Capítulo 30: El día de la madre (Parte 2)

121 14 16
                                    


13 de Mayo, 06:43 PM.
Escuela Preparatoria Josei.

Satisfechas con su trabajo, un poco sudorosas y cansadas, las chicas cerraron el salón de economía doméstica; yéndose todas a las duchas. Se darían un baño, se cambiarían y luego irían a dejar sus regalos a la casa de Natsu. Después... ¿Qué harían después? ¿Quedarse, esperar una felicitación y una aprobatoria? ¿O sólo entregar los obsequios y marcharse? Lo segundo sonaba más prudente. Le preguntarían a Wendy, cuál de las dos opciones, era la mejor.

13 de Mayo, 06:55 PM.
Empresa Miyamoto.

— ¿Dónde estará Natsu? —Preguntó Igneel.
— No tengo idea —contestó Zeref—. Se fue muy temprano, cuando yo me desperté, él ya no estaba en su cama. Debe haber ido a buscar un regalo para mamá, supongo, ¿no? No me imagino a dónde más pudo haber ido.

Desde lejos, Dimaria los observaba, sin atreverse a ir y saludarlos. Se había marchado de la casa en buenos términos, pero durante una semana, estuvo evitándolos a los dos; porque ya no sabía cómo tratarlos de nuevo. Ya no eran nada. Ya no existía ninguna relación entre ellos tres. ¿Debía comportarse, como una simple compañera de trabajo, a la que alguna vez tuvieron en su casa? Entonces, comprar aquel tonto regalo, no fue buena idea... ¡Pero pensó que lo sería! No era nada muy estrafalario; un simple perfume, que vio en una subasta y que, a su parecer, olía delicioso; como a flores naturales. Pocos perfumes pueden ser así.

Optó por lo más maduro: Gritar ''hey'' y lanzar la cajita a manos de Zeref, quien se estiró para alcanzarla y evitar que se partiera en el suelo. Segundos posteriores, Dimaria escapó a toda velocidad; ignorando las palabras de Igneel, que sólo quería agradecerle por el regalito... Luego se dio cuenta, que ese perfume que olía tan bonito, era para mujeres y no para él.

13 de Mayo, 07:06 PM.
Distrito comercial.

— ¡No encontramos nada!

Natsu se golpeaba la cabeza, contra uno de los postes de luz, haciendo reír a las personas que lo veían. Y preocupaba a Yume. << Se va a quedar idiota >> pensó, acercándose a detenerlo. Le sostuvo la cabeza y negó repetidas veces, indicando que no siguiera haciéndose daño.

— Aún hay tiempo -dijo Yume.
— No, no lo hay. Si suponen que estoy en la escuela, a esta hora, ya debería haber llegado a casa. O estar en marcha para allá. Tengo que ir a casa. No he visto a mamá en todo el día, ni siquiera la he felicitado; tengo que hacerlo y disculparme por no llevarle nada. Disculpa si no te acompaño a casa, necesito estar solo un rato... Nos vemos...

Alejándose a paso lento, Natsu no dejaba de pensar, en que había fallado como hijo en su primer día de las madres. Seguramente, tras cometer semejante atrocidad, su madre nunca le volvería a hablar. Ese tipo de pensamientos, le carcomían el alma; peor que aquella ocasión, que con mucha fiebre, soñó que Mileena de MK le hacía un trabajito allá abajo y todo terminaba en el peor Fatality que pudiese existir en toda la historia del juego...

— Natsu, perdón por no ser de ayuda —susurró Yume, bajando la cabeza. No había podido hacer nada por él y eso la entristecía. De pronto, una idea cruzó por su mente, estuvo a punto de gritarle a Natsu que se detuviera, pero él ya no estaba ahí; se perdió entre la multitud de personas en la calle.

13 de Mayo, 07:41 PM.
Casa Dragneel.

Natsu miró la puerta de su hogar.

<< Aquí vamos >> pensó, sintiendo un escalofrío en la espalda; que recorrió toda su espina dorsal, hasta la rabadilla. Era hora de enfrentar su destino.

Tomó la perilla y abrió, entrando a su hogar, con el corazón en la garganta. Escuchó pasos yendo hacia él y una sombra alta, se le echó encima, abrazándolo fuertemente.

— ¡Muchas, muchas gracias! —Decía la voz de Naomi, sonando tan emocionada como si acabara de ganarse la lotería.
— ¿Por qué? —Preguntó Natsu, confundido.
— ¿Cómo que por qué? Todos tus regalos...

Natsu caminó, obligando a su madre a dar pasos hacia atrás, aunque él la agarraba para que no se cayera de espaldas. Volteó hacia la cocina, donde todas las chicas, servían comida en platos y bebidas en vasitos desechables; con hielo porque hacía calorcito. Anna, Mavis, Lucy, Juvia, Cana, Erza, Mira, Ume, Wendy, Yukino... Ahora entendía todo. Todo. << Acaban de salvarme, muchas gracias >> pensó Natsu, queriendo chillar por tal demostración de cariño. Elegir una esposa sería demasiado complicado a partir de este momento.

— ¡Natsu-san! ¡Estamos aquí!

Hisui entró con Lucoa y Haru, el último, cargaba un pastel de tres pisos; con fresas y merengue. El aroma dulce llenó la sala.

— ¿Hisui? —Pronunció, extrañado.
— ¡Sí! —Lucoa levantó la mano, saludando. — ¡Trajimos el pastel que encargaste para tu mamá! ¿A qué se ve muy bien?
— Natsu, son demasiadas cosas —dijo su madre, enrojeciendo—. ¿No crees que te pasaste un poco? No hacía falta que gastaras tanto...

Más pasos apresurados, alguien empujó a Hisui, ese alguien era Yume; quien traía una cajita chiquita en las manos. Se detuvo a tomar aire, estaba despeinada y sudorosa, signo de que llevaba mucho tiempo corriendo hacia la casa. Natsu se preguntó, si estuvo haciendo esa carrera, desde el distrito comercial. Unos cuatro kilómetros de distancia.

— ¡Olvidaste el regalo! —Gritó Yume, poniendo la caja en la mano de Natsu. Él reaccionó rápido, dándosela a su madre.

Dentro de la caja, había un hermoso anillo de compromiso, con un diamante rosado en el centro. Dentro de esa ''telita'', había un grabado, que decía: '' ¿Quieres casarte conmigo, Naomi?'' y abajo, el nombre de Igneel. Como cosa de brujería, justo en ese momentito, Igneel entró en compañía de su hijo y Naomi se le lanzó encima; gritando que sí, que por supuesto que se casaba con él.

— Acabamos de comprometer a tu padre —susurró Yume.
—... No importa. Nos perdonará.

Al ser la que tenía más cerca, Natsu pasó su brazo por los hombros de Yume, abrazándola. Le sonrió y murmuró un gracias, sintiéndose liberado de la gran carga. Por supuesto, no sería a la única que agradecería, pero sí a la única que podía hacerlo en público; las otras pedirían cosas que nadie debe ver... ¡Sólo esperaba poder aguantarlo! ¡Unas semillas del ermitaño le devolverían las fuerzas!

***


¡Esto ha sido la parte 2 y final del día de la madre! No tengo mucho que decir, excepto que, a Natsu le va a faltar fuerza para agradecerle a todas...

¡Muchas gracias por leer! Nos vemos en el próximo capítulo, no se olviden de comentar y dejar sus estrellitas.

Tú y yo: La casita de Natsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora