una buena paga, sin contar las generosas propinas que dejan algunos de los clientes.
El turno de noche y madrugada es lo mío. Me pego unas buenas ocho horas sirviendo filetes y copas a partes iguales hasta que el último de los borrachos de alta categoría decide irse a casa a dormirla antes de que comience a amanecer.
Un pequeño desván de alquiler es mi residencia desde hace aproximadamente un año, muy cerca del trabajo, es lo mejor que me puedo permitir dados mis gastos adicionales.
La mejor noticia es que, un día más, no hay señales de mi hermano, Vladdy.
Mis persianas siempre están bajadas. Enciendo la televisión y me tiro en el sofá con el uniforme, de un azul cerúleo francamente espantoso, aún puesto.
— Tony Stark, director de S.H.I.E.L.D., ha declarado que, ante el caos que ha causado el aumento de personas con poderes debido a las nieblas terrígenas liberadas por Mercurio, vástago del mutante conocido como Magneto, pondrán en marcha un plan de control para liberar a aquellos que así lo deseen de sus habilidades recién adquiridas.
Cada palabra parece salir directamente de los labios del señor Stark.
<< Liberar de sus habilidades >> Un lenguaje elegante para anunciar que han encontrado una forma de destruir a los mutantes.
Tony Stark nunca había sido mutante, ni la mayor parte del equipo que lo acompañaba actualmente, por lo que qué demonios podía saber él del temor de despertarte una mañana siendo un extraño apestado para las personas que te rodean.
En Transilvania todo era más sencillo, aunque tuviera que soportar a mi hermano. Los humanos apenas nos cruzaban la mirada y nos respetaban sin saber lo que éramos. Puede que hubiera más ahí fuera, pero era tan fácil guardar las apariencias que descubrir a otro nos parecía poco menos que imposible.
Las cosas fueron bien algún tiempo, pero lo bueno nunca dura y a Vladdy se le fue.
Mi hermano es muchas cosas, pero si tuviera que escoger una palabra sería cualquier sinónimo de persistente. Afortunadamente siempre ha estado ahí uno u otro héroe para pararle los pies cuando ha tratado de apoderarse del mundo. Ahora lleva bastante tiempo inactivo encerrado en alguna dimensión lejana, el suficiente para que comience a preocuparme su posible vuelta.
— Stephen Strange, entre otras de las mejores mentes mutantes, es quien se encuentra detrás de los avances en el conocimiento de la mutación.
<< ¿Stephen? >> Su imagen en la pantalla me despierta instantáneamente.
La sensación en mi estómago me trae recuerdos, en su mayor parte agradables. Pero el Stephen de mi memoria no participaría en algo como esto, aunque ya han pasado muchos años desde la última vez que cruzamos palabra. El hombre maduro cuya estampa la presentadora halaga en exceso es distinto al joven al que conocí.
<< Será una pesadilla. >> Pienso mientras me doy media vuelta en el sofá para darle la espalda a la pantalla, en la que continúan mencionando algunos de los casos de mutantes recientes que han provocado accidentes graves.
Pero no puedo dormir.
Esa estúpida noticia ha abierto una puerta en mis pensamientos y, consciente de que no podré cerrar los ojos hasta que recuerde todos los errores que cometí, me dejo llevar por la serie de imágenes del pasado que se agolpan buscando atención.
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¡Gracias por empezar a leer mi fanfic de Doctor Extraño!
Esta historia la pensé como un aquí te pillo, aquí te mato entre Strange y mi OC pero poco a poco se ha ido convirtiendo en algo más.
A ver dónde nos lleva este camino repleto de sangre como primer plato, artes místicas de segundo y un postre dulce pero picante. Espero que lo averigües conmigo.
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Rather Strange (fanfic Doctor Strange)
FanfictionSINOPSIS Lianda Tepes es una "joven" vampira recién residente en Nueva York. Prefiere mantenerse ajena al mundo de los super héroes pero el lanzamiento de una iniciativa para revertir los efectos de las nieblas terrígenas, así como cualquier otra mu...