35. Deberes para casa.

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— Por las hirsutas huestes de Hoggoth... — NK8 escucha, impotente, nuestras voces combinadas. — ... te destierro a otra dimensión.

Un agujero negro rodeado de una estela de colores se abre tragándose parte de la 'luz absoluta' que el mercenario mutante ha generado y engulléndole a él mismo después.

La iluminación de la sala vuelve a la normalidad en cuestión de segundos y me dejo caer a plomo en el suelo, exhausta y con cada centímetro de mi piel quemada. Ya no siento la presencia de Stephen en mi cabeza y no es una sensación menos extraña que tenerle dentro. Él llega a mi lado y tantea con sus manos mi cara y las quemaduras de mis brazos. Probablemente apenas pueda verme a causa de la sobreexposición a la luz que han sufrido sus ojos, probablemente sólo sea una mancha borrosa... igual que él lo es para mí, aunque confío en que no tardaremos en regenerarnos si conseguimos salir de aquí.

— Por fin... — Barton y Natasha jadean tras derribar la puerta metálica que separaba la habitación de las demás salas.

— ¿Qué ha pasado?

— Os habíais dejado un mercenario.

Los agentes de S.H.I.E.L.D. deben entender que no es el momento de más adecuado para las explicaciones y nos ayudan a ponernos en pie antes de que el Doctor abra uno de sus portales hacia el búnker de Furia.

Pierdo las escasas fuerzas que me quedan y el conocimiento en cuanto me tumban en una camilla médica.

— ... y el agente, NK8, ¿dónde se encuentra ahora?

— A buen recaudo. Retenido en un plano distinto al nuestro, por si S.H.I.E.L.D. quiere interrogarlo, pero recomendaría hacerlo tras aplicarle el suero o con algún tipo de inhibidor de mutación. Posee unos formidables poderes fotokinéticos.

Comienzo a escuchar la conversación desde la habitación contigua cuando abro los ojos completamente desorientada. Aún estoy enganchada mediante una vía a una bolsa de sangre que va por la mitad. La habitación no parece la del búnker, más bien parece un cuarto de hospital. Las persianas deben estar bajadas porque no entra ni una gota de luz natural y toda la iluminación proviene de una lamparita de noche a mi espalda. Múltiples cicatrices recorren mi piel en los lugares en los que estaban las quemaduras. En circunstancias normales ya me habría recuperado por completo, pero no había sometido mi cuerpo a tantos daños y tanto estrés desde hacía... Las similitudes son alarmantes. En una camilla similar me hallaba cuando, tras la caída de mi hermano, empecé a pensar en renegar de la vida que había llevado hasta el momento... de Stephen.

— Estás despierta. — Me giro y veo a Emily sentada en un butacón verde que poco antes quedaba fuera de mi vista. — Tu capacidad de regeneración celular es increíble.

Junto a ella, posado en el alféizar interior de una de las ventanas, hay un elegante cuervo negro cuyas plumas emiten destellos verdes. El animal inclina ligeramente la cabeza cuando ve que fijo mi mirada en él. Debe ser el esquivo Dios del Engaño en una de sus formas animales.

— Ni siquiera voy a preguntar... — Pronuncio con esfuerzo, esperando que ella me entienda.

— Hemos decidido que lo mejor será quedarnos fuera de los radares de S.H.I.E.L.D. un tiempo... — Hace una larga pausa, pero decide seguir explicándose. — No sé hasta dónde llega la mercenaria de HYDRA que hay mi cabeza, pero sí que los agentes que han sido desprogramados no siempre acaban bien.

— ...

— Espero no volver a escuchar... esas palabras delante de mí, pero hay otros, telépatas, a los que podemos acudir y que pueden ofrecernos más garantías.

— Suerte. De verdad.

Mientras estoy pronunciando estas palabras, se abre la puerta y la presencia de Stephen inunda la habitación.

Emily nos sonríe a los dos, hace un gesto de despedida con la mano y vuelve la mirada hacia el cuervo, que vuela sin hacer ni un ruido hasta su hombro y los dos se desvanecen en el aire.

— Volveremos a verlos. Loki no aguanta mucho sin meterse en líos.

— Me lo puedo imaginar. — Me incorporo sobre la cama y él se sienta a mi lado. — Creo que tú también tienes esa peligrosa costumbre.

Touché.

Durante unos segundos, el silencio invade la habitación.

<< Bueno, ¿vas a besarme o estás esperando a que Stark nos interrumpa? >>

Sus ojos reflejan sorpresa y luego esboza una suave sonrisa antes de obedecer a mi petición mental. Rodea mi cuerpo con sus brazos poniendo cuidado en rozar lo menos posible las cicatrices.

— Buscaos un hotel.

<< Antes lo digo... >>

Tony está apoyado en el marco de la puerta y también parece contento.

— Furia acaba de marcharse de vuelta al Triskelion, me ha dejado deberes para casa. — Alza la carpeta de documentos que lleva en una mano y luego bebe un trago del refresco que sujeta con la otra. — Pero, aun así, pienso dar una pequeña fiestecita en la torre Stark. Íntimo. Nada de etiqueta. Por si os apetece pasaros. — Y sin esperar respuesta desaparece hacia el fondo del pasillo.

<< Yo no quiero más 'fiestas' en una buena temporada. >>

Stephen frunce casi imperceptiblemente los labios.

Nos encontramos en la misma coyuntura que la última vez. Él, el Hechicero Supremo de la Tierra que siempre está metido en algún jaleo, y yo, una vampira que pasa de líos.

En un doloroso esfuerzo, levanto mi mano para entrelazar mis dedos con los mechones canosos que le recorren los lados del pelo.

— Prométeme sólo una cosa. — Vocalizo, aunque aún me cuesta sacar la voz y sería mucho más fácil decirlo con la mente.

— ¿El qué?

— Que sacarás la basura mística todos los días.

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Y, mejor tarde que nunca, como regalo de Reyes o de Navidad atrasado, aquí está el último capítulo de este fanfic del Doctor Extraño que tanto me ha gustado. Sí, ha llegado la hora de echar el cierre, aunque me da infinita pena T_T

Muchas gracias a todos por haber acompañado a Lianda, a Stephen y a todos los demás hasta aquí y espero que hayáis disfrutado el viaje. Cualquier sugerencia, comentario o pregunta que tengáis serán bien recibidos y contestados a la mayor brevedad.

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora