Kiara había corrido hasta lo más profundo de la cueva. No quería ver a nadie, no quería ser consolada, necesitaba desahogarse, soltar su amargura y tristeza en lágrimas.
Kovu, el león del cual se había enamorado sin siquiera darse cuenta, no podía ser un traidor, no lo era. Él le llegó a mostrar su lado más tierno y amable, su carisma y hasta su humor, logró ver en él lo que ningún otro vio, y ahora no lo volvería a ver... ¡No podía aceptarlo! ¿Es que acaso estaban destinados a separarse? ¿a no estar juntos? ¿Por qué su padre no veía lo que ella podía ver? Su padre fue quien le enseñó la importancia de estar unidos, de que todos importaban. La manada era un solo equipo y quería que Kovu este en ese equipo, cerca de ella, muy cerca.
Un pequeño resplandor la deslumbró, limpio sus lágrimas con el dorso de su pata para ver de dónde provenía aquella pequeña luz. Allí, casi imperceptible en la pared de roca, había unas pequeñas piedras sueltas que dejaban pasar parte de los últimos rayos del sol antes de que la noche cayera. Se levantó de prisa, esa era su oportunidad, miró hacia atrás, todos estaban afuera y nadie la veía ¡debía arriesgarse! Rápidamente quitó aquellas piedras y logró hacer un agujero lo suficientemente grande para poder salir por él.
Ya fuera de la cueva corrió sin mirar atrás, debía encontrarlo.
...
Fuera de la gruta las cosas no estaban tranquilas, los animales se habían dispersado, pero las leonas seguían alertas y vigilantes por si el forastero quería volver. El rey se encontraba en la punta de la roca, firme, asegurándose de que Kovu no regresara o él mismo se encargaría de ello.
La reina suspiro, se encontraba de espaldas a la entrada de la cueva, con la cabeza gacha, pensando. Las cosas para ella no estaban del todo claras, sentía que había algo que no andaba bien, como si le faltaran piezas a la historia de su hijo, su actitud reflexiva hacía que necesariamente tuviera que escuchar a las dos aves cantar, pero en este momento le faltaba una.
Kion, por su parte, estaba en una lucha de sentimientos, su mirada perdida en el mar azul teñido de anaranjado y violeta que se empezaba a llenar de nubes. Se cuestionaba si había hecho las cosas bien, claramente estaba enojado con Kovu, él los había traicionado ¡Él mismo le había dicho que era parte de un plan! pero también comentó que ya no era parte de ese plan o por lo menos que no quería serlo, aun así había jugado con el respeto de su padre ¡y pretendía salirse con la suya solo por enamorarse de su hermana! No, lo correcto era que se fuera, el destierro fue un buen castigo, pero... ¿por qué se sentía culpable entonces?
-¡Kiongozi!
Sus ojos se abrieron en sorpresa al escuchar su nombre completo, nadie le llamaba así excepto sus padres cuando había cometido algo muy malo. Esa voz fue fría y cortante, algo gruesa y baja, exigiendo su presencia de inmediato.
El joven tragó saliva, sabía perfectamente que se trataba de su padre y por un momento tuvo miedo de acercarse. Miró a su madre en busca de ayuda, sin embargo ella asintió con su cabeza, dándole a entender que debía ir.
Volvió a tragar saliva y se levantó de su posición, caminó hasta la punta de la roca donde su padre se encontraba sin apartar la vista de sus tierras, ni siquiera se había girado para llamarle.
El cuerpo de Simba se encontraba recto y firme, su imponente figura y musculosa contextura imponía respeto para quien lo mirase, mientras que su mirada iba y venía por sobre su reino en un ceño fruncido. Al más joven le dio un pequeño escalofrío al acercarse y por un momento se sintió como su yo de cachorro; no fue hasta que estuvo a su lado que su padre giró su vista para verlo.
-Que... ¿Qué necesitas padre?- logró pronunciar con dificultad, decir que no estaba asustado sería engañarse a sí mismo, y pensó que ser el más feroz de Las Praderas se escuchaba irónico en ese momento.
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El rey león: la historia de tres hermanos.
FanfictionEsta historia trata de los hijos de Simba y Nala: Kopa, Kiara y Kion, y sus aventuras. Kopa de cachorro tuvo un accidente con algo o mejor dicho con alguien y tiene que regresar a casa. Kiara había conocido a alguien muy especial, pero su padre no a...