Hace siglos Tougo Sakamaki y el Señor de los Demonios sellaron a los primera sangre en su propio castillo dejándolos pudrirse poco a poco a través de los años. Esto, gracias a que eran los únicos (supuestamente sospechosos) de portar y ser el ori...
Se supone que tenia que dormir, pero últimamente no podía hacerlo tenia pesadillas y la garganta me ardía por que aun no me alimentaba de sangre humana. Me encontraba en mi habitación y era de noche, me senté sobre la cama mirando hacia el balcón, las cortinas estaban corridas y podía entrar la luz de la luna lo único que iluminaba la recamara en penumbra.
Mire mi mano vendada, y con la otra fui quitándome las vendas que me llegaban hasta el codo, cuando termine deje a la vista mi brazo pálido con manchas rojas y un tono entre morado y verde. Hice mi brazo arder en un fuego azul, KarlHeinz me había enseñado a controlar mis habilidades, el fuego en mi brazo hacia que las marcas moradas desaparecieran y cuando hice que se extinguiera poco a poco no quedo mas moretones rojos, así ya no tendría que usar mas las vendas y no dolería demasiado.
-Veo que aprendiste a usar tus dones para la curación.-Dijo un voz.
Reiji estaba parado aun lado de mi cama, y había dejado un uniforme sobre esta.
-Pero no hay mejor método de sanación que una taza de te hecha por ti- le dije, enseñándole una sonrisa sincera. El sonrió también.
-Este es tu uniforme, pontelo ahora si no quieres llegar tarde.- dijo señalándolo.
-En la otra casa no tenia que ir a la escuela, los maestros me daban clases particulares en la mansión, y no tenia que usar aburridos uniformes.- miraba el uniforme que tenia un gran moño rojo.
-Tendrás que acostumbrarte, él te mimo mucho y ahora estas con nosotros.- me miro cruzándose de brazos.
-Me recuerdas a él, eres muy estricto.- alcé mis brazos estirándome, y baje de la cama, tenia puesto un camisón blanco delgado que me llegaba a la mitad de los muslos y tenia encaje en los bordes.
-Me parece ofensivo que me compares con él.- se acomodo sus gafas. Camine aun lado de él y tome el uniforme.
-Bueno, y quieres que me cambie delante de ti?- le sonreí- por que no me molestaría.
-Te esperamos abajo Laena.- sonrió y desapareció.
Me puse el uniforme y me mire al espejo, a mi gusto me veía muy infantil con el moño, pero si me lo quitaba seria muy impropio.
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Preferí caminar en vez de solo aparecerme en la planta de abajo. Mientras andaba veía con detalle cada pared, cuadro y puerta de la mansión, al fin estaba ahí y no era un sueño.
Me sentía a salvo, no sabia exactamente para que me querían los fundadores, pero claramente no para algo bueno. No podía dejar de pensar en esa situación, también tenia en la cabeza el motivo por el cual peleamos mi padre y yo, debía de darle mi prueba de amor a mi madre.Estando con Karl logré verla en diferentes ocasiones, y no era la mujer que yo creía que era, ella es hija del señor de los demonios y hermana pequeña de Cordelia, su nombre es Hera. También una mujer horrible debido a los sentimientos por mi padre. No se portaba del todo bien conmigo, de igual manera espero que ese día aun este lejos. Matarla solo seria ponerle fin al sufrimiento que ella merece.
