27. Muestras de enojo

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Entro al salón perdido en mis pensamientos y Aradia viene con esa actitud, que irradia toda la alegría que en este momento no tengo.

—¡¡Encontraste a Emmet!! —dice feliz y aplaude contenta —¿Dónde estaba? —ladea la cabeza curiosa.

Hago una señal para que el morocho contesté y entonces lo responde a su manera.

—A Nadir se le perdió el aparatito y lo fui a buscar —dice bastante cortante y sin ningún detalle más.

—Ah bueno —exclama la castaña algo confundida —¿Y dónde está él ahora?

—En penitencia.

—Ya que se quedan un poco más, ¿Me ayudan a desembalar los nuevos souvenirs? —junta sus manos animada, luego me mira a mí —¡¡Darren, préstame atención!! —hace puchero.

—Es que... —voy a decir algo cuando soy interrumpido.

—Esa energía —se acerca Ace —¿A dónde se ha ido la flor y por qué está la florecita aquí? —mueve la mano expresando su opinión —Sal de ese cuerpo triste amargura.

—¿Me invitas a tu casa? —hago puchero —quiero usar tu baño.

—No puedo, florecita. Hoy tengo trabajo, pero si quieres mañana —sonríe.

—Bueno —digo decepcionado.

—Fuera esas energías, piensa en el hoy, así verás que el sol siempre está radiante.

—Tú y tus metáforas —me río —iré a ver esos souvenirs —le aclaro Aradia y la sigo cuándo asiente contenta.

—¿Qué pasa patito? ¿Tú también de malhumor? —oigo que habla con Seyn.

—¿Has visto a Tarik? —pregunta el rubio y me detengo.

—Siempre lo veo —le contesta a su manera mística el adivino.

—No me refiero a eso, hablo de...

Me giro y lo interrumpo.

—No molestes a ese idiota, al menos él se disculpa.

Los ojos grises de Ace se giran hacia mí y luego vuelven a observar a Seyn.

—Eso no me parece correcto, patito. No te metas con el pequeño saltamontes, porque me enojaré.

No puedo imaginarme a este adivino enfadado, pero sin duda daría miedo ver eso.

—Debo admitirlo, no se me cruza por la cabeza cómo podrías estar enojado —opino.

—He estado muchas veces enojado, aunque no te hayas dado cuenta. Todos tenemos nuestros momentos y yo tengo los míos también.

Buen punto, algunas personas lo demuestran más que otras.

—¿Vas a decirme dónde está Tarik o no? —frunce el ceño Seyn, insistiendo.

—No hasta que el chico este seguro de tu creciente furia, necesitas bajar esa tensión.

La perfección #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora