4. ¿De dónde vengo?

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Me despierto con un sobresalto al escuchar a una enfermera llevando un carrito metálico. Apenas puedo moverme para incorporarme y me cuesta pensar con claridad. La mujer parece sorprendida de verme despierta, pero usa su mente para analizar mi estado mental y corporal antes de abrir la boca.

— Llamaré al doctor.

Me siento cansada, furiosa, confundida, hambrienta, sedienta y otro buen puñado de cosas, pero no me siento normal.

Pasados unos minutos siento una fuerte presencia cerca de la habitación; su presencia.

Stephen está vestido con una bata de médico en lugar de su atuendo habitual de líder de las artes místicas y evita dirigirme la mirada directamente mientras revisa la ficha colgada a los pies de mi cama. Masculla cosas para sí que no consigo distinguir, lo cual me hace sentir incómoda mientras espero sentada a que se digne a dirigirme la palabra.

— El suero no ha funcionado contigo. — Sentencia finalmente.

Si pudiera hablar... Debería estar odiándole, por haberme dejado inutilizada ante Mamba y tratar de utilizar su maravilloso suero en contra de mi voluntad, pero mi nebuloso tren del pensamiento me ha llevado a recordar tiempos mejores y me encuentro deseando que se acerque y recuperemos algo del tiempo perdido.

— No me digas — Contesto con un resuello, sacando fuerzas de dónde no las tengo y tratando de permanecer erguida en la cama. Intento apartar de mi cabeza aquellas ideas que no me gustaría que viera ya que supongo que, dada mi condición, el resto de la conversación transcurrirá entre nuestras mentes.

<< Lianda >>

Stephen vacila. Resulta agradable no ser la única sin palabras.

Da unos pasos hacia la derecha, hacia un armario bajo metálico, y extrae un contenedor de sangre cero negativo y un vaso de plástico de hospital que llena. Luego vuelve junto a la cama y lo sostiene frente a mí, invitándome a beber. El líquido es fresco y dulce y enseguida siento cómo mis tejidos, dañados por el intento de efecto del suero, se reparan y mi energía comienza a recuperarse.

Está sondeando mis pensamientos, y me avergüenzo de lo que está viendo, pero no puedo controlarme estando tan débil. Interrumpo su cuidadoso examen con una advertencia mental: debería darme explicaciones antes de que recobre la cabeza y la fuerza suficientes como para gritarle y largarme.

<< Ya lo sabrás por la televisión. Han aparecido muchos nuevos mutantes a causa de la liberación de las nieblas terrígenas. Muchos no controlan estos poderes adquiridos artificialmente y otras personas han salido dañadas. >>

<< Yo no soy una mutante artificial. >>

<< Ni siquiera eres una mutante. >>

Se produce un breve silencio, únicamente interrumpido por una sencilla pregunta nacida directamente de mis labios.

— ¿Qué?

<< El suero no te ha hecho efecto. Es capaz de distinguir y eliminar mutaciones naturales y artificiales dejando el ADN humano intacto. Tus poderes, tu condición, no son resultado de una mutación. Yo sólo intentaba >>

<< ¿Qué intentabas? Porque como la siguiente palabra sea ayudarte creo que saldré a tomar el sol. >> Mi irascibilidad y mi emisor de sarcasmos se están recuperando, perfecto. El Doctor Extraño mantiene su semblante y su mente tranquilos a pesar de estar percibiendo en directo todo lo que me pasa por la cabeza y le detesto, todavía más si cabe, por ello.

<< Llevo años sin saber de ti. >>

<< Y nuestro primer contacto después de tanto tiempo ha sido una puñalada trapera. No es una gran impresión inicial, doctor. >>

Repentinamente, me toma la mano izquierda y la aprieta entre las suyas. Siento cómo se repliega su habitual muro de serenidad para poder mostrarme otras cosas. Odia haber tenido que engañarme, pero se alegra de volver a verme y no se arrepiente del trabajo que está haciendo junto a S.H.I.E.L.D. ayudando a restablecer las vidas de aquellas personas afectadas, no tratando de eliminar mutantes sin motivo. Es consciente de que no llevo una vida fácil, que mi condición requiere muchos sacrificios. Intento seguir furiosa, pero sus pensamientos son más fuertes que los míos y su calma se contagia. Por unos instantes, su embriagadora persona se mantiene íntimamente unida a la mía y acaricio su cara y su pelo con suavidad.

— ¿Interrumpo algo?

— Stark — Mi susurro furioso casi parece un siseo. La ira me invade al sentirme separada de Stephen y se duplica al darme cuenta de que me he vuelto a dejar llevar por él.

Tony parece divertido, aunque detrás de esa fachada y ese tono engreído su mente no para de trabajar ni un instante. Stephen permanece erguido cerca de mí. Su expresión es seria mientras espera escuchar el motivo de tan descortés intromisión.

— Si has terminado con tu conejilla de indias, — Arquea una ceja para remarcar el término clínico. — hay otros asuntos que requieren tu atención. — No necesita dar más detalles en voz alta. Stephen hace un gesto con la cabeza para indicar su conformidad.

<< Descansa aquí hasta que estés lista para marcharte. >> Susurra a mi mente a la vez que se desplaza hacia la puerta sin volver la mirada ni hacer ningún otro gesto.

<< Hasta la vista. >>

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora