2ª Temporada: Capítulo 13

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¡Hola! Siento mucho haber tardado más de una semana en actualizar y también que este capítulo no sea muy largo, siempre pongo la misma excusa pero es que tenía exámenes finales y tenía que concentrarme en ellos. Ahora que tengo casi vacaciones podré actualizar más a menudo. 

Pido 220 votos para el siguiente, también quiero que comentéis que os va pareciendo el desarrollo de la historia, todavía queda bastante y no veo un buen final de momento así que por las que no queréis que esto acabe, tranquilas, que seguiré molestando con las actualizaciones mucho tiempo.

Un beso xx

HARRY

Desde la puerta pude ver un búho, ¿un búho? ¿cómo se había podido colar si la casa estaba cerrada? Me acerqué a él con cuidado y silenciosamente para no asustarle y cuando estuve lo suficientemente cerca lo atrapé.

El animal se revolvió en mis brazos pero no lo solté, miré a mi alrededor y descubrí una ventana abierta, ya lo entendía todo, el muy cabrón se había colado algún día y no había salido.

No le di mucha importancia y me acerqué a la ventana para soltarlo, me asomé y lo dejé libre, salió volando y cuando lo perdí de vista, me giré para volver al salón. Cogí mi paquete de cigarrillos y saqué uno.

Mierda, esta porquería me recordaba a Kath y en este momento no quería pensar en ella, pero era imposible, ¿dónde estaría? Realmente me preocupaba. Negué con la cabeza como si alguien pudiera verme y me senté.

Busqué el mechero y cuando lo hube encontrado, encendí uno y le di una calada larga. Recuerdo que hace unos años no me gustaba fumar, es más, lo rechazaba completamente, no sé por qué empecé y lo más importante, por qué sigo.

Cuando se hizo tarde regresé a casa y como de costumbre, no había nadie, ya era algo normal vivir solo, así que no le di más importancia. Dejé el casco en la entrada y fui a la cocina, abrí la nevera y cogí una cerveza, la abrí y caminé con ella en la mano hasta el sofá, me tiré de golpe y encendí la televisión.

Estaban pasando un partido de tenis, solo se escuchaban los gemidos de los tenistas y me estaba dando mal rollo así que decidí cambiar y borrar esa imagen de mi cabeza. No es agradable escuchar a otras dos personas gemir, no entiendo por qué la gente paga dinero para ver eso.

Me llegó un mensaje al teléfono y al segundo miré a ver de quien era, al parecer un desconocido había conseguido mi número –cosa que era bastante difícil– pero de todas formas lo miré.

Llevaba una foto adjunta y mi corazón se disparó al reconocer a Kath, podía ver como tenía de nuevo el pelo azul pero no estaba consciente, ¿qué estaba pasando? Me fijé con más detalle y vi que esa tampoco era su habitación actual.

Me erguí en el sofá sin apartar la vista del móvil, me sudaban las palmas de las manos, sabía que estaba en peligro y no podía hacer nada sin saber que estaba ocurriendo realmente. No podía saber con certeza si la foto había sido tomada hace horas o tan sólo minutos porque no había luz natural en la habitación, a decir verdad, casi ni artificial.

La notificación de otro mensaje hizo que mi móvil vibrara, esta vez era un texto en el que decía:

“Hacía mucho tiempo que no veías a tu querida Kath ¿verdad? Espero que esto te sirva de algo, no quería que la perdieras de vista tan pronto, pero te puedo asegurar que no la vas a ver nunca más.

No la mereces.

Que pases un buen día.”

Apreté los puños hasta que sentí que los nudillos se tornaban de color blanco, la rabia gritaba en mi interior queriendo salir pero no lo permitía. No hacía nada porque el cuerpo no me respondía, estaba en shock.

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