33. Natural Killer

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Nos apresuramos hacia la sala en la que Stephen puede sentir la energía de la subdirectora Hill. Romanov y Barton van a nuestro encuentro y derriban la puerta de oficina que cierra la sala de una patada sin mucha dificultad.

Hill está sentada en el suelo, cerca de lo que parece una especie de escáner de cuerpo entero conectado a unos tanques que desprenden vapores, con una pistola en la mano. A sus pies hay al menos diez agentes de Immun inconscientes.

— Habéis tardado.

— ... — Natasha pone los ojos en blanco un segundo y relaja el semblante, bajando su arma.

— No hacía falta ni que viniéramos.

— Quieren hacer inhumanos... para luego usar con ellos las variantes del suero. — María se pone en pie muy lentamente, tanteando sus fuerzas.

— Director Furia... Sí, señor, sana y salva. Nos ocupamos de lo relativo al suero y volvemos a la base. Recibido. — La Viuda Negra deja de transmitir y le echa una mirada divertida a su compañero. — ¿Nos repartimos los ordenadores?

— Qué remedio... Doc. ¿puede ir sacando de aquí a...?

— Claro, será un placer. — Stephen parecía de piedra hasta hace un momento y su contestación es abrupta, aunque parece sereno. Eso me preocupa.

Barton y Natasha vuelven a la sala principal para comprobar y destruir los datos y todo lo demás tal como se les ha ordenado.

—. Nada que no arreglen unas vacaciones. — Dice Stephen, mirando a Hill, pero sin tocarla.

— No creo que tenga días libres después de esto...

<< Está pasando algo, lo noto... >> Comienzo a pasear en círculos sin evitar exteriorizar cierto nerviosismo.

<< No descubras el juego tan pronto... >> La voz de Stephen en mi cabeza me pilla desprevenida, pero intento disimularlo sin dejar de moverme y hacer como que investigo las máquinas de la habitación.

<< ¿Tú también...? >>

<< Mantén la calma. >>

<< Es más fácil pensarlo que hacerlo. >>

<< Lo estás haciendo muy bien... déjamelo a mí. >>

De pronto, un rayo de luz irrumpe en la estancia, salido de la nada, y la atraviesa de lado a lado dejando un rastro negro a su paso. No daña nada ni a nadie, pero nos da un buen susto.

— Vosotros, los telépatas, no sabéis cuando callar, ¿verdad?

Una voz resuena; es una voz de hombre, fría y aguda, que acompaña sus palabras con una carcajada seca. Hill tensa todos sus músculos ante el sonido, pero permanece sentada. Stephen me mira fijamente sin decir nada y me lo tomo como una señal para que esté alerta. No tengo ni idea de qué está pasando. Pronto lo averiguaré.

— Qué demonios... — La voz parece desconcertada y, cuando el doctor hace un sello con la mano, su dueño es revelado. Es un miembro de Immun, de eso no cabe duda a juzgar por el logo que lleva en el traje. De porte elegante, alto y extremadamente delgado, lleva unas gafas como de soldador que impiden que veamos sus ojos.

— Por fin 'sales a la luz'.

— ¿Es eso una broma, Doctor? Porque me has hecho creer que había partido a tu amiguita por la mitad... — En su mano hace aparecer una bola de luz. — No fallaré una segunda vez.

— Eso es discutible.

Rastreo un poco su mente, pero parecen haberle enseñado a levantar algún tipo de protección lo suficientemente fuerte para mantenerme fuera, aunque está claro que no ha sido ningún problema para que el Hechicero Supremo lo tuviera bajo la influencia de una de sus ilusiones. Lo único claro es que este hombre es un mutante fotokinético, lo que significa que puede manejar la luz a su antojo, a modo de arma o como forma de distracción para volverse invisible e incluso...

— Eso no es necesario, señorita Tepes. NK8, a su servicio.

Hill dirige la mirada hacia la pistola que hay enganchada a la pernera del pantalón de uno de los mercenarios a los que ha dejado inconscientes.

— Yo que usted no haría eso, subdirectora Hill.

Stephen no despega la mirada del hombre, como si no quisiera perderse ni uno de sus movimientos.

<< Cierra los ojos. >> Susurra en mi cabeza, y yo obedezco. Puedo notar la presencia del enemigo en su calor corporal y el sonido de sus movimientos. Vuelvo a abrirlos. No está donde veo que está. Es una ilusión visual.

NK8 suspira sonoramente.

— No pueden decir que no les he dado la oportunidad de hacer esto de forma pacífica... — Apaga la bola brillante que tenía en la mano y la extiende hacia el techo, concentrándose. Toda la luz de la sala comienza a desvanecerse y la oscuridad total nos envuelve. Ni siquiera mis ojos de rápida adaptación pueden captar un haz, es como si me hubiera quedado ciega... Aguzo mis otros cinco sentidos, preparada para reaccionar cuando sea necesario.

<< Mantenlo a raya. >>

Rather Strange (fanfic Doctor Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora