13. Diez preguntas.

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— ¿Cómo lo hacemos? — El sofá es tan cómodo que podría quedarme dormida sin demasiado esfuerzo. Pero ahora no toca. Se me ha asignado la tarea de hacer de sujeto de pruebas para Emily. — ¿Me vas a decir que piense en elefantes?

— ...

Sólo era una broma, una referencia a una película de ciencia ficción, ¿Lo habrá pillado? ¿O le habré sonado borde? Madre mía, me parece ridículo preocuparme por no herir los sentimientos de una émpata sin quererlo. Ella tiene que aprender a leerlo. De eso se trata, ¿no?

— Me gustaría que te concentraras en algo, en un sentimiento concreto. Si no paras de saltar de uno a otro es complicado que los pueda interpretar.

— No me gusta abrir mis sentimientos a quién no conozco.

— Estoy de acuerdo... — Mientras ella cavila, el silencio se hace dueño de la habitación. —¿Nos hacemos preguntas por turnos? Puede que así, si nos conocemos un poco más, nos sea más fácil practicar juntas.

—Está bien, ¿quieres empezar? — Debería aprovechar para sacarle secretos jugosos, aunque yo misma tengo muchos temas de los que no me gustaría que preguntara.

— ¿Cuántos años tienes?

— Vale, fácil. Haré 483 en noviembre de este año. Cada vez me queda menos para el medio milenio.

— Ah, entonces Loki tiene más que tú.

— Te aseguro que no voy a gastar una pregunta en saber los años que ese tío dice tener. — Sonrío. — ¿Dónde te criaste?

— Neoyorquina desde siempre, un piso pequeño en un barrio grande. Aunque mi madre es irlandesa, del norte, y por eso tengo un acento raro. Pero sus nanas son excelentes. — Parece orgullosa cuando habla de sus padres. Ojalá pudiera yo sentir algo semejante por mi familia, aunque ya no queda ninguno por el que preocuparse.

— ¿Hermanos?

— Ésa es otra pregunta, pero me toca a mí... ¿Tú eres europea?

— Sí. ¿Has visitado Irlanda alguna vez?

— Vaya, pocos datos. Sí, visité Irlanda una vez cuando tenía... ¿cuatro o cinco años? No me acuerdo de mucho, sólo de la calzada de los gigantes, pero no me importaría volver. ¿Desde cuándo conoces al Doctor Extraño?

— Esa es una pregunta un tanto personal, pero unos siete años.

— No hemos dicho nada al respecto de las preguntas personales.

— Entonces, ¿cuánto hace que eres el contacto de S.H.I.E.L.D. con Loki?

— Veo que sabes más de mí que yo de ti. — Hace una pausa, parece que he destapado mis cartas un poco más rápido de lo que desearía, pero igual así evito que pregunte más por Stephen. — Me asignaron a esta misión hace más o menos tres años, cuando él se estableció aquí, en la Tierra, de forma permanente. — Se ve que calcula con precisión las palabras que usa para darme ese dato sin desvelar nada que pueda comprometerle. — Cambiando de tema. ¿Cómo te ganas la vida?

— Trabajo, bueno, trabajaba en un bar-restaurante. Supongo que ya me habrán despedido por ausencia injustificada. Es una pena, no hay muchos trabajos nocturnos decentes. ¿Qué querías ser cuando eras pequeña?

— Uy, pues... muchas cosas: vigilante de la playa, conductora de Fórmula 1, guardia forestal... según el día. Me parece una buena pregunta, ¿y tú? ¿Qué querías ser?

— Cuando yo nací las cosas eran un poco distintas a hoy. Era hija de un gobernador importante de la región y por ende no tenía mucho que hacer. Aprendí a coser, tocar algún instrumento y eso, cosas que hoy en día sólo son relativamente útiles. Mi destino era casarme, no aspiraba a mucho más que a hacer bien de esposa. Es un poco patético si lo piensas desde los estándares actuales de libertad individual. Si fueras un plato de comida, ¿cuál serías?

— ¿En serio?

— Leí que se lo preguntaban a los aspirantes a trabajar en Google, por lo visto revela cómo eres como persona.

— Em... pues... ¿pizza? Jaja, la verdad es que no tengo ni idea. ¿Qué plato serías tú? No hay nada que no se pueda malinterpretar. La pizza es mala para la salud, aunque se suele comer con amigos, ¿significa que soy social pero tóxica? No sé...

— No sé si hay respuesta correcta. Si es por lo que me gusta, voy a decir un dónut glaseado. Supongo que yo también seré mala para la salud si eso es lo que quiere decir. ¿Por qué llevas dos turnos repitiendo mi pregunta?

— ... — Guarda silencio un momento. — Es porque no me atrevo a preguntar lo que realmente quiero saber. No quiero que te sientas incómoda, pero... ¿eres un vampiro?

— ... — No puedo reprimir una carcajada. Ésa sí que es buena. — Creo que ya te he dado muchas pistas con mis respuestas. A ver, no es una ciencia exacta. Primero tendría que saber qué entiendes por vampiro. La ficción nos ha hecho mucho daño.

— Bueno, en general los tengo como pálidos bebedores de sangre que se transforman en murciélagos y se mueren con el sol, los ajos y los crucifijos, pero tienen habilidades físicas mejoradas.

— Un poco pálida sí que soy, ¿eh? Vamos por puntos. No me transformo en murciélago, desde luego. Mi aversión al sol prefiero considerarla un caso extremo de fotofobia. Puedo comer ajo sin problemas, y hasta crucifijos de chocolate también si hace falta. Sí que tengo más fuerza y agilidad que el humano medio, pero tampoco es para tirar cohetes.

— ¿Pero bebes sangre? ¿Sangre humana?

— Sí, cuanto más pura mejor, No es que la necesite para vivir, pero me ayuda a regenerarme cuando sufro daños o estrés.

— ¿Te vale cualquier tipo sanguíneo? Y no, esto no cuenta como otra pregunta; está directamente relacionado.

Me parece adorable que intente justificarlo como si fuéramos dos niñas pequeñas jugando, sólo por eso voy a contestar.

— Sigue la regla de las transfusiones y yo soy A positivo. Pero intento conseguir siempre 0 negativo para evitar sustos... Siguiendo la misma línea, ¿de qué va la empatía psiónica?

— Puf, la verdad es que no tengo ni idea. Sólo sé que puedo percibir los estados emocionales de los demás, creo que tiene que ver con los tics corporales, la temperatura o cosas así, pero ni Loki sabe con exactitud cuál es el funcionamiento. Strange me dijo que investigaría antecedentes de otros émpatas. Supongo que nuestras sesiones son... ¿para darle pistas?

— Me gusta que haya algo que no sepa, para variar.

— Hay algo entre el Doctor y tú, ¿verdad?

— Eso es demasiado personal. — Siento que estoy proyectando un muro de hostilidad que no podría tirar abajo ni un bulldozer. Me levanto del sofá para acercarme a una de las ventanas de la habitación y observar la luna.

— Lo siento. — Emily desvía la mirada, como si eso fuera a ayudarla a seguir hablando. — Puedo sentir muchas cosas cuando estás delante de él o te refieres a él, por eso...

— Por eso no quiero seguir hablando de esto. No eres mi psicóloga, ¿de acuerdo? Vamos a dejarlo por ahora.

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora