Olvido

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Había dejado de contar los días que pasaban en la tierra, me decía a mi misma que todo estaría bien, que pronto regresaría. Tal vez ahora en este punto no era tan lejana la idea, aunque Carla no me lo dijera, Shin era el mas hablador y decía que veía un cambio en su hermano. Y eso era de cierta forma bueno ya que significaba que tal vez solo tal vez podía regresar a casa pronto, la escuela no importaba había empezado el periodo vacacional de invierno.

Me encontraba en el balcón del segundo piso recargada en el barandal de piedra, detrás de mi estaban las puertas abiertas del salón donde se hallaba el piano. Podía ver como los lobos resguardaban el perímetro, siempre alerta a cualquier amenaza a la mansión Tsukinami.

Una curiosa melodía comenzó a sonar en el aire, Shin no se encontraba en casa ya que había salido desde ayer a Rotigenbelk y volvería dentro de dos días. Me dirigí al interior guiada por la melodía del piano, desde la puerta pude divisar una melena blanca como la nieve. Carla esta tocando el piano a ojos cerrados, me acerque a él y me senté el el sillón alargado de la orilla. La melodía no era triste, como lo que solía tocar ,rara vez, Shu. Por un momento me había parecido estúpido pensar que el piano formaba simplemente parte de la decoración, claro que alguno de los hermanos si no ambos lo sabían tocar, y claro estaba que Carla sabia.

Claramente sabia que me encontraba en el lugar, pero ni siquiera se había molestado en mirarme. Podía ver sus manos diestras deslizarse entre las teclas del gran piano de madera. Termino la melodía y el poso sus manos en las rodillas para luego suspirar. 

-Fue lindo...-le dije mirando su rostro impenetrable. Me miro y luego se levanto dirigiéndose a mi, se paro en seco delante de mi y me extendió una mano. 

-Concédeme una pieza...-dijo.

-No hay música...-le dije, pero momento después un familiar apareció sentado en el banco del piano, le sonreí y tome su mano levantándome lentamente.- Espero que esto no termine como la ultima vez...-dije

-¿Como?- respondió Carla mientras caminábamos lentamente hacia el centro del salón, la música aun no sonaba.

-Que te termines yendo...-le dije, y de la nada surgió un sentimiento de abandono en mi interior, no quería que se fuera. 

-Oh querida...-mi corazón latía mas fuerte cuando pronuncio esas palabras- Veras... Ahora no tengo una rosa...

No pude responder, ya que en ese momento el familiar  comenzó a tocar. 

Lento al principio, igual que nuestros pasos. Poco a poco comenzamos a danzar por todas las esquinas del salón. Se movía con gracia y habilidad, como si hubiera bailado en muchas ocasiones esa pieza. 



Cuando la melodía acabo nos encontrábamos donde habíamos comenzado a danzar, justo en el centro del salón

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Cuando la melodía acabo nos encontrábamos donde habíamos comenzado a danzar, justo en el centro del salón. Me beso la mano inclinándose ante mi. 

Diabolik Lovers °Con la sangre en los colmillos°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora