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Antes de seguir...
Conoce el pasado, acepta el presente y prepárate para el futuro.


Flowers Of Love.
La Historia de Nuestro Pasado.
Volviendo a la inocencia perdida.

Catorce años atrás.

No conocía la luz. Había oscuridad y lo primero que vieron sus ojos en medio de todo el desastre fue a ese hombre de ojos penetrantes y una mirada que emanaba la confianza que tenía en sí mismo.

Al no haber conocido la luz, no se movía de su lugar. Su único camino era el que Dostoyevsky le había tendido, y le parecía bien, caminar con las manos de ese hombre sobre los ojos por un sendero cubierto de oscuridad... Estaba bien si en su nombre empuñaba un arma y atacaba, porque era lo único que poseía, lo único que conocía.

Su rostro estaba cubierto por un antifaz que poseía un rasguño a causa de un hombre que intentó defenderse dándole con un cuchillo, pero solo había dañado la superficie de ese antifaz plateado de ese joven albino.

Cuando la tarea estuvo finalizada, "Las ratas" salieron de su escondite a apoderarse de lo que les placiera también tomando lo que les había pedido su líder. Tras finalizar volvían a su escondite. No eran más que un grupo pequeño, porque Dostoyevsky prefería calidad antes que cantidad.

Por los pasillos de ese escondite, se escuchaba algunos quejidos de un joven que al parecer acababa de ser azotado contra algo. Cierto ruso de cabellos azabaches le sujetaba por la nuca mientras le sometía de un golpe contra la pared, su mano libre le sujetaba por la cadera mientras buscaba saciarse.

Hacía apenas unos segundos aquel antifaz cayó al suelo cuando el azabache había saltado sobre el menor para someterle. Ahora veía su ropa tirada, no traía nada más que una camisa de botones abierta por los jalones que le había dado ese hombre al despojarlo de su ropa, ya que el ruso, ni siquiera se había molestado en sacarse la ropa, ¿Acaso aquello era una manera de festejar su victoria?

— Dosto... No seas tan agresivo. —Se quejaba el joven albino contra la pared, estaba de puntas intentando tocar el suelo mientras el ruso le sujetaba por la cadera con firmeza arremetiendo contra él fuertes embestidas. — Para... ¡Está doliendo! —Lloriqueó con voz temblorosa apretando los puños, mordiéndose también el lado inferior al sentir como su cabello fue jalado por una de esas manos.

Podía sentir como el azabache jadeaba contra su oído al estar ligeramente encorvado sobre él para aprisionarle contra la pared, sentía el aliento de este verdaderamente caliente, al igual que su cuerpo. Sabía que era normal, después de todo, creía que el ruso hacia ese tipo de cosas con todos los subordinados que buscaba monopolizar.

Pero no era más que eso. Sexo. No había nada de por medio, ni siquiera caricias al final, ni palabras bonitas, ni mucho menos juegos previos. Si el ruso estaba necesitando aquello, simplemente lo tomaba sin permiso, sin darse de rodeos. Cuando se saciaba, lo dejaba de lado al igual que alguien que desecharía una servilleta después de usarla.

No era como si a Shibusawa le importara, pues sabía que si le daba importancia, el único dañado sería él. Porque desarrollaría esa necesidad de buscar amor en un hombre que no parecía amar a nadie más mas que a sí mismo.

Creía también que hacer el amor era muy diferente a tener solo sexo. Y prácticamente eso era todo lo que hacían, sexo. No había mucho que desear, mientras el ruso saciaba su necesidad y buscaba su placer, el albino no podía hacer más que soportar.

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