Capítulo 15: Un nuevo año escolar

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El último año pintaba confuso...

Mavis como tutora, mal.

Yume como compañera, mal.

Erza, Mira y Gray en el mismo grupo, junto a él, bien. En eso no había ninguna queja.

¡Pero en las dos primeras sí! ¿Quién rayos hacía las listas de los alumnos? ¿Quién colocaba a los estudiantes en cada salón? ¿Quién sabía lo que sentía por esas dos mujeres y trataba de torturarlo? Al verlas cruzar la puerta, juntas, su primer pensamiento fue: ''Me lleva la...''

Durante las diez horas de escuela, el tiempo pasó lentamente, intercambiando entre sufrimiento agonizante y ganas de matar a Gray; quien no dejaba de mirar a Yume, diciendo comentarios sobre lo interesante que se veía y preguntando a Natsu, sí ella tenía un novio o alguien con quien saliera. Él respondió que era novia de un hombre mayor. Una completa mentira. ¿O no?... ¿Qué clase de relación tenían Yume y Zeref? ¿Qué cosas hacían juntos? ¿De qué hablaban cuando nadie los escuchaba? ¿Hablarían sobre él? ¿O sobre Mavis y la infidelidad? Bueno, hablaran de lo primero o de lo segundo, siempre terminarían incluyendo a Natsu en la ecuación; pues fue parte del problema.

En la salida, caminó apresurado hacia la estación del tren, obligando a Lucy a correr tras él. Ella preguntó qué estaba pasando, pero Natsu no fue capaz de responder. El trayecto hacia su hogar fue silencioso. Llegando a la vivienda, el muchacho se encerró en su habitación y no salió, ni siquiera para cenar. Dimaria se preocupó, fue a tocar la puerta del cuarto, cuestionándolo sobre lo que había sucedido en la escuela; a lo que sólo recibió la respuesta: ''No pasa nada, estoy bien, sólo tengo sueño''.

Dimaria quiso tocar nuevamente, Igneel se lo impidió; susurró que lo dejaran tranquilo; que ya saldría cuando le diera hambre, o si necesitaba sacar lo que tuviera atorado dentro. ''Natsu es así: Una bomba de tiempo, explotará en su momento y tenemos que contenerlo, no antes, no después'' susurró el padre, llevándose a su ''esposa'' de ahí. Natsu necesitaba un largo rato a solas, aclarar sus ideas y berrear un poco, sin que nadie lo estuviera viendo.

Una vez que escuchó los pasos alejándose, Natsu se puso unos zapatos que guardaba en su armario y salió por la ventana; rumbo a la casa de Ume. Siempre le relajaba quejarse con ella. A Ume no le importaba escucharlo, ni le daba consejos innecesarios, sólo lo dejaba desahogarse y lo reconfortaba. << ¿Va a querer recibirme? No sabía de su cumpleaños, no sabía y me puse a hacerlo con una mujer frente a sus ojos... >> pensó, alarmado. No perdía nada con ir e intentarlo. Ume era más buena de lo que parecía. A veces podía ser muy amable. A veces...

Antes de darse cuenta, sin que sus piernas o pies lo hubieran notado tampoco, estaba en casa de Ume. Tocó el timbre un par de veces, esperando que alguien le abriera. Insistió e insistió, por alrededor de diez minutos, cuando el sol ya se había ocultado; nadie salía. A los quince minutos, finalmente, Ume asomó su cabeza y él le arrebató la puerta de las manos; entrando para lanzársele encima a abrazarla. Llorando. Ume no dijo nada, sólo le frotó la espalda, esperando que pasara lo que tuviera que pasar.

Ella perdió la noción del tiempo, incluso sus piernas se durmieron, hasta que Natsu dejó de chillar y la ayudó a ponerse de pie. Ojos hinchados, cara mojada, mejillas rojas y respiración profunda...

— ¿Tú hermana te ha dicho algo sobre el día de hoy? —Preguntó él, limpiándose la cara. — Cualquier cosa, la que sea, dime, por favor.
— Dijo que estaba en el mismo salón que tú, que sería difícil para ella y para ti, así que mañana pedirá que se le cambie a otro grupo...

Natsu suspiró.

— ¿Ha dicho que me odia?
— Ella te ama —dijo Ume, como si fuera algo por demás obvio—. Te ama. Nunca ha hablado mal de ti, ni siquiera cuando ella no sabía quién eras tú, el día que llegó diciendo que un muchacho de cabello rosado la hizo sentir mejor; no pude imaginarme a nadie que no fueras tú. Ahí supe que mi hermana y yo nos parecíamos mucho.
— Siento lo de tu...
— Yo no te lo dije —interrumpió, poniéndole la mano en la boca—. No me gusta festejar mi cumpleaños. Pero mi padre insiste en comprar pastel. No puedo decirle que no. No quise decírtelo porque no quería recordarlo. Es una cuestión personal, algo que no me gusta. No es nada contra ti. Y apuesto, que si Yume te ha rechazado, es porque tiene un excelente motivo. Algo que no podemos comprender. No la odies, no pienses que es mala o que te detesta. No se trata de eso. Conozco a mi hermana.

Ume giró su cabeza, mirándolo a los ojos.

— Ella te ama, tanto como yo lo hago. Desde la primera vez que te vi.

Natsu la abrazó, resoplando nuevamente.

— ¿Quieres ir a ver los cerezos, Ume?
— Mi familia está allá. Podemos escondernos de ellos. Sí quiero, vamos. 

***

No tengo mucho qué comentar hoy, lamento haber pasado tantos días sin actualizar, sinceramente no me sentía con ánimos de hacerlo. Pero espero actualizar pronto otra vez, me ha regresado la inspiración y el desánimo se ha ido. Muchas gracias por leer, nos vemos en el próximo capítulo. 

Tú y yo: La casita de Natsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora