Capítulo 36

3.5K 311 51
                                    

Roberto Aguilera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Roberto Aguilera

Ya se estaba acostumbrando a esos amaneceres, con Antonella mirándolo. En esa neblina que habían sido sus días en coma, había tenido sueños extraños, sueños que recordaba cuando veía a las personas. Igor conversando a su lado, Igor comiendo en su habitación, Igor poniendo música de "Soda Stereo", Igor hablándole de Antonella, Igor contándole de Matías.

Por eso cuando despertó y no lo vio, preguntó por él. Fernando le contó lo sucedido con Antonella, y sintió empatía por el hombre. Debía ser complicado todo, vio a su amiga y supo que todo en ella había cambiado. Su rostro estaba sombrío, su mirada vacía, no había muchas cosas que la hicieran reír. Y cuando esa mañana la vio llorar explicando que se iría al sur, sus sospechas quedaron resueltas. Estaba demasiado afectada, pero no quería luchar, no quería quedarse a enfrentar. Prefería alejarse, en cierta parte la comprendía, pero por otra deseaba poder ayudarla mejor. Pero no se podía hacer mucho. Estaba completamente cerrada, y la decisión ya estaba tomada.

Las lágrimas entre ellos fueron inevitables, la extrañaría. Pero si ella estaba tomando esa decisión tenía que apoyarla. Como siempre lo haría. Pudo al menos decirle sin tener que escribir "Gracias, Anto. Eres la mejor amiga"

_________________________________________

Y aunque estaba ya acostumbrado en el hospital, quería salir de ahí. María y Darío, todos los días iban a visitarlo, a molestarlo y causar una que otra risa sofocada de las pobres enfermeras que los debían soportar. Sus padres hacían turnos, pero se notaba la gran preocupación que les había causado, así que un día después de irse Antonella, se puso a buscar en qué podía trabajar que no arriesgara tanto su integridad física. Estaba en eso, cuando la vio entrar con esos ojos claros que lo tenían completamente prendado, le sonrió y caminó hacia él. Llevaba un vestido corto, que le dejaba a la vista sus contoneadas piernas. Nicol era preciosa, y estaba cambiando completamente su manera de ver la vida, de ella había sido la idea de la pizarra cuando vio que no podía hablar. Casi todos los días lo visitaba, y por lo que tenía entendido lo había hecho antes que despertara.

Ella era su nueva luz, como cuando cambias las ampolletas en la casa, y pareciera que esa brillara con más intensidad que la anterior. Porque te olvidas como alumbraba la anterior. Eso pensaba, porque olvidó completamente esa confusión que sentía al ver a Antonella, o cuando Melina lo besaba. Con Nicol la cosa se revolucionó, pero lo tranquilizó a la vez. Ella besó su mejilla, y miró lo que estaba leyendo.

-Vaya, vaya... ni siquiera sales de acá, y ya estás buscando trabajo... hablaré con tu patrón anterior.

- Chistosa.- Dijo entrecortado, se pusieron a reír.

Cuando estaban en eso, entró su doctor con Paulina, y le informaron que podía continuar el tratamiento en la casa, y podía quedar de alta al día siguiente. Estaba feliz, deseaba salir de allí.

Atada al pasado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora