Tras habernos ganado el desayuno con creces, me acurruco a su lado, mi cabeza reposando sobre su hombro, mientras juguetea con mechones de mi pelo... "tricotilomanía suave", así lo ha llamado siempre.
<< Deberías dormir. >> Noto su ritmo cardíaco volviendo a la normalidad a medida que pasan los minutos.
<< Iba a exponer alguna razón absurdamente poética para llevarte la contraria, pero tienes razón. >> Hace una pausa no menos dramática que lo que tenía en la cabeza. << Ya no tengo veinte años. >> Sonríe, como si esa tontería significara algo.
<< Ni treinta. >>
<< Ay, eso me ha dolido. >>
Tampoco parece que tenga muchos más años que la última vez que le vi, pero, quién sabe, cada uno envejece a su ritmo y si no que se lo digan a los actores y actrices de Hollywood.
<< No sólo han pasado los años. >> Me acaricia el hombro con suavidad con uno de sus largos y finos dedos. << Han cambiado algunas cosas. >>
Me incorporo y me vuelvo hacia él, inquieta por el tono misterioso de la última afirmación.
<< ¿Recuerdas las razones por las que nos separamos? >>
<< Sí. >> Un detalle que diga "nos separamos".
<< Digamos que... ciertos eventos relativamente recientes han tornado irrelevante alguna de esas razones. >>
<< ¿En cristiano? >>
<< Ya conoces a mi maestro, El Anciano, quien me instruyó en las artes místicas y, bueno, ha hecho de mí quien soy. >> Creo que esta vez la pausa es más corta porque nota que me está poniendo nerviosa. Entrelazo un pliegue de la manta entre mis dedos. << Es complicado, pero el caso es que ya no envejezco. >>
<< ¿No envejeces? >>
<< El Anciano me propuso una prueba y la superé. Ya no puedo morir por causas naturales. Aún necesito comer, beber y, por supuesto, dormir como cualquier ser humano, pero no envejeceré más. >>
<< ¿Eres inmortal? >>
<< No es eso. Aún pueden herirme físicamente y pueden matarme. Aunque no se lo voy a poner fácil. >>
<< Eres el Hechicero Supremo de la Tierra. Tampoco es que haya nadie que tenga una oportunidad contra ti. >> Deslizo mi mano suavemente por el contorno de su hombro.
<< Lisonjera... >> Se acerca y compartimos un suave, dulce y breve beso.
<< ¿Algún secreto de estado más? >>
<< Nada que no pueda compartir con un té en el desayuno. Y, aclarado este punto, intentaré descansar un poco. >> Se tumba en la cama y cierra los ojos. Yo le acaricio suavemente el pelo y las sienes, recuerdo que eso le gusta. << ¿Me harías un favor? >>
<< Claro. >>
<< Quédate dormida conmigo y soñemos juntos. Siempre has tenido una gran imaginación. >>
<< No es que lo controle, pero veremos... ¿Cuánto hace que no sueñas por placer? >>
<< Demasiado. Últimamente siempre por trabajo... >> Su voz disminuye en volumen a medida que se va quedando dormido.
Me echo a su lado y cierro los ojos, decidida a dormir. El tempo tranquilo de su respiración y el vaivén de su pecho facilitan mucho la ardua tarea.
Abro los ojos en un puerto marítimo iluminado por la luz del día. Frente a mí hay amarrada una carabela con bandera portuguesa junto a otras embarcaciones menores.
Un señor que lleva una carretilla cargada con material de reparaciones me empuja a un lado con pocos miramientos y un gruñido desagradable, y pierdo el equilibrio. Una mano firme y masculina me agarra del brazo e impide que me caiga.
— Fascinante. — Stephen, vestido con lo que parecen unas coloridas mallas bajo un gran chaquetón de mangas abullonadas, observa los alrededores con sumo interés. — Siglo quince, o quizás principios del dieciséis. — Su atuendo se completa con un sombrero oscuro coronado con una pluma blanca.
Intento sofocar una risita tapándome la boca con la mano.
Mi vestido no es menos extravagante, plagado de alegres colores y texturas combinadas en formas imposibles. Mi pelo es más corto y sujeto con una diadema de tela.
— Un nivel de detalle exquisito.
Algo explota en uno de los barcos a nuestra derecha y pronto el muelle entero está envuelto en grandes llamas. La gente huye en busca de un refugio lo más lejos posible del incidente.
Pero nosotros permanecemos quietos, observando el fuego avanzar sin descanso.
— Tenía en mente algo más tranquilo, un picnic en la campiña francesa o en la toscana.
— Yo no decido.
— Sí que lo haces. Los sueños son un fiel reflejo de...
— Ahórrate el psicoanálisis y el sermón. Vámonos de aquí.
— Te sigo.
Busco con la mirada la primera puerta intacta que veo y nos dirijo hacia ella, confiando en que sirva para cambiar de tercio.
Para los telépatas, al contrario que para la mayoría de los humanos, es corriente tener sueños lúcidos y, aunque no puedas decidir en cuál vas a aterrizar, al menos puedes intentar pasar a otro si no te gusta el que tienes.
Al cruzar el umbral, de pronto estamos en una comisaría que parece relativamente actual.
— Oh, ahora somos policías.
— Chicos, ¿vais a ir al funeral de Gómez? — Nos aborda una compañera que lleva una lista entre manos. Asentimos instintivamente y nos da las indicaciones de la funeraria en la que se va a llevar a cabo. — Su familia se alegrará de que estemos todos.
— Un incendio, un funeral... Micro sueños un poco macabros. — Enumera cuando ella se ha alejado un poco.
— No quiero ni imaginarme lo que habrás visto tú en sueños.
— Demonios come almas y muchos otros seres que no quiero empezar a enumerar. Pero, antes de ésos, también he estado desnudo en el colegio o cosas así.
— No me des ideas para el próximo.
Sin mediar más palabras, me rodea con sus brazos y me inclina como al final de un tango. La gente a nuestro alrededor, consciente de lo que hace, se gira a mirarnos. Deposita un beso en mis labios, casto como el de una serie de televisión, y todos comienzan a aplaudir. Siento que me estoy poniendo colorada.
— Ahí tienes tu inspiración.
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Rather Strange (fanfic Doctor Strange)
FanfictionSINOPSIS Lianda Tepes es una "joven" vampira recién residente en Nueva York. Prefiere mantenerse ajena al mundo de los super héroes pero el lanzamiento de una iniciativa para revertir los efectos de las nieblas terrígenas, así como cualquier otra mu...