◈ un rescate ◈

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Elle durante varios días no quiso probar bocado. Lo que había vivido en aquella casa había sido tan traumante que ella no sabía como había sobrevivido.¡La había asfixiado hasta el límite! Cuando había probado bocado, al otro día de haber llegado, no lo había hecho con éxito. El alcalde había apretado tan fuerte que juraría tener una fisura en su garganta.

-Saldrán para ir a enfermería- dijo uno de los de seguridad.

Elle no quería salir. Elle solo quería quedarse hundida en su rincón con la mente en blanco. Porque no tenía cabeza como para pensar en algo. Escuchó como abrían los candados de las primeras jaulas, la tercera era la de Dylan y la cuarta de Winter, y supo que la próxima era la de ella. Tenía que salir sí o sí. No había ningún momento de consideración. Tenía que salir o si no el castigo sería peor.

-Omega 5 sal de inmediato- ordenó el guardia sacando el teaser listo para pegárselo en cuanto viera resistencia.

Elle quiso negarse pero su cuerpo ya no aguantaría más. Sabía que su cuerpo estaba muy maltratado y ni golpes, ni descargas eléctricas ni mucho menos las fosas, aguantaria. Se arrastró hasta salir de la jaula. Su cuerpo mostraba heridas de todo tipo; moretones —de todo tipo de colores—, heridas abiertas —por los golpes con un especie de látigo—, raspaduras —por arrastrarse— y quemaduras —por los teaser y los bastones eléctricos—. Era la única que había llegado en ese estado al centro desde hace mucho tiempo.

El centro OPAA se caracterizaba por cuidar, de cierta manera, a sus omegas. Pero con Elle no habían cumplido su regla número uno: sacar de su lista al alfa que se había excedido con el trato. Pero al ser el alcalde pues no podían hacer mucho. Si él decidía matar al omega, que tenía a cargo aún, seguiría en las listas de los alfas del centro. Lo más seguro lo ascenderían y tendría privilegios. Quizás dos omegas o más.

-Caminen- ordenó uno de los alfas.

Era realmente deplorable como los trataban. Los omegas eran tratados igual que los esclavos de siglos anteriores de Estados Unidos. Luego de poner abrazaderas plásticas, que agregaban unas nuevas líneas rojas a sus muñecas, los pusieron en fila india. Con un alfa y dos guardias llevaron a los primeros diez a la enfermería. Allí harían pruebas de rutinas para ver cuanto miden, pesan y todo lo necesario a su cuerpo.

-Omega 4, 5,7, 9 y 10 pasen- dijo un doctor en la puerta de una habitación.

Elle conocía de sobra esa habitación, la habitación panadería, como ella le decía. Desde los once, desde que tuvo su primer celo, ella junto con otras niñas y mujeres iban para un chequeo. El doctor las ponía en unas burras contiguas, dejando a un lado la privacidad, las tocaba de una manera que Elle sabía que no era normal o por lo menos eso era lo que ella pensaba. Nunca nadie la preparó, ni a ella ni a las otras cinco niñas, para lo que de ese momento en adelante pasarían cada mes luego de su celo. Eran una niñas y jamás pensaron que a su corta edad ellas ya veían a una especie de ginecólogo. Estaban aterradas porque nadie le explicó que pasaría.

Primero fue Winter a la que el doctor revisó. Aún estaba recuperándose de las heridas internas por la brutalidad de una alfa quien había metido varios juguetes sexuales a la vez. También la perdonaron al ser una abogada amiga del alcalde.

-Wow- dijo sorpresivo al ver a Elle y todo su cuerpo herido.

Elle no se había dado cuenta de que ese "wow" era por ella porque sus ojos estaban cerrados y su rostro hacia un lado. Ya el color en sus dedos se había ido, sus manos estaban tan aferradas a los bordes de la camilla que sus nudillos estaban blancos y todo para tratar de desviar el miedo que sentía. Siempre tuvo miedo cada vez que iba allí porque por más tiempo que pasaba yendo y por más que las más adultas le explicaran quien era ese doctor y que hacía, vivía aterrada que alguien la tocara. Ya sea para bien o, como en todos los casos, para mal.

Identidad Oculta #IO1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora