Capítulo 32: Descubiertos

88 14 7
                                    

19 de Mayo, 01:33 PM.
Posada de los robles.

La posada parecía un laberinto, lleno de pasillos que lo llevaban a sitios desconocidos; hecho completamente de madera, repleto de puertas corredizas y con un interminable piso de madera; que se sentía muy bien al pisarlo con los pies descalzos.

Se respiraba un ambiente de calma y Natsu, se dio cuenta que se había alejado bastante, porque ya no escuchaba ningún ruido de sus compañeros. << Creo que me perdí >> pensó, mirando hacia atrás. Todo se veía igual. Giró, dando media vuelta, regresando sobre sus pasos; intentando recordar cómo llegó hasta allá. La idea de quedarse quieto y esperar, a que Ume lo buscara, fue tentadora; pero eso lo haría sentirse un completo inútil. No seguiría dependiendo de sus chicas. Ya habían hecho suficiente por él, aquel día de la madre, en que le llevaron tantas cosas y lo hicieron quedar como el mejor hijo del mundo. Debía devolverles un poco de eso.

— Oye...
— ¡Ahhhh!

Natsu gritó de terror, tirando un golpe al aire, pegándole a algo. Abrió los ojos y vio la cara de Acnologia, su mano casi metida en la boca de su enemigo natural, como si quisiera que se la lamiera. Rápidamente la retiró y se limpió las babas, sintiéndose sucio por lo ocurrido, aun sí no pensaba en nada pervertido.

— Te voy a matar —dijo Acno, levantando el puño.
— ¡Espera! —Natsu lo detuvo, antes de que le diera el golpe. — ¡Yo no sabía que eras tú y no un fantasma!... Un momento, ¿qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo? ¿Es que te gusto, idiota? ¿Estás enamorado de mí?

Escondida tras una puerta, Yume escuchaba todo; aguantándose la risa. ¿Natsu y Acnologia de pareja? ¿Quién sería el pasivo? Le daban escalofríos y mucha gracia, pensar en cómo terminaría eso. << Bueno, en tiempos de guerra... >> meditó, sin terminar el popular dicho. Que, por si alguien no lo conoce, dice lo siguiente: ''En tiempos de guerra, cualquier hoyo es trinchera''.

— ¡¿Qué dices?! ¡Te mataré! —Chilló Acno.
— ¡No, no! ¡Espera! ¡Acnologia!
— ¡Acnologia! —Una tercera voz, se presentó. La de Ume. — ¡Deja a Natsu en paz!
— ¡No te metas, enana!

<< Oh, no >> Yume abrió un poco la puerta, asomándose. Su hermana se lanzó encima del ex matón de instituto, lo tiró al piso y se volvió loca; jalándole los pelos. Natsu, aun en shock, tardó bastante en reaccionar y quitarla de encima; corriendo lo más lejos posible, hasta perderse entre los pasillos de la posada. La mayor de las hermanas, salió de la habitación y picó a Acnologia con su pie, comprobando que continuaba con vida y que estaba encabronado por las acciones de Ume. Acno la agarró por el tobillo, la tumbó hacia la madera y se le puso encima. << ¿Qué ver...? >> Yume tuvo miedo, por un segundo, antes de notar que se trataba de Acnologia; alguien que nunca le haría nada malo. Porque trabajaba para su padre. No pasaba nada malo.

***

— ¿Dónde se metieron? —Preguntó Lucoa, mirando a Natsu y Ume. Se las arregló, a fin de que la casera, colocara a esos dos, Hisui y Haru en su misma habitación; los que más llamaban su atención de todos los chicos.
— Natsu se perdió —dijo Ume—. Estaba buscando el baño.
— ¿Quieres que te lleve, Natsu? —Lucoa, en un tono meloso, lo incomodó; haciéndolo sentir un niño demasiado pequeño. — ¿Quieres?
— No, gracias —respondió de inmediato.
— No quiere —secundó Ume.

Hisui se burló, discretamente, sacándole la lengua a Lucoa. Haru, aun algo amargado por la atención que le daban a Natsu, estaba de espaldas; sentado en el marco de la puerta que daba al patio. Sus pies colgaban por el borde del piso elevado. ¿De verdad tendría que aguantarlos todo un fin de semana? ¿En serio? No sería capa. Escaparía en cuanto se le diera la oportunidad de hacerlo. Y si Hisui lo despedía, volvería a su pueblo, a conseguir un empleo en alguna tienda de dulces. La principal razón de Haru, para ir a la ciudad, aun contra los deseos de su hermana mayor; fue para ganar mucho dinero. Lo terminó cumpliendo. No de la mejor forma, ni la más honrosa, pero lo consiguió.

¿Qué diría su madre si lo viera? ¿O su hermana? Seguramente, teniendo en cuenta lo turbio de su labor, lo sacarían a patadas o del cabello. << Mamá me matará, debo inventar excusas, en caso de que quiera venir a verme >> se dijo a sí mismo, pensando inmediatamente en pretextos.

19 de Mayo, 02:08 PM.
Casa Miyamoto.

— ¿Qué diablos están haciendo?

Ayami-san, llegó de las compras, luego de haber pasado meses sin pisar un supermercado; porque su sobrino se encargaba de ello. Al llegar a casa, encontró a su marido y a Igneel, abrazaditos. Bailando. ¿Debía sospechar de una infidelidad? ¿O mejor ponerse un arnés en las noches? No se imaginaba, que su querido marido, tuviera esa clase de gustos... ¡Pero lo respetaba! ¡De verdad que sí! No, no, ¿a quién quería engañar con eso? ¡Lo mataría por estarla engañando en su propia casa! ¡Y luego lo convertiría en croquetas! ¡Eso! ¡No por ser gay, sino por infiel!

— Me está enseñando a bailar —dijo Igneel, palideciendo—. Lo juro. Sólo se trata de eso y no hay nada homosexual en esto.
— Lo que él dice —secundó Don Papi.
— ¿Quieren que me crea eso?
— Sí —respondieron ambos.

Ayami, por alguna razón, no pensó que estuvieran mintiendo; algo le dijo que había pensado mal y que su esposo era incapaz de engañarla con un hombre. O al menos no con Igneel. Definitivamente no con ese hombre. << Espero que las niñas se estén divirtiendo >> pensó, rodando los ojos.

— Está bien, me saldré y entraré de nuevo, fingiendo que no los vi antes... 

*** 

¡Esto es todo por ahora! Espero les haya gustado... No, no sé si Acnologia hizo algo o no, lo más seguro es que... 

*La señal es interrumpida* 

Ume: Nos vemos en el próximo capítulo, gracias por leer, no se olviden de comentar y dejar su estrellita.

Tú y yo: La casita de Natsu (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora