Capítulo 13 - Poisoned Apple.

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— ¡Dazai-San! —Gritó el chico tigre corriendo detrás del castaño quién despreocupadamente había abandonado la Agencia diciendo que tenía cosas importantes que hacer. — ¿A dónde va, Dazai-San? Kunikida-San se molestara aún más por la mañana cuando vea que usted de nuevo ha evadido su trabajo. Además se le pidió reposo por las heridas en sus piernas.

— Oh, Atsushi-Kun, como se nota que no sabes vivir. No toda la vida podemos estar trabajando. —Se excusó con pereza el castaño sin frenar sus pasos por la calle, si bien se notaba un poco de dificultad al pisar, no se detenía.

— Que lo diga usted quien siempre está buscando el suicidio es... ¡B-Bueno! Ese no es el punto, ¡Dazai-San, no me deje todo el trabajo a mí! —Continuaba el menor intentando parar a su superior, pero este a pesar de ir de bromista parecía decidido a marcharse esa noche.

— Un poco más de trabajo no te vendría mal. Ya después te invito a comer como recompensa.

— Algo me dice que eso saldrá de mi sueldo, ¿Verdad? —Lo dijo sin ánimos pues sabía perfectamente como era Dazai al proponer cosas.

— ¡Ah! ¡Atsushi-Kun! Tus comentarios son hirientes para mí. —Alardeó el castaño en una dramática voltereta antes de meterse entre un grupo de gente, pero no, no se le escaparía al joven tigre, con su olfato podría encontrarlo fácilmente.

— ¡Dazai-San! ¡No escapará...! —Intentó abrirse paso entre la multitud para detener al castaño, sin embargo cuando logró caer en medio de sentón, no pudo ubicar al castaño, sintiéndose un poco desorientado por la gran cantidad de personas cruzando la calle. Lo sabía, sabía muy bien lo escurridizo que podía llegar a ser su superior, pero no entendía la prisa que este llevaba. Kunikida le había encargado personalmente que cuidara de cerca a Dazai, pues no era normal que le llamaran del hospital avisando que su compañero había recibido disparos en las piernas.

Ahora le preocupaba pensar que podría tratarse de un enemigo y que quizá Dazai iría nuevamente a encontrarse con él para arreglar las cosas. Se levantó de golpe entre la multitud, debía buscar al castaño.

En cambio el castaño con vendajes y una sonrisa alegre yacía saliendo del metro para cruzar otra calle a pasos lentos, la verdad es que maldecía a esa rata con todo su ser por haberle tomado desprevenido de esa forma, y también se culpaba por fiarse del aspecto borracho de este, pero por lo menos entrar en esa estación había sido buen atajo para deshacerse del Hombre Tigre.

Cuando llegó al sitio acordado, lo primero que hizo fue sentarse de inmediato en la fuente soltando un suspiro cansado mientras se masajeaba los muslos, ya pensaba cobrarse después esas heridas al responsable.

— Es un maldito milagro que llegues antes que yo. —Le interrumpió una voz molesta. No hacía falta que abriera los ojos, ni siquiera se le borró esa boba sonrisa infantil al escucharle.

— Chūya, siempre llegas tarde a nuestras reuniones, podría enumerarlas todas. —Se burló, le hacía más gracia ver como el pelinaranja fruncía el ceño con desagrado, aunque mirándolo bien, tenía una mirada cansada. — ¿Has tenido noches largas?

— Nada que te importe realmente, ¿Qué es lo qué quieres? —No quería andarse con rodeos. Quería terminar eso rápido y volver con el resto, que si bien dejó a cargo a Gin, le preocupaba que Akutagawa le siguiera.

— ¿No estaría bien ir por un café?

— Ni loco. Tengo que volver a cenar con alguien más.

— Que bueno, no quería desperdiciar mi dinero en un perchero anticuado. —Soltó nuevamente con burla obteniendo que el pelinaranja pisara con fuerza frente a él. — Ya, tranquilo, mínimo siéntate que yo no puedo estar de pie mucho tiempo. —Añadió en un suspiro cansado intentando dejar las bromas de lado, pero aquello hizo que el pelinaranja enarcara una ceja mientras tomaba asiento al lado de él en esa fuente.

Flowers Of Love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora