83. Algo bueno

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Hace 3 años.

Miro unos papeles del trabajo de mi padre y voy a llevarselos, pero los dejo a un lado cuando lo veo ocupado. Acomodo un mechón de mi cabello de chica y me le acerco sonriente.

—¿Quién es? —le pregunto al ver a su acompañante alto y guapo.

—Hijo, te presento a tu guardaespaldas, se llama Emmet —papá lo presenta.

Bufo.

—Te dije que no quería un guardaespaldas.

Incluso aunque este para comérselo crudo.

—No voy a aceptar un no como respuesta —se enfada mi padre —me preocupas.

—¿Por el acosador? Está controlado, no ha habido más mensajes.

—Esté o no, me preocupo igual.

—Soy una chica, no un debilucho, pero vale si te pone feliz —ruedo los ojos.

—Darren ¿cierto? —habla Emmet y lo miro —Prometo que lo protegeré y ayudaré en todo lo que pueda, haré todo lo que esté a mi alcance.

Actualidad.

Me sobresalto al despertar de repente recordando, pero todo el estrés que el sueño me generó, desaparece al darme cuenta dónde estoy. Seyn duerme junto a mí, mientras me encuentro acurrucado entre sus brazos. Dicen que de lo malo siempre sacas algo bueno, así que lo admito, yo estoy muy conforme en este momento. Cierro los ojos y me vuelvo abrazar a él.

Regresando a la realidad y olvidando la cursilería, no volví al departamento, Blake puede buscarme, es su primera opción. Y no, no me fui a la casa de Seyn, aunque la ofreció. El lugar más seguro, es obvio a quién se lo tienes que pedir.

Obviamente, Ace.

Todavía no puedo creer que tenga una cadena de hoteles, ya díganme a quién estafó. Al final si era por conveniencia, me quedaba con él. Ya dejando las bromas, me dió el penthouse.

Estoy seguro, tengo una deuda enorme con ese tipo, la tiene oculta, lo sé, y la usará como arma. Okey, solo bromeo otra vez, ese adivino es demasiada paz.

—Mariposa ¿Estás despierta? —Seyn sube su pierna sobre mí.

—Estaba intentando volver a dormir, pero me aplastante —abro los ojos —pero ya qué, levantate que debo ir a ver a un adivino.

—Olvídate de Ace y hagamos cosas malas —susurra en mi oído y se me eriza la piel.

—No, ya hicimos cosas malas anoche —lo empujo y me levanto —. No molestes.

—¡Aburrido! —se estira en el colchón.

—Deja la estupidez y cámbiate —le tiro la ropa en la cara y me quito el camisón para ponerme un vestido ligero —¡No te quedes ahí, no es tu cama!

Se ríe.

—Me has dicho tantas veces que no te dé órdenes ¿Y ahora me las das tú a mí? Eso es trampa.

Muevo mi cabello como diva.

—No es trampa, es estrategia.

La perfección #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora