10. El mejor amigo del hombre.

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Stark también está involucrado. Sé que Stephen tiene su apartamento protegido, ya que tuvo que bajar un par de barreras para que pudiéramos entrar todos. Además, los tres se fueron al Sancta Sanctorum y no habrá nadie si encuentran la manera de hacer una redada. Si Tony no sabe dónde está, lo más probable es que salieran de allí en otra dirección.

Aun con esa seguridad, parte de mí se muere por ir a su encuentro y ponerle al corriente.

No puedo fiarme de que Stark no me haya dejado ningún regalito por ahí, un micrófono del tamaño de una lenteja, una micro-cámara o quizás un par de agentes de paisano vigilando desde una sórdida furgoneta. He sido demasiado inocente al quitarle la vista de encima para cerrar la puerta. Tendría que haber salido tras él y haberle metido el vasito de agua por donde nunca le da el sol, con armadura o sin ella.

<< "Intenso. Inconstante." >>

No parecen un halago así que me las voy a tomar como una crítica constructiva. Si ahora reaparezco, apenas tres horas después de haber declinado su mano, me definirán.

<< Respira... Espira... >> No hay mejor mantra, al menos que yo conozca.

Por lo menos la visita de Stark ha animado las cosas por aquí y aguantaré despierta hasta que salga el sol, al que por cierto ya no puede quedarle demasiado a juzgar por la hora que anuncia el viejo reloj analógico de pared, antigua publicidad de Coca-Cola.

<< Joder. Soy como soy. Punto. >> Y prefiero arrepentirme una y mil veces que cambiar. Se ve que los años sólo acentúan las malas costumbres.

He salido por la escalera de emergencias, saltado a otro edificio y bajado por el otro lado. Todo por asegurarme de que no me sigan. Notaría su presencia.

Hay apenas media hora de camino desde mi buhardilla hasta el famoso Sancta Sanctórum. El inmenso edificio de cuatro plantas caracterizado por una ventana oval a imagen del sello de los Vishanti es un punto de referencia en Nueva York y es fotografiado diariamente por cientos de turistas; por supuesto, la entrada no está permitida a aquellos ajenos al templo. Este barrio parece otro por la noche. Las únicas almas que pululan por allí, además de mí, son un grupo de jóvenes bastante borrachos al final de la calle que pretenden alargar la fiesta con un desayuno, o eso es lo que se gritan los unos a los otros.

Espero que Wong esté despierto. También espero que las defensas místicas no me frían mientras busco el interruptor mágico oculto entre los toscos ladrillos de la fachada del edificio opuesta a la entrada. Supongo que una nunca se olvida de la forma de entrar a hurtadillas en la guarida secreta de un ex.

Un clic y la puerta se abre.

La primera planta la ocupan casi por completo las escaleras que suben hasta el primero de los salones plagados de vitrinas que contienen artefactos mágicos. Aparezco detrás de una pesada estatua de piedra que no tengo ni idea de a quién representa y todo está a oscuras. Por suerte mis ojos se adaptan rápidamente a la falta de luz.

Un susurro. Algo se desliza. Hacia mí.

La capa de levitación me rodea, me cachea como quién no quiere la cosa y finalmente se enreda alrededor de mi cara, tapándome la boca y la nariz.

<< ¿Qué demonios...? >>

Intento moverme, pero ella tira de mí en la dirección opuesta. Sólo consigo sofocarme y hacer la respiración más dificultosa. Evidentemente sabe algo que yo no sé, así que cejo en mi empeño de resistirme y le dejo hacer. Me retiene pegada a la pared y afloja su sujeción para permitirme tomar aire con libertad.

<< Stephen... >> Le busco mentalmente a través de los distintos pisos del edificio, pero no encuentro ninguna presencia. Los residentes del Sancta Sanctórum son maestros de las artes místicas que no tendrían ningún problema en ocultarse a mis habilidades, aunque... esto pinta bastante mal. Tendré que fiarme de la capa.

— No hay rastro de Strange ni de sus ayudantes.

<< Hay alguien aquí, pero evidentemente está ocultando su presencia. >>

— Espera, TR23 acaba de detectar un telépata. No somos los únicos que buscamos al Doctor.

Mierda. Echo de menos el haber aceptado más clases para perfeccionar mis habilidades de ocultación mental, pero hago lo que puedo para cerrarme a una posible invasión por parte de otra persona con habilidades telepáticas.

La capa me ciñe aún más a la pared por la que he aparecido. Parece estar buscando algo.

Quien quiera que haya conseguido entrar en el Sancta Sanctórum tiene un telépata de su lado que oculta su presencia y se asegura de que la zona esté despejada. No es el estilo de S.H.I.E.L.D. relacionarse así con los buenos. Están buscando a Stephen y muy probablemente a los dos que está ocultando, aunque yo sigo sin saber por qué.

A mi espalda se abre un portal y me veo transportada en volandas a través de él.

El portal de salida se halla en la fachada trasera de un templo de arquitectura asiática y hubiera sido una buena caída si la capa no se hubiera acoplado rápidamente a mi espalda y estuviera tirando de mí. Por las construcciones circundantes y la vegetación, está claro que no estamos en Norteamérica. Está anocheciendo en este rincón del mundo, pero la capa parece tener muy claro a dónde debe ir y por dónde para evitar ser detectada.

Las luces intermitentes de una pequeña ciudad se recortan en el horizonte cercano.

<< ¿Se puede saber a dónde me llevas? >>

Tomamos tierra prácticamente a las afueras, supongo que para no llamar tanto la atención, aunque la capa sigue tirando de mí, guiándome a través de la multitud de amplias calles dispuestas sin ningún orden ni lógica hasta una puerta sin letrero. Entonces se despega de mi cuerpo y se queda en el aire, como esperando que haga algo. ¿El qué? ¿Llamar a la puerta? No hay un llamador ni nada que se le parezca, al contrario que en las casas circundantes, que parecen idénticas en estructura y diseño y que también tienen prendas de ropa tendidas en algunas ventanas. Resulta extraño.

<< Espero que sepas lo que haces. >>

Al posar la mano sobre la madera con restos de desgastada pintura verde. Se abre. Tras el umbral, a pesar de que la luz es casi inexistente, puedo vislumbrar un ciclópeo salón tallado íntegramente en madera que es imposible que se encuentre dentro del edificio que se ve desde fuera.

La capa se desliza por el aire con la suavidad y la elegancia que la caracteriza y se enreda alrededor de mi muñeca, tirando de mí hacia dentro. La puerta se cierra.

— ¡Eh! — Se me escapa en voz alta ya que el trasto este ha estado a punto de hacerme perder el equilibrio. Supongo que no permitiría que me dejara los dientes en el suelo, tiene pinta de ser caro.

<< Esperaba que vinieras. >>

A partir de un único fuego fatuo, el centro de la sala se ilumina y Stephen se va materializando allí mismo. Está en posición de meditación y supongo que le he interrumpido. La capa me suelta y vuelve con rapidez al lugar que le corresponde en la espalda de su legítimo dueño.

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora