◈ un llavero suizo ◈

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El moreno hubiese sido el primero, bueno en todo caso uno de los primeros, en felicitar a su amigo si no fuese por esa inquietud que surgió en su corazón tan pronto conoció a Bernard. Y es que Bernard no tenía nada que le interesase excepto por un destello en su aroma que lo estaba dejando sin palabras. Sam había fruncido el ceño, de inmediato, cuando lo conoció y pensó que sería la primera pareja predestinada de tres alfas. Pero cuando entró a la mansión de su amigo ese distinguido aroma, ese aroma que podía reconocerlo en cualquier otro lugar, lo había dejado inquieto y no provenía de Bernard.

Sam caminó por entre los pasillos de la gran mansión de su amigo buscando eso que lo estaba atrayendo de una manera preocupante. Cruzó, a lo que parecía ser la segunda sala, y allí no estaba lo que buscaba así que siguió su camino hasta que llegó a la cocina. Allí se detuvo en seco porque lo que tanto lo atraía allí se hizo más fuerte.

Allí había una chica con el cabello anaranjado llegando casi a su cintura. Su cuerpo era definitivamente atrayente y Sam sonrió. Si ella no era su pareja predestinada estaría muy celoso y muy enojado. Aunque su vestimenta no era la mejor la aceptaría como fuese. Su corazón comenzó a latir rápidamente y temió que le fuera a dar un infarto o algo. Dio un par de pasos y vio como aquella chica se tensaba y arreglaba su postura.

-Hola- dijo Sam y no hubo respuesta.

El moreno decidió que era buena idea echar un vistazo por el cuerpo de aquella chica. Era alta incluso era un poco más alta que él y eso no le molestaba. Sus manos eran delicadas y Sam estaba feliz con eso. Si una mujer tenía sus manos delicadas y bien cuidadas, ganaba siempre. Su espalda era fina la cual estaba cubierta con una camisa en hilo azul clara y un pantalón azul oscuro. Sonrió, aquella chica no tenía ningún gusto por la moda, o bueno en todo caso era gusto por la moda para la mujer porque, una combinación como la que ella llevaba él estaría a gusto de llevarla. Sam era el hombre tradicional que usaba colores neutros.

-No sé quien eres y tú no sabes quien soy pero...- el moreno soltó una carcajada nerviosa -Tu y yo somos...- miró fijamente la espalda de la chica -¿te diste cuenta?- preguntó Sam. Vio como la espalda de la chica se tensaba -Sí, sentiste que soy tu pareja predestinada-

Aquella mujer juntó sus manos evitando que aquel alfa viera lo nerviosa que estaba. Permaneció en silencio mientras se abrazaba a si misma. Tenía miedo, ella no conocía a ese hombre que era su pareja predestinada. Todo era tan cierto, esa persona no ponía en duda lo que decía aquel alfa y mucho menos dudaba de que aquel alfa era su compañero de vida. Pero de que estaba confundida lo estaba. Ese alfa, de quién no ha visto nada de él, es con él que compartiría su vida entera.

Sam se acercó más y se recostó de la isla justo frente al fregadero donde estaba la alfa. Miró su largo cabello y sonrió, era hermoso, largo y con un color extraño pero perfecto -Puedes hablarme.- dijo Sam y la mujer solo asintió. Los hombros del moreno cayeron y suspiró.

La inquietud de la alfa incrementó tensándola y evitando hablar o hacer algún movimiento. El vaso que tenía en su mano lo aferró a su cuerpo y negó en silencio a lo que ese alfa le dijo.

-Eres mi chica...- susurró Sam con una sonrisa -diferente pero aún así eres mi chica- se acercó un poco más sintiendo como el cuerpo de aquella alfa se estremeció cuando sintió sus manos acariciar su cabello anaranjado.

Sam apartó su cabello del hombro izquierdo y sonrió al sentir el estremecimiento de la alfa en sus dedos cuando accidentalmente tocó su cuello. Deslizó toda la mata de cabello y vio un pequeño tatuaje en la nuca de la mujer. Un tatuaje sencillo y mucho más sencillo de entender. El tatuaje era como una ecuación de matemáticas.

_ + a = _

-Pronto la ecuación se completará- dijo Sam acariciando con sus dedos el tatuaje.

Identidad Oculta #IO1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora