Capítulo 27: Gracias por todo

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03 de Mayo, 10:43 AM.
Hospital de Tokio, cuarto 303.

El doctor dijo, que la amnesia en golpes así, es algo completamente usual. También, advirtió que podría ser pasajera o permanente. Se encargaron de revisar el funcionamiento de sus órganos internos, los reflejos y la capacidad mental. Todo estaba en orden y su falta de memoria, era algo bastante extraño, pues resultaba muy puntual y de alguna forma, según Ume, conveniente para su vida.

Yume olvidó todo lo ocurrido en los últimos tres años, a las personas que conoció en ese tiempo y olvidó quién era Rina. Olvidó completamente casi ocho años de amistad, así como los eventos tristes, posteriores a la ruptura. No recordaba haber intentado suicidarse, ni el internamiento en la clínica de salud mental; era un gran hueco negro.

Erza, Mira, Cana y Juvia llegaron al hospital; una por una entraron a ver a Yume, presentándose de nuevo con ella. Lo mismo hizo Zeref, diciéndole que se volvieron amigos después de que ella lo ayudara, aseguró sentirse feliz de que estuviera bien y que esperaba que pronto pudiera reintegrarse a su vida normal. Igneel le pidió disculpas por no cuidarla mejor, pero Yume insistió en que no era su culpa, que ya encontrarían la forma de defenderlo a ojos de sus padres; evitarían que fuera despedido.

La siguiente en presentarse, fue Lucy. ''Seamos amigas'' dijo la rubia, sonriendo de una manera tan brillante y honesta, que Yume sólo pudo decir que sí.

***

— Fue un milagro...

En la azotea del hospital, Anna veía hacia la ventana de Yume, sintiéndose feliz de que se hubiera recuperado. No dudando que se trató de una intervención sobrenatural, esperaba que ésta vez, no hubiera ninguna consecuencia posterior. ¿O el castigo había sido perder la memoria de algo tan importante? Yume no sabía quién era...

— ¡Anna! —Gritaron.
— ¡Yo no hice nada! —Contestó por instinto.

Miró hacia atrás y se encontró a la chica de los dulces, la misma que estuvo cuando le mostró su futuro a Natsu.

— Ah, eres tú —dijo, más aliviada.
— Bien hecho, Anna —la chica sonrió.
— ¿Eso es sarcasmo...?
— Para nada. Eres libre del trato que hiciste. Y Yume también.

Anna soltó una risa nerviosa, de incredulidad.

— ¿De qué hablas? ¡Las cosas no pueden ser tan sencillas!
— No lo fueron. Es, como cuando mueres y tienes una deuda con el banco, queda anulada por el fallecimiento. De alguna forma, Yume que hizo un trato contigo, murió al perder la memoria de esos eventos. Ahora es libre de las consecuencias. No pasa nada si se acerca a Natsu, o incluso si tiene una relación con él. Y en cuanto a ti, se pensó en castigarte por lo ocurrido, pero alguien cree que mereces una recompensa por el valor que tuviste al confesar la verdad; sin importarte lo que pasara contigo... Así que, ese es uno de los motivos, por los que estoy aquí ahora...

La mano de la chica, se posó lo sobre la frente de Anna. Una sensación de calidez envolvió a la rubia, quien cerró los ojos y esperó; pues no tenía ninguna expectativa, sobre lo que allá arriba, consideran una recompensa. Su cuerpo se volvió más pesado, tuvo la necesidad de respirar, como si acabara de salir del agua; algo completamente extraño. Abrió los ojos rápidamente y notó que proyectaba una sombra; ya no flotaba en el aire y todo en ella era sólido. Era humana. Otra vez.

— ¿Qué...? —Pronunció atónita, al borde del llanto.
— Tú y tu hija, se han ganado una nueva vida —explicó la chica dulce—. Te he dado conocimientos del mundo actual, al igual que a ella, ahora eres una profesora en la escuela de los chicos y tu hija Ariana, es alumna de primaria. Te esperan muchas cosas nuevas, Anna, así que disfrútalas. Tengo que ir a cumplir mi segunda misión.

Tú y yo: La casita de Natsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora