88. Los consejos de Darren

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Emmet me observa detenidamente mientras me acerco a paso lento. Suspiro cuando estoy cerca.

—¿Quieres hablar? —repito —A eso viniste ¿cierto?

—Vine porque me dió la gana —expresa molesto.

—No mientas —frunzo el ceño —. Serás todo lo vampiro que quieras, pero a mí nadie me engaña —muevo mi cabello —soy la perfección.

—¿Quieres saber la verdad? —se acerca a mi rostro y me sobresalto —Todos son unos malagradecidos.

—¿Me estás incluyendo? —retrocedo confundido.

—Nyx, Blake, tú ¡Todos! —se gira furioso —Ella que se enoja, mi hermano que desaparece y tú —vuelve a observarme enojado, se ha vuelto loco —¡Tú! —repite y me señala —Tú me frustras. Tengo dos identidades y vienes a decirme que no soy quién soy ¡¿Quién te crees?! —me agarra del brazo con fuerza —sus ojos se humedecen —Pensé que éramos amigos.

No sé ni sentirme indignado, preocupado o asustado.

—Yo... —trago saliva nervioso —lo siento, digo —reacciono —¿Qué quieres decir con que Blake está desaparecido?

—Se fue, no está —me suelta despacio y se aleja. Baja la mirada —. Siempre se va, se oculta hasta de mí —niega moviendo la cabeza —. A veces ni yo lo entiendo —frunce el ceño —. No valora nada.

Esta noche he visto más expresiones de Emmet, que Aradia cuando está contenta y eso ya es decir mucho.

—Pues sino lo hace, ¿Para qué lo vas a hacer tú?

Levanta la vista a observarme.

—Se meterá en problema.

—Creo que contigo o sin ti, ya está en bastantes problemas.

—Sí pero... —gira la mirada hacia un costado y lo interrumpo antes de que vuelva a hablar.

—Los resuelve solo y te ha usado, no más contemplaciones —lo reprendo.

¡Cielos, estoy retando a un vampiro, cuidado, no te pases!

Camina hasta mí, retrocedo nuevamente, entonces me observa serio y entrecierra los ojos.

—No me digas lo que tengo que hacer.

—Es un consejo —trago saliva —¿Acaso no tengo razón?

Se forma un silencio incómodo y cuando responde dejo de estar tenso.

—Sí, sí la tienes.

Pensé que me diría que no, pero que haya respondido eso y que lo haya analizado,  demuestra que sigue siendo Emmet. Esto es realmente extraño, siempre lo fue, pero hasta yo me mareo con lo que quiero decir.

Su semblante está sin expresión y mirándome, otro silencio incómodo, voy a morir seguro.

—Ahora puedes pensar tranquilo —exclamo regresando el sonido a la situación —y sobre Rein, deberías aclarar todo malentendido.

—No me escucha —gira la vista.

—Y si estabas tan cerca, pues vuelve a insistir, regresa al método de ese momento, porque el actual no está funcionando, parecías arrastrado, yo te vi.

Se ríe.

—Sí, un poco, pero es porque estoy estresado —opina.

—¡Pues deja de estarlo! —levanto el puño —¡O te golpeo, aunque eso sea imposible! —sonrío.

Su semblante vuelve a ser serio.

—Lo admito, tienes razón.

—Yo siempre la tengo, soy la perfección —muevo mi cabello y levanto un dedo —y ahora, ya que estamos como en una especie de tregua, mi siguiente consejo es, toma la oportunidad del cumpleaños de Maik para verlo, aparecer de la nada no es buena idea, mejor tener una razón.

La perfección #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora