Akutagawa Ryūnosuke.
Conocido también como «El perro rabioso de la mafia»Él no comprendía por qué, habiendo tantas opciones tuvieron que elegirlo a él. Se daba el consuelo de las palabras que Chūya le otorgó «Es porque ven un gran potencial en tí.» ¿Qué ganaba cuidando a un estúpido ricachón que solicitaba su guía y escolta? Y es que lo único que se venía a su mente era uno de esos típicos hombres vejestorios con autos deportivos y lujosos que ni siquiera sabían conducir, eran completos inútiles dependiendo totalmente de su dinero, por ello eran tan caprichosos y, ahora seguramente el tipo que había pagado por sus servicios no sería más que un pobre sujeto arriba de los sesenta con algunas negociaciones en Yokohama y por ello requería una escolta.
Su mente seguía dando vueltas, imaginando de una y mil maneras a ese vejestorio que quien sabe por cuánto tiempo tendría que soportar.
La noche en Yokohama no era monótona, era realmente hermosa pero aquello le pasaba desapercibido al ir camino al aeropuerto en la motocicleta deportiva de su otro superior, Chūya Nakahara.— ¿Falta mucho? —Preguntó el azabache abrazándose un poco más al pelinaranja cuando este se ladeó excesivamente en una curva.
— Alrededor de dos minutos por este atajo. No comas ansias, no por mucho que madrugues saldrá el sol.
— ¿Ahora me dirá dichos, Chūya-San? —Cuestionó en un suspiro, la verdad es que esperaba terminar ese absurdo trabajo cuanto antes y volver a sus trabajos habituales en la Mafia. Lo que menos quería era perder el tiempo y sentirse desesperado y debilucho por no entrenar.
— Sólo digo que no te presiones tanto o el tiempo pasara más lento. Debes apegarte a las órdenes, de todos modos si algo pasa, puedes contar conmigo ¿De acuerdo? —Respondió tranquilo a diferencia del impaciente azabache. Para Chūya, Akutagawa no era mas que un niño, y que mejor para él que estar mínimo unos días en una misión así. — Además, seguro es un viejo pegando a los ochenta, procura no matarlo de un infarto. —Añadió el pelinaranja en una carcajada.
— No me hago responsable de lo que pueda pasarle si llego a necesitar la presencia de Rashōmon.
— Se discreto de todas maneras. No muestres tus habilidades inmediatamente si hay peligro.
— Está bien... —Aceptó como si se tratara de un joven reprendido. Al momento en que Chūya se detuvo, el azabache bajó de la moto con cuidado dispuesto a marcharse.
— Akutagawa. —Pero el pelinaranja le detuvo en un tono firme.
— ¿Sí...?
— Dame el casco. —Insistió extendiendo su mano notando como Akutagawa apretaba los puños.
— Me reconocerían en el aeropuerto, creerán que llevo una bomba o que trato de matarlos, vendrán oficiales y me complicarían las cosas con ese ricachón con un pie en la tumba. Además, el cliente pidió discreción. —Se excusó velozmente para evitar que el pelinaranja insistiera.
— Pero portando el casco no te dejaran entrar y es todo menos discreción. —Añadió el pelinaranja estacionando su vehículo para bajar e ir hasta el azabache y sacarle el casco. — Además no te ves tan mal. —Comentó conteniendo una risita al ver que los mechones blancos del más alto estaban cubiertos por unos moñitos de listones que le puso Elise.
— Me voy a vengar. —Tosió levemente cubriéndose la boca.
— Si, si, si señor venganza. Ponte los lentes y ve ahí adentro a esperar a tu cliente. —Hizo caso omiso sacando los lentes del azabache para ponérselos y sacudirle la gabardina empujándolo hasta la puerta de cristal donde yacían algunos guardias.
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Flowers Of Love.
FanfictionSolo basta una flor para hallar el amor... O matar y morir en el intento.