La perfección #2

23. Visitando a Eliza

Llegamos a la cuadra en dónde vive Eliza o mejor dicho, en frente de la casa del doctor Maik Weber, su pareja actual. Toco el timbre y el mismo hombre que acabo de nombrar me abre. Solo lo había visto en fotos, que alto, más que yo en mí forma masculina, la debe tener grande. Lo sé, soy un pervertido, pero no me quejo, a mí me gusta serlo.

—Adelante, pasen —sonríe y avanzo entrando con Emmet junto a Nadir detrás.

—Así que Maik... —lo observo —¿Cómo va la convivencia? Viste que Eliza es algo demandante.

—Tranqui, puedo controlarla, estamos muy bien, gracias por preguntar —se gira —. Iré a buscarla.

Sí, huye, cobarde.

—Se ve que le tienes mucha estima —oigo en dirección a la mesa y veo un chico de ojos celestes comiendo un pastel.

Oh santo Dios, que guapo. Me lo como completamente en un sándwich o yo puedo ser ese pedazo de torta.

—¿Y tú eres...?

Se lame los dedos y sonríe.

—Soy Rein, el hermano de Maik.

—Y dime, Rein... —muevo mi cabello de manera seductora —tú...

—Hey, hey, deja al glotón en paz, no es para jugar —oigo a mí amiga Eliza llegar.

—Yo no hice nada —levanto las manos bromeando.

—¿Glotón? —se queja el de ojos celestes —Solo fueron dos.

—¡Dos tortas, eres un tragón y encima sigues flaco! —grita ella —¡¿Cómo lo haces?!

Se ríe.

—¿Envidia? Hay que aprovechar —se mete otro pedazo de torta a la boca.

¡Basta, déjame ser la crema de ese pastel!

No puedo con esto, volvamos al tema principal.

—¿Cuando vienes a ayudar a la fiesta de Jovan? Ya no falta para que llegue el día.

—La vagancia y mis uñas dicen que no hay necesidad —se ríe —. Además, Jovan sabe que le daré una sorpresa, así que no te preocupes.

—¿Cuál? —levanto una ceja.

—Secreto —me tira un beso al aire —. Por cierto, ¿Por qué tú amigo camina para todos lados con ese aparato?

Me río.

—Es Nadir, eso es muy normal.

—Esto no funciona —hace puchero el de anteojos.

—A ver —se le acerca Rein, agarra el aparatito y sonríe —¿Cómo funciona?

—¡Devuélvelo, mis datos! —se altera demasiado alarmado.

—Pero...

Camino hasta ellos y apoyo mi mano en el brazo de Rein, revoloteo mis pestañas de manera coqueta.

—Yo te enseño.