Capítulo 20

3.7K 318 9
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Igor Montero

Se despertó con ese aroma que tantos años soñó, se arremolinó en el cuello de Antonella. Y acarició el vientre plano, que llevaba apenas una camiseta que fácilmente se subía, hasta llegar a esos pechos que había adorado. Había degustado cada momento vivido la noche anterior, la había adorado en todo sentido. Recordó la noche anterior, que con tanta fogosidad habían sumido sus cuerpos a los deseos más primitivos, jamás había imaginado esa entrega, esa dulzura de sus cuerpos sosegados. Antonella era un mundo paralelo para él, jamás había pasado eso con él, nunca había impuesto su deseo carnal que el corazón, algo inusual en él, que siempre pensaba mil veces las cosas. Pero la noche anterior decidió bajar del auto, porque sabía que era lo que más deseaba en ese momento, y no se equivocó. Mientras dormía se dio cuenta que Antonella no estaba a su lado, y un pequeño temor se instaló en su estómago, pero cuando la vio arrumada en el sillón a lado de su cama, se dio cuenta que Antonella se presentaba ante todos como una mujer fuerte y despampanante. Pero en realidad sufría, tenía sentimientos tan ocultos que hacía que afloraran apenas entraba en confianza, la sintió fría y delicada. Necesitada de un abrazo que la confortara, no se hizo esperar y la acomodó en sus brazos. Al rato después se quedó profundamente dormida, pero él no podía despegar la mirada de ella, sus ojos aún tenían rastro de esas lágrimas que no pudo explicar, que no supo entender. Le besó la frente, y acarició las mejillas. Había pasado mucho rato, se sobresaltó cuando su celular comenzó a vibrar. Miró la pantalla y se separó lentamente para no despertar a Antonella. La arropó, y se fue al baño. Apenas estaba en ropa interior y suspiró nervioso, no sabía que pensar con esa llamada a esa hora de la madrugada.

-Mamá...

- Igor, ¿Dónde demonios estás? Creí que estabas en tu dormitorio, tu padre me dijo que me fuera, para poder venirme con él. Amalia me dijo que me acompañaría, para poder buscar más ropa.

- ¿Te irás ahora a Santiago?- le preguntó sorprendido.

- Sí, claro. Date prisa, Igor.- Y cortó la llamada, salió del baño y vio que eran las seis de la mañana. Se vistió sin encender la luz, porque el día estaba amaneciendo. Cuando comenzó a abotonar la camisa, miró a esa mujer que le robaba el aliento, deseó volver a esa cama y volver a hacerle el amor, pero no podía. Cuando su hijo estaba de por medio, siempre lo elegiría a él, jamás sería diferente. Ella dormía sin inmutarse de todo a su alrededor, la besó en el pelo antes de salir a toda velocidad, cuando estaba por abrir la puerta, se dio cuenta que la noche anterior se había quitado la chaqueta, la buscó y sin esperar más tiempo salió. Corrió a su casa, pero lo sobresaltó Roberto, impresionándolo gratamente, ya que el hombre estaba vigilando a Antonella. No estaba sola.

Después de intercambiar palabras entre ellos, siguió a su casa apresurado. Cuando llegó, Amalia le recibió con una cara no muy alegre.

-Buen día, Igor.

Atada al pasado [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora