2. El mejor ataque...

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Unos fuertes golpes en la puerta me sacan de ese patético estado. Una voz masculina dice algo en voz alta. Me activo al sentir el calor de varias personas junto a esa voz.

— Lianda Tepes, somos de S.H.I.E.L.D

Al oír el nombre de la agencia se me escapa un siseo furioso.

<< ¿Cómo me han encontrado? >>

Cambiarse de nombre, perder las relaciones con las personas que te importan... parece que nada es suficiente para que te dejen en paz.

— Sin embargo, el señor Stark ha asegurado que no impondrán la solución a ningún mutante que no lo desee y que no represente un peligro para sí mismo o sus allegados. — La presentadora parece burlarse en mi cara.

Para más inri, según mi reloj, ya se está haciendo de día. S.H.I.E.L.D. es plenamente consciente de que no puedo salir bajo la luz del sol y, de ser un asunto pacífico, no habrían mandado a un escuadrón a mi puerta en medio del amanecer. Sé conectar los puntos y asumo que, o algo ha ocurrido con mi hermano, o tiene que ver con la noticia de la televisión. Cualquiera que sea la razón, no me interesa.

Valoro la cantidad de militares apostados en mi puerta por su calor. Son un pequeño contingente de cinco, seguramente armados. Desconozco si habrá más en las inmediaciones del edificio. Por suerte la dosis de sangre llegó justo a tiempo para que pueda soportar una corta exposición hasta volver a ubicarme. No parece complicado.

El líder del grupo sigue aporreando la puerta. Despertará a la señora Abernathy, que vive debajo y siempre se queja si me pongo los tacones.

Sin más tardar cojo un par de prendas de ropa y las meto en una mochila. Por suerte para mí, los tipos de ahí fuera no parecen tener mucha prisa. No debo estar en el top ten de su lista o hace rato que habrían tirado la puerta abajo. Es posible que subestimen mis habilidades, eso en el caso de que hayan recibido alguna información sobre la naturaleza de las mismas.

— Señorita Tips, no queremos hacerle daño.

<< Ahora va el tío y utiliza mi apellido falso más reciente. Si hubieras empezado por ahí, igual se me hubiera ocurrido abrir pacíficamente, pero es un poco tarde, colega. >>

Abro una rendija entre las lamas de la persiana para echar un vistazo a la calle. Hay una furgoneta negra sin marcas aparcada frente al edificio; desde luego los chicos de S.H.I.E.L.D. son unos expertos en sigilo.

Las escaleras de emergencia bajan directamente desde la ventana que ilumina la zona de mi dormitorio hasta la calle. No creo que lo hayan pasado por alto y es probable que encuentre a alguno esperándome, pero dudo que sea capaz de hacerme frente. No sé muy bien a dónde ir ahora que mi piso es zona roja. Algo aparecerá.

Abro la ventana suavemente y noto el calor de un humano pegado a la oquedad que queda cubierta tras la persiana. Recojo las lamas de golpe, sobresaltando muy brevemente a una mujer adulta de rasgos asiáticos, y me lanzo sobre ella, dejándola en el suelo. Da la voz de alarma y puedo escuchar cómo los del otro lado de la puerta se dividen en grupos, uno dispara a la cerradura y atraviesa la puerta y el resto deciden bajar corriendo a la calle.

O desconocen mis habilidades o han venido poco preparados. Con mi escasa práctica telepática puedo leer cada uno de sus movimientos y además mi agilidad me permite esquivar sus patéticos intentos de detenerme.

En pocos minutos ya he recorrido varias calles. Noto los rayos de luz abrasando mi piel.

<< Puñeteras debilidades >>

Debo estar de suerte. Una manifestación se produce en una plaza en la que desemboca la calle en la que estoy. No me paro a mirar en qué me estoy metiendo y me camuflo entre la multitud; los de S.H.I.E.L.D. no me buscarán entre la gente pudiendo provocar algún daño a civiles inocentes. Atravieso la masa de gente hasta uno de los edificios que se encuentran en el punto opuesto. Es un pequeño hotel temático, por lo que todos los cristales están tintados y no debe entrar nada de luz natural dentro.

La entrada es pequeña, sólo hay una recepcionista entrada en carnes que masca chicle distraída y se sorprende al ver a una chica joven sola.

— ¿Hay alguna habitación libre?

— Perdona, este hotel funciona por horas de reserva, ¿sabes? La tarifa mínima es de cuatro horas y la máxima de veinticuatro. << Esta tía está más perdida que un cordero en el matadero. ¿No está claro que esto es un puñetero picadero? >>

— Lo sé. ¿Tienes una habitación o no? Con una de cuatro horas será suficiente.

— Claro, claro. — Toquetea sobre una pantalla de ordenador táctil mientras escucho que tararea la melodía de una canción del momento en su cabeza. — Son 70 dólares. Tienes que pagar por adelantado.

Busco los billetes arrugados en el bolsillo de mi mochila y se los tiendo con un gruñido. Aún no estoy fuera de peligro. La tranquilidad con la que la mujer se toma su trabajo me está poniendo muy nerviosa y poder oírla criticando mentalmente mi aspecto actual no mejora mi impresión sobre ella.

— La 203. Es a mano izquierda en el segundo piso.

— Muchas gracias.

Cojo la llave que me tiende y me interno en el ascensor sin quitar la vista de la entrada. Cuando las puertas se cierran me permito suspirar con alivio. Si aún no han entrado a detenerme significa que, o me han perdido la pista, o lo que tienen que tratar conmigo no es tan importante como para montar una escenita.

En cualquier caso, no pienso tardar en averiguarlo. Si el señor Stark tiene algo que tratar conmigo, será bajo mis condiciones.

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora