Capítulo 13: Natsu, los secretos y el regreso de Anna

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Lucoa y Natsu no pararon en dos horas.

Durante todo ese tiempo, Ume los vio, sin decir ni hacer nada. Estaba inerte. Parecía un maniquí, una muñeca a tamaño real, que en cualquier momento puede despertar a joderte; como Chucky.

Al terminar la sesión, Lucoa se echó a descansar y Natsu bajó de la cama, yendo al baño para asearse y vestirse. Había sudado mucho. No le gustaba el olor que desprendía en ese momento. Fue cuando salió del aseo, que notó a Ume, que ella estaba despierta; por lo que de inmediato se puso nervioso. ¿Ella le gritaría, lo golpearía y lo acusaría de infiel? Ume se levantó, sentándose en el borde, con los pies en el suelo; buscando sus zapatos a tientas. Natsu se acercó y la ayudó a colocarlos. ''Es hora de irnos'' le dijo Natsu, ella sólo asintió. Se marcharon juntos, dejando a Lucoa, sin despedirse.

Subieron al coche, el trayecto fue silencioso, más de lo normal. Bastan sólo cuatro segundos, para que un silencio, se vuelva incómodo y si Natsu no hablaba, explotaría.

— Ume —tocó su hombro, al mismo tiempo que la llamaba.
— ¿Qué? —Ella mantenía la vista en la ventana, ignorando el reflejo de Natsu.
— ¿Estás molesta conmigo?
— No. No lo estoy.
— ¿Quieres que te lleve a algún lado en la mañana o en la tarde?
— No, gracias.
— Ah, de acuerdo...

Natsu volvió a quedarse en silencio.

No era lo mismo. Se arrepentía de querer aprovecharse del miedo. Le gustaba la Ume que gritaba, se enojaba y lo amenazaba; no la que se quedaba callada y lo ignoraba. ¿Era masoquista? Esperaba que no. Sería muy extraño. ¿Por qué a la gente le gusta recibir castigos? ¿O recibir golpes en el trasero? Tenía que preguntárselo a Virgo, ella le respondería todas sus dudas, después de todo, Virgo poseía esa extraña parafilia de una manera exagerada. La última vez que la vio, intencionalmente, le lanzó el jugo encima y luego le dijo que la acostara en sus piernas y le diera un par de golpes por descuidada.

— Te acompañaré a tu primer día de clases, ¿sí? —Dijo Natsu.
— No hace falta —contestó Ume—. Iré con Wendy.
— Pero...
— ¡Llegamos! —Anunció Jerall, estacionándose frente a la casa de Natsu. — Nos vemos después, Natsu.
— Sí, gracias —Natsu abrió la puerta —. Nos vemos.

El auto no se movió, hasta que Natsu entró a la casa y cerró, entonces Ume sonrió levemente. Jerall la miró por el espejo retrovisor. Lanzó un suspiro de resignación. Ella no cambiaba, por muchos años que cumpliera, continuaba comportándose de la misma forma.

— Él no sabe que ayer fue tu cumpleaños —dijo Jerall.
— Sabes que no me gusta festejar mi cumpleaños...
— Aun así, debiste decírselo.
— ¿Para qué? No tiene sentido.
— En algún momento te lo preguntará.
— Bueno, no ha llegado ese momento, así que... Sólo vámonos...

***

Natsu se tiró en la cama. Estaba cansado. Le dolían las piernas y las caderas, como si hubiera estado por mucho tiempo haciendo ejercicio, sentadillas, ese dolor era. A los diez minutos, a punto de quedarse dormido, escuchó que se abría la puerta. Enfocó en la oscuridad, notando una figura muy alta, de cabello largo y con ropas antiguas.

— ¿Ah? —Exclamó, confundido.
— Tiempo sin vernos...
— ¡¿Anna?!

La mujer sonrió, asintiendo. Se sentó en la cama.

— Me alegra verte —dijo Anna.
— Pensé que...
— Han cambiado muchas cosas —explicó vagamente, moviendo las manos—. No tiene importancia cómo estoy aquí. Dime: ¿Ya pensaste en qué harás cuando seas adulto? ¿A qué te quieres dedicar?

La pregunta encendió el foquito de Natsu: Todavía no pensaba en nada.

— Ah...
— No tienes idea, ¿verdad? —Anna suspiró, resignada. — Tienes que pensarlo rápido, ¿de acuerdo? Ya te falta poco para ser un ciudadano.

Parte del trabajo de Anna, que hasta ahora no había cumplido, consistía en guiar a Natsu por el buen camino; a fin de que no desperdiciara la vida, que amablemente, le otorgaron en base a sacrificios e infelicidad para otra persona. ''Haz que valga la pena'' había dicho Yume, antes de dormirse, así que Anna salió disparada de la casa para enmendar el camino del muchacho. ¡Lo volvería en todo un hombre modelo!

— Es que no sé qué me gusta...
— Por lo que vi, te gusta meterte con mujeres mayores. Por cierto, ¿sabías que la torta de chocolate es deliciosa?
— ¿Eh? ¿Comiste torta?
— Sí, ayer en la tarde, fue el cumpleaños de Ume. Ella no quería nada, pero su padre compró pastel y helado, así que me robé un poco...
— ¿Cumpleaños?...

Oh, no...

***

¡Espero les haya gustado! Estoy trabajando en una serie de historias cortas, así que esperénlo. Sí, ésta vez si voy a cumplir, no se preocupen. 

Ahora sabemos que el cumpleaños de Ume es el 29 de Marzo. Y ya tiene catorce años. Es muy legal en Japón. 

¡Gracias por leer! ¡Nos vemos en el próximo capítulo!


Tú y yo: La casita de Natsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora