Capítulo 49 - Sin salida.

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Las pisadas de aquel joven hombre tigre se escuchaban acompañadas de sus jadeos. Sus pies descalzos impactaban contra el frío azulejo mientras en su espalda cargaba al ruso que luchaba por mantener la consciencia a causa del sangrado que había sido parado con levedad solo porque el joven con la habilidad de tigre había rasgado una cortina con la cual le envolvió el torso fajando con un poco de fuerza la zona apuñalada en la espalda del ruso.

— ¡Dostoyevsky-San, por favor no se duerma! ¡Pediré ayuda, pronto estarán aquí y lo salvaran, solo resista! —Pidió el joven tigre al sentir como el ruso dejaba colgando sus brazos por encima de sus hombros sin sujetarse de su cuello como hace unos segundos. — Esto es malo... Por favor resista. —Murmuró llegando a un lugar sin salida, por lo que tuvo que volver rápidamente en sus pasos antes de desviarse por otro pasillo.

Le había costado demasiado dejar atrás a ese albino en cuanto se apareció, había jalado al ruso de inmediato, y había huido con él tras un pequeño enfrentamiento con ese hombre, esperaba que ya no volviera, pues creía imposible que alguien sobreviviera a un puñetazo propinado con su puño de tigre, no se quedó a comprobarlo, pero esperaba que ese hombre se quedara entre esos escombros para siempre.

Creyendo que ya estaba lo suficientemente lejos, se detuvo, bajando al ruso de su espalda para sentarlo con cuidado contra la pared, pues no sabía cuál sería la posición correcta para que no se lastimara más.

— Pediré ayuda... —Susurró bajo, sacando su celular a la vez que buscaba el número de Yosano, era la única persona que pasó por su mente en ese momento, pues con esa herida, temía que el ruso no llegara al amanecer, ahora también esperaba que la doctora contestara.

Quizá fue gracias a su suerte, o que nunca llamaba a esas horas que la doctora atendió la llamada presintiendo que algo sucedía.

— ¿Diga? —Habló la doctora sentándose al borde de su cama, escuchando la respiración agitada de alguien que le resultó familiar.

— ¡Yosano-Sensei! Soy yo, Atsushi. —Soltó de inmediato observando a su alrededor, temía que algo pasara si bajaba la guardia.

— ¿Qué sucede para que me llames a estas horas, Atsushi? —Cuestionó la joven colocándose las pantuflas para encender la luz de una lámpara al lado de su cama mientras veía la hora, eran casi las tres de la madrugada.

— ¡Es una urgencia, Yosano-Sensei! Yo, creo que he encontrado al asesino de Dazai-San, sin embargo es más fuerte lo que creía, ¡He logrado golpearlo y creo que lo deje atrás! Pero ha herido a mi compañero, necesito su ayuda, no sé cuánto tiempo más pueda aguantar, cada vez está más pálido y su respiración no me parece normal. Por favor, Yosano-Sensei, necesito su ayuda. —Suplicó el menor tras haber explicado todo de golpe, había bombardeado a la doctora con toda esa revelación, pero había una vida corriendo peligro.

— Se te dijo que no buscaras, ahora mira lo que está sucediendo, es demasiado arriesgado, tienes que salir de ahí con tu compañero para ayudarlos. —Explicó la doctora manteniendo un tono serio, sin embargo, la agitación por parte del menor llamó su atención.

— No puedo salir, Yosano-Sensei, no recuerdo la salida... —Confesó en voz baja, agachando la cabeza, colocando su frente contra el azulejo.

Fyodor le miró de manera cansada, exhausto, sintiendo que la vista se le volvía borrosa de a momentos, no entendía porque el muchacho se lamentaba tanto, solo lo estaba usando, apenas y unos minutos de charla, y ya estaba preocupado por salvarle la vida...

— Dile... Que vaya con Chūya, que le digan a Nikolai que desbloquee mi computadora, ahí está la ubicación de este lugar, y la manera de entrar será sencilla desde afuera. —Murmuró con voz ronca y débil el ruso, cerrando los ojos un momento, haciendo que el joven le mirara horrorizado.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2019 ⏰

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