Especial. El rincón de los castigados.

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Loki y Emily se dirigen a uno de los salones de prácticas sin apenas intercambiar unas palabras.

Con un ligero movimiento de manos y sin aparente esfuerzo, él es capaz de levantar alrededor de ellos un espacio de la dimensión espejo donde podrán hablar, luchar o lo que surja sin que nadie les moleste.

Los últimos días han estado practicando el combate contra enemigos múltiples. Loki usa sus poderes ilusorios y hace veinte copias de él que se ponen en posición de espera hasta que la hábil agente de S.H.I.E.L.D. toma su posición en el centro de la sala.

— Las refracciones geométricas siguen pareciéndome una distracción desastrosa. — Se queja, ajustándose la túnica al cuerpo todo lo que puede antes de comenzar. Una de las cosas que más le disgustan del atuendo que le han proporcionado en Kamar-Taj es la de pliegues que tiene. Cualquier enemigo un poco avispado podría usarlos en su contra en una lucha cuerpo a cuerpo.

— No pongas excusas para tus errores. — Loki ha probado con creces ser un maestro exigente. — Que hayas sido una ayudante de espía durante los últimos años no excusa que hayas olvidado tu entrenamiento de agente.

— Cállate y ven a por mí.

— Será un placer.

Las copias del asgardiano sonríen con malicia y adoptan una posición ofensiva. Comienzan avanzando a su encuentro en oleadas de dos o tres atacantes para ir aumentando el número a medida que ella se hace cargo de la situación valiéndose de todas las artes marciales que conoce y ha practicado, entre las que está orgullosa de incluir: kick-boxing, kárate, krav magá o capoeira.

— ¿Pasamos al nivel dos o estás muy cansada?

— ... — Emily decide ignorar su impertinente comentario para cabrearle y simplemente le hace una seña para que continúe.

Los veinte Loki hacen aparecer diferentes armas en sus manos que varían desde armas blancas como dagas, estiletes o lanzas hasta armas de fuego de corta distancia.

— ¿Sabes manejar una pistola siquiera?

— He visto muchas películas.

La chica se desenvuelve con agilidad y movimientos perfectamente calculados y es capaz de desarmar a todos aquellos que se ponen a su alcance. Cuando ya se nota jadeante y un poco sobrepasada, levanta una mano al aire como signo de que necesita un descanso.

El Loki real le lanza una botella de bebida isotónica.

— Mucho mejor que ayer.

— Eres predecible.

— Y tú muy contestona.

Emily echa un trago largo para recuperar agua, azúcar y electrolitos y poder continuar con el entrenamiento.

— Deberías practicar al menos la invocación del escudo místico.

— Estoy harta de los juegos de manos. Apenas me salen unas chispas. Es frustrante. Yo no...

— Si me dejaras meterme en tu mente...

— Ya has jugueteado suficiente ahí dentro. Vivía más tranquila sin tener que preocuparme por matar a la gente por falta de hormonas.

— Pues practica sola.

— Está bien, está bien. — Se le escapa un bufido nervioso. Permitir que entre en su cabeza es exponerse, y la máxima de un agente de S.H.I.E.L.D. es permanecer en las sombras. — Ten cuidado de no romper nada.

Loki se concentra para hacer uso de sus capacidades de control mental que, pese a que han probado ser efectivas en múltiples ocasiones, se alejan por mucho de la complejidad de los poderes telepáticos del Doctor Extraño y su igualmente extraña amiguita bebedora de sangre.

Para él, la mente de Emily es como el apartamento de un amigo. Aunque no se lo ha dicho a ella, ha memorizado la localización de cada rincón, desde aquel donde reposan los recuerdos de su infancia hasta aquel en el que ha encerrado sus temores. Sólo tiene que encontrar una forma de abrir una puerta en su obstinada composición para dejar que las energías místicas fluyan con facilidad. Sería mucho más fácil si sus poderes tuvieran un origen místico y no puramente psiónico, pero el dios del engaño no fracasa en sus empeños.

— Invoca los discos místicos. — Ordena, repitiendo él mismo los gestos necesarios para hacerlo como principiante.

— Ya te digo que... — Y tiene que morderse la lengua cuando las penosas chispas que eran lo único que había logrado hasta el momento forman, aunque tímidamente al principio, los intrincados símbolos. Mueve las manos, más maravillada que sorprendida.

— El escudo.

— Sí. — Vuelve a imitar al milímetro los movimientos que su mentor representa para ella y vuelve a tener éxito. El escudo es lo suficientemente grande como para cubrirla sin dificultad. << Tampoco es que sea muy alta, pero me será útil. >>

— Y eso es lo que puedes hacer cuando "juego con tu mente". — Se burla él con una gran sonrisa de superioridad dibujada en sus labios; labios que Emily estaría encantada de besar ahora mismo si no fuera por el juego del gato y el ratón al que los dos llevan años jugando. — Y no, no me des las gracias, mujer de poca fe.

— Gracias, Su Alteza. — Hace un amago de reverencia muy exagerada en su dirección sin quitarle ojo de encima.

— Muy bonito, muy bonito. No sabía que los humanos pudieran tener modales.

— Ni yo que los dioses no pillaran el sarcasmo.

— Cállate y ponte en guardia, vamos a ver si sabes usar ese escudo.

— Cuando quieras.

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Me siento un poco malvada poniendo un capítulo especial sobre Loki y Emily justo después de lo que pasó en el capítulo anterior, pero ya era hora de que les viéramos un poco a solas. Este par no tienen una relación demasiado atípica, los dos son aparentemente muy fuertes e independientes (Emily es de las pocas personas que saben plantarle cara a Loki) pero, bajo el sarcasmo, hay una dulzura que nunca dejarán que otros vean.

La semana que viene continuaré con la numeración habitual desde la perspectiva de Lianda.

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora