79. No sé quién eres

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No debí haber confiado en Nyx o al menos tenía que haberlo pensado mejor, pero ya es tarde.

¡El edificio va a asesinarme!

Corro por los pasillos, aún mareado por el efecto de la droga y las puertas se cierran cerca de mí.

—¡¿Quieres matarme?! —le grito a la loca que está parada sobre una ventana a gran altura.

Ella se ríe.

—Yo no, ellas sí —cierra los ojos —te mostraré ¿Las oyes? —sonríe —Cómo te detestan.

"Darren Wein".

Las escucho, en mi cabeza.

"Queremos venganza".

Retrocedo.

—¿De qué se quejan? ¡No me hablen! —me quejo.

Dejo de oírlas cuando Nyx vuelve a abrir los ojos.

—Lo sé, a veces son insoportables, yo que tú sigo corriendo.

Una lámpara cae delante de mí, ya que por suerte la esquivo.

—¡¡Eso intento!! —le grito —¡¡Contrólalas!!

—Si pudiera lo haría o quizás no —se ríe y salta hasta mí, la electricidad hace que la altura no sea un problema —. Te faltan tres puertas, vamos a ver si lo logras —gira para golpearme de una patada, pero consigo evitarla —. Muy bien —me felicita.

Asiento y salgo corriendo. Esquivo los tres obstáculos que me nombró y al fin llego a la puerta principal.

—¿A dónde vas? —visualizo a Emmet justo al lado de mi salida.

¡Mierda!

—Amo las persecuciones —opina Nyx estando sobre otra ventana de la misma altura que antes.

—¡¿No te habías ido?! —me quejo con mi antiguo guardaespaldas.

—Solo para confundir a Blake y así evitarlo —responde el morocho serio como siempre —. Los hermanos a veces pueden ser irritantes.

—Me molestan más las mariposas —mira Nyx hacia afuera y sigue con la vista al pequeño bichito que entra —da ganas de estrujarlas.

En mi distracción, Emmet aparece en frente de mí y me sobresalto.

—¡Oye! —chillo cuando me levanta sobre su hombro —¡Bájame, imbécil! —pataleo —¡Sino estaría drogado y en mi forma de mujer, ya te hubiera matado, sueltame! —me sigo quejando mientras camina —¡Suelta! —grito y forcejeo. No responde y cuando llega a la jaula me tira hacia allí, cerrando la puerta con fuerza —Un poco más de sutileza, por favor —me levanto.

—Sabes perfectamente que no soy sutil —al fin habla pero se gira para irse.

—¡No, no lo sé! —le grito agarrándome de los barrotes y se detiene —No sé quién rayos eres —expreso con ganas de llorar.

—Soy Emmet —me responde y se gira a mirarme —. El mismo que dices que no existe.

—Eso es mentira, Emmet es mi guardaespaldas, es serio pero también amable, inexpresivo pero a veces sonríe ¡Y es un humano! —le grito.

—Soy todo eso que acabas de decir, con excepción de lo último, así que dime ¿Acaso me estás llamando monstruo? Porque yo ni una vez lo hice.

—Yo no... —bajo la voz.

—Sabes lo sobreprotector que soy con mi hermano y lo mucho que lo he ayudado. Te lo repito, no es personal, así que deja de tomártelo tan a pecho.

—Eso no justifica un secuestro —le aclaro.

—Por supuesto que no, pero no solucionarás tu problema con esa actitud.

—¿Y qué entonces? —levanto una ceja.

—La respuesta no la tengo yo, la tiene Blake.

—Se ve que te usa como marioneta —opino.

—Todo depende del contexto.

La perfección #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora