La perfección #2

78. Más peligroso

Al hacer esta trampa del frasco, force a mi enemigo para que me atrapará y actuará antes, no les dejé opción, pero sin querer caí en mi propio juego, ya que Emmet sabía lo del plan. Aunque nunca imaginé que la carnada iba a ser bebida por mi exescolta.

—Vampiros —repito mirando a Emmet que hasta parece que le excita haberse tomado mi sangre —¡¡Eso es morboso!! —grito frustrado.

—Agradece que no te mordiera —ríe Nyx —. Eso sí duele —apoya la mano en su cuello.

—Que buenas épocas —opina el vampiro con su cara seria y guarda el frasco vacío en el bolsillo de su traje.

—Toda mi investigación al tacho —dice molesto Blake.

—Deja de quejarte, agradece que me preste a esa estupidez.

—Creo que prestaste es una palabra muy amplia —ríe la rubia otra vez —. Un poco te engañó, digamos —se toca el cabello.

—Como sea, ya permanecí demasiado tiempo por aquí, me largo —se gira y comienza a caminar en dirección a la salida.

—¡No puedes! —vuelve a quejarse Nadir —¡¿Qué hay de mi investigación?! —le grita.

—Necesito aire, déjame en paz —desaparece y me sobresalto.

—Que miedo —digo dándome un escalofrío.

—Vampiros, siempre tan complicados —ríe Nyx y se da la vuelta —iré a buscar comida.

—Quedate aquí, ahora vuelvo —Blake también desaparece.

Esa velocidad es impresionante, lo que me hace pensar que él sí ha bebido sangre. Yo atando cabos sueltos soy un genio. Eso explicaría porque Emmet no pudo golpear a Max, pero sí resistir en la pelea de la otra vez.

"Creo haberlo visto en alguna parte, pero no recuerdo en dónde".

¡Claro! Conoce al cazador, esa era la pista más evidente y no la quise ver ¡Que estúpido! De todas formas ¿Cómo iba a verla si ni él mismo lo sabía?

—El Emmet que conocí, se esfumó como si nunca hubiera existido —susurro pensativo —y el adorable Nadir, jamás fue adorable.

—Las apariencias engañan —Nyx muerde una manzana.

—¿De dónde sacaste eso? —exclamo confundido.

—Me la robe —mastica.

Me río.

—Tú sí que no cambias.

Sonríe.

—¿Quieres jugar conmigo? —chasquea los dedos y la reja se abre, luego me observa con malicia —Mira que eso puede ser más peligroso —advierte.

—Créeme que lo sé.