18. Palabras mayores.

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Un beso dulce, suave... y también un poco picante. Nuestras lenguas se reencuentran como si no hubieran pasado los años.

Nuestras mentes se van conectando poco a poco, aumentando el nivel de sincronía entre los cuerpos.

Me viene a la cabeza nuestro primer beso y lo raro y descoordinado que fue; un beso que yo empecé y que nos dio mucho en qué pensar a los dos. Stephen se separa y se ríe del mismo recuerdo que ha revivido al mismo tiempo que yo.

<< Ahora no estamos tan verdes. >>

<< Puede que el maestro Strange quiera darme clases particulares de eso también. >>

<< Tienes muchos años para hacer de colegiala sexy. >>

Arqueo una ceja de asombro, pero no puedo mantener la mueca y me deshago en otra sonrisa aún más amplia.

Su frente se apoya ligeramente en la mía y sólo nos miramos, perdidos uno dentro del otro.

<< Deberías descansar. >>

Al estar tan íntimamente conectados, debe ser capaz de percibir con claridad mi agotamiento físico. Pero no tengo ganas de descansar. Tengo ganas de él, de reclamar lo que mi inseguridad nos ha negado durante estos siete años, de dejarnos llevar.

<< Lianda... >> Mi nombre suena como una petición de clemencia en su cabeza. Estamos tan pegados que noto, incluso bajo las numerosas capas de la túnica, cómo su erección aumenta según percibe mi completa predisposición. << No creo que estés en condiciones. >>

<< Podemos probar. >>

<< Si consigues mantenerte en pie sola. >>

Valoro en una décima de segundo el peso que aún sostienen entre él y la capa y soy consciente de que ni usando todas mis fuerzas podría hacerlo. Su mirada divertida es suficiente para proyectar esa aura de "ya te lo dije" que sabe que me saca de mis casillas.

<< No tengas prisa. Encontraremos el momento adecuado cuando estés recuperada. >>

Stephen me ayuda a sentarme en la cama.

La Capa de Levitación se desprende de sus hombros y me ahueca la almohada. Extiendo la mano y la acaricio suavemente como señal de agradecimiento.

<< Voy a por un vial de sangre. No te muevas ¿de acuerdo? >>

<< Sabes que no podría, aunque quisiera. >>

Sólo cuando abandona la habitación comienzo a ser consciente de las consecuencias de mis actos.

<< Nos hemos besado... >> Mis mejillas se encienden como las de una adolescente al repasar el momento. Si no me sintiera casi un cadáver, probablemente hasta saltaría. Qué demonios, hasta me transformaría en un murciélago como decía Emily y echaría a volar toda la habitación.

No es que piense que una relación con un hombre tan particularmente "ocupado" como el Doctor Extraño vaya a ser precisamente un camino de rosas, pero no voy a permitir que los asuntos por resolver empañen este momento. Reclino mi espalda sobre el cojín y dejo mi cabeza apoyada en el cabecero de la cama para dirigir mi mirada al techo, exhausta. Ahora sí que me comería algo rico para celebrarlo, quizás dos o tres pizzas con masa rellena de queso y doble de pollo como ingredientes principales.

Se me hace la boca agua, pero por el momento la sangre fresca tendrá que valer para saciar mi glotonería.

El frasquito que Stephen me trae contiene una sangre particularmente densa y dulce, de alta calidad en lo que a mi paladar respecta. Resulta extraño, no es el tipo de sangre que sacas a hurtadillas de una clínica médica o un gran hospital. La sangre que suelen tener almacenada, aunque limpia de impurezas, sabe a restos de los tratamientos que se le aplican para pasar las pruebas de correspondientes para su catalogación. Pero esta ... me resulta conocida.

<< Suponía que te sonaría. >>

<< ¿...? ¿Es...? >> No me hace falta ni mirarle para que salte la conexión con mis propios recuerdos.

<< ¿Cómo habías pensado que iba a alimentarte mientras estuviéramos en Kamar-Taj? No hay muchos centros sanitarios por aquí. >>

Se remanga la túnica del brazo derecho y aún está fresca la marca de la aguja, aunque la herida ha coagulado rápido.

<< La que te di en mi casa también era mía, aunque supongo que para cuando te la bebiste ya no estaba en óptimas condiciones. >>

<< Hacía mucho tiempo desde la última vez. >>

Durante nuestras peripecias en batalla alguna vez habíamos recurrido a extraer su sangre para reponerme, aunque por supuesto nunca la había tomado yo directamente de él ni pretendíamos hacerlo costumbre. No nos hacía falta dado su fácil acceso a cualquier institución médica gracias a su pasado como cirujano de prestigio.

Cierro los ojos y muevo poco a poco mis músculos para favorecer el tránsito. Es como un subidón de azúcar que recorre mi cuerpo a través de todos los tejidos, reparando cada célula dañada y cada sistema cansado.

<< Dios... >> Es una sensación deliciosa, casi orgásmica, y se me escapa un gemido.

<< Lianda... >> Ahora el que se sonroja ante mi reacción es él. << Calculo que mañana podrás retomar las lecciones. >>

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora