21. Mi naturaleza

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Ace acerca lentamente su boca a la oreja de Tarik y hace como un leve movimiento, apoyando sus labios allí, cuando el pandillero se dan cuenta, se sonroja y chilla.

—¡Ay estás loco! —se tapa el oído mientras se levanta del asiento.

—Yo dije que te mordería —se relame los labios el adivino y Tarik se aleja a una distancia bastante aislada.

—Que malo —opino y me sirvo más vino.

—Si sigues tomando me lo vas a deber —sonríe apacible —pero vamos a lo que nos compete, hablemos de nuestro juego ¿de acuerdo?

—Por eso asustaste a Tarik —me percato —. Tú te lo piensas todo y encima lo ves todo, chico astuto —sonrío.

—Veo más de lo que querría, pero nunca todo —expresa seriamente pero luego vuelve a estar alegre —. Hablemos de mi juego.

—¿El juego que hizo que el imbécil de Seyn se confesara? —lo miro mal y entrecierro los ojos —¿A qué juegas Ace? Dime la verdad.

—Seyn es una persona pérdida, pero no olvides que es mi amigo antes que tú.

Sonrío.

—Buen punto, me encanta esa lealtad, de igual forma no me respondiste la pregunta.

—¿A qué juego? —saca su famosa baraja —A las cartas —saca una —. Mira, como te dije, tú tienes el control.

—¿Quién no sabe que está obsesionado conmigo? —ruedo los ojos.

—Buena respuesta, pero tú puedes ayudarme, después de todo fuiste quién lo reunió con su familia, la angelical Aradia.

—Y no se arregló, porque sigue del coco —hago un gesto de que está loco, moviendo mi dedo índice en círculos.

—Calma ese odio, te hará daño.

—Daño me da hablar de esto.

—Sé que no te gusta, Darren. Aún así, deberías cerrar el asunto —me mira serio otra vez.

—Que se disculpe primero y después hablamos de lo que tenga que decir yo —exclamo enfadado.

—Me parece un trato justo, pero necesitamos darle un empujón, ya sabés lo orgulloso, obstinado y terco que puede llegar a ser, si no se lo maneja correctamente y con la persona indicada. Ahí entras tú, ya que te escucha, aunque no lo parezca.

—Bastante con que hice que se reencontrará con Aradia y no lo valora —bufo —. Yo no pierdo más mi tiempo con ese tipo.

—Se agradece, pero el siervo necesita la guía de su dios.

—¿Qué siervo? —frunzo el ceño.

—Él es el siervo, tú eres su dios.

—Sí, sí, ya entendí ¿y qué hago con eso?

Se acerca a mi rostro.

—Usa tu poder.

—No sé si sabías, pero esto no es una peli de superhéroes.

Se ríe y luego se calma.

—¿Cuál es tu poder? Mi querida Perfección.

Toco el collar de mariposa que está en mi cuello siempre y me quedo pensativo.

—Ayudar a las personas, es mi naturaleza.

La perfección #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora